27-10-02
Se impuso la solución final: gaseados
primero; rematados, después. No solo los terroristas chechenos sino hasta cien
rehenes. Más de quinientos, además, están hospitalizados por asfixia debida al
gas paralizante que emplearon los GEO rusos para asegurarse de que no hallarían
resistencia al entrar en el teatro. Putin recibe parabienes de todo el mundo
por su firmeza, y lamentos de boca estrecha por la pérdida de vidas humanas, el
tributo que se ha pagado a la vetusta y siempre rejuvenecida razón de Estado. Lo que empezó como un
musical de evasión, acabó como una tragedia, tal y como se preveía desde el
principio. Incluso el tibio editorial de El País parece sumarse a la
resignación, a la aceptación de la inevitabilidad de las muertes habidas:
“Vertida la sangre, demasiada sangre, es la hora de las soluciones.”
Felicitaciones como la de Sharon, quien afirma que “Putin ha demostrado una vez
más su coraje y su firmeza en la lucha contra el monstruo terrorista”, al
tiempo que alaba “la operación militar perfecta”, resultan un sarcasmo de una
crueldad que no se merecen los rehenes sacrificados. Hay elogios que denigran,
ciertamente. Del lado del comando secuestrador llama la atención que su jefe
fuera el sobrino de un oscuro líder checheno muerto en extrañas
circunstancias. La continuidad familiar
es y ha sido, parece, una constante en los grupos terroristas. Las noticias,
como la de hoy, sobre el asesinato de una palestina a la que se acusaba de
colaboracionista, se suman al desconcierto y a la impotencia que produce
siempre el abuso de la fuerza, y más aún cuando ésta está en manos de quienes
tan arbitrariamente se conducen : su capricho es ley. ¡Cómo no van a sentirse
tantos jóvenes atraídos por la violencia y por la ficción de poder que las
armas conceden! Un domingo es extraño que lo noticiable se imponga frente a lo
reportajeable, pero el desafío terrorista era un órdago que forzosamente habría
de acaparar la atención del mundo, como así ha sido. Por eso, un debate como el
papel actual de los sindicatos, planteado, además, desde los titulares con dos
tópicos obsoletos: “¿Son necesarios?” Y “Sindicalismo útil”, resulta una pieza
de museo, como si en la España que viaja hacia atrás del caudillito tocara
plantearse cómo se releva el sindicalismo vertical. Después de las últimas
noticias sobre las estafas en la educación de parados y tras el fracaso de
aquellas iniciativas de convertir a los sindicatos en sociedades inmobiliarias,
o poco menos, un debate así “mea fuera de tiesto”. Entre los retos del
sindicalismo actual, a Clonista por fuerza ha de llamarla la atención la
voluntad sindical de “reconocer la realidad sin instalarse acríticamente en
ella.” He ahí, pues, cree Clonista, la suprema aspiración de todo el mundo:
“reconocer la realidad”, y se diría que nadie lo logra. De hecho, no hay
conversación común en la que no se acabe achacando a alguien con quien se
discuta que “no vive en la realidad”. Parece tener el hombre la tendencia a
negar al oponente la posesión de la realidad, como si fuera un tótem valioso.
Se preguntaba Clonista si la jueza Ruth Alonso compraba su seguridad con las
excarcelaciones, lo cual no dejaba de ser una manera tan cruda como miserable
de acercarse al asunto; pero el envés de aquélla ha resultado ser la fiscal
coaccionada por haber recurrido las excarcelaciones de la jueza. Y ya se sabe
qué significa coacción contra alguien en las vascongadas por parte de los
“alrededores” terroristas. Los “mossos” catalanes abortaron a tiros el intento
de hacer una fiesta “rave” en una cantera abandonada. ¡Qué realidad tan
distinta de la de Clonista la de esos convocados a través de internet para
montárselo en plan carpa sin pagar impuestos! Carne de carpa, le parecen. Y por
razones estrictamente literarias, a Clonista le ha atraído la noticia del
hombre encontrado “ a la deriva” por una carretera, próxima a Blanes, tras
haber perdido la memoria. Esto es, tras haber perdido la realidad. ¿Somos solo
memoria? ¿No se lee muchas veces la
realidad prensada con esa sensación de haber perdido la memoria, de no saber
adónde se dirige uno ni por qué camino se avanza? Tras la elucubración
Infantina sobre el Quijote que no llegó a ser, se anuncia la presentación del
Quijote de Aragón. Se verá, se verá. El debate sobre los Presupuestos ha dejado
a Montlatón descalificado, devaluado; pero ahora, además se le acusa de
obstruccionista y ferviente seguidor de la ficción contable usamericana, que
debe haber tomado como el “último grito” en economía creativa. Sustituido el
dato por la propaganda, ¿qué les queda a los analistas económicos con
aspiraciones de solvencia e imposible imparcialidad? La dedicación política,
sin duda.