viernes, 13 de marzo de 2015

20-1-02

      ¿Cómo puede pasarse por alto, en ese batiburrillo de caras de la realidad, la erupción del volcán Niragongo y la ocupación de la ciudad más próxima, Goma, en África, por los ríos de lava? Las fotos hoy de las lenguas de lava ocupando las calles sí que es un argumento contundente para la memoria arbitraria, o caprichosa. Otros ríos, los de agua, en Cataluña, andan tan muertos y contaminados por la industria que bien podría acusarse a la Generalitat de complicidad en el asesinato ecológico, dada la complacencia con que contempla esa catástrofe. Pero en cualquier gobierno, como en los partidos, la lucha por mantenerse en el poder, a veces contra viento y marea, o bien por reconquistarlo, absorbe todas las energías. Ahí está la sutil defenestración del escudero de Mayor Oreja: apeado con puñalada trapera o daga florentina, va en gustos, pero con indudable eficacia y contundencia, y quizás merecida. Cuando se enfrentó a Rosa Díez, el partido perdió la oportunidad de elegir a su madre coraje particular para salir del marasmo a que obliga una situación de falta de libertades y de dura supervivencia política, con la inhibición del nacionalismo gobergonzante. El Clonista se siente cansado. La realidad tiene a veces desplantes que se clavan en lo más profundo del corazón, y en buena medida tienen orígenes triviales, pero te hacen trizas. Un domingo de trabajo rutinario para quienes después en nada valorarán lo realizado con tanta dedicación. ¡Peste de docencia!

2 comentarios:

  1. ¡Peste de docencia! Acabas tu clónica y ya estás fuera de ella, pero cómo querrías tal vez volver a aquel momento de hace trece años cuando Rosa Díez era todavía Madre Coraje y todavía campaba Mayor Oreja. ¡Qué tiempos aquellos! Una clónica es un ejercicio de masoquismo. Me ha pasado con los artículos de Gregorio Morán en su espléndido La decadencia de Cataluña.

    Ese día también hice yo mi clónica. Era domingo y fue un día luminoso y hermoso. Leí El País y con horror conocí la terrible tragedia del Congo cuando un río de lava arrasó la ciudad de Goma. Las escenas fueron espeluznantes. Hice footing mañanero y luego fui con Lucía a Masnou. Pasé luego el día en el parque de la Ciudadela con amigos nuestros. En el instituto, el lunes comencé el tema de los corrales de comedias tras haber acabado El Quijote. Me has hecho consultar mis diarios y volver a aquel tiempo en que Lucía tenía dos años y Clara, cinco. Increíble.

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    1. No sé si esta Clónica no acabó siendo un ejercicio perfectamente inútil. Si así fue, quizás esa sea la más alta recompensa. Con todo, la mirada retrospectiva siempre te acaba sorprendiendo en observaciones casi inverosímiles.

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