domingo, 22 de marzo de 2015

28-1-02

            ¡Insultante! Considerar que el grandísimo Pepe Isbert, un actor tan grande como los más grandes de la historia del cine, y ahí están El verdugo o Bienvenido, Mr.Marshall, forme parte de una nómina casi anónima que el redicho A F-S ha inventariado en una columna descerebrada, El rincón de los cómicos muertos, es una infamia, literalmente. Así se va escribiendo también la realidad, a golpes de desinformación o de deformación que se pretende análisis objetivo. ¡Quién no lleva en sus ojos y en sus oídos la figura y la voz de Pepe Isbert, aquel prodigio de naturalidad escénica! Un artículo así sí que es un atentado contra la realidad, porque, acaso sin pretenderlo, acaba desfigurándola, volviéndola irreconocible e intransmisible.  De lo entrevisto desde la ventana del diario, y al margen de las tostoneras páginas dedicadas a la minuciosa reseña de los mil y un lugares comunes de la clase política, cada vez más clase y menos política, queda el escalofrío de la paliza dada por unos porteros matones del Maremàgnum a un ecuatoriano, a quien, acto seguido, lanzaron al mar, donde falleció ahogado. El Clonista  imagina, a los cancerberos asesinos, machacando el músculo en el gimnasio, torneando los bíceps y abultando cuádriceps, nalgas y pectorales bajo pesos inverosímiles, y casi le sobreviene la náusea. Sale de ese drama nocturno y entro de lleno en la imposible reforma académica en Usamérica: un conjunto de buenas intenciones nada operativo, una nueva sesión política de maquillaje de la realidad, ellos que pueden. Las estafas se llaman ahora artificios contables; la acción política debería llamarse obra de esteticien. Que se lo digan al desgobierno etnonacionalista de Ibarreche. Sólo les falta -quiere decir que ya la tienen- la bendición de una Iglesia que se ha convertido en un paraíso fiscal en España, aprovechando que son un estado dentro del estado. A ese baile de despropósitos que conforma una España casi surrealista, o tal vez hiperrealista, contribuye, escamoteando la verdadera realidad y sustituyéndola por un plagio burocratizado, la prueba irrefutable de nuestra decadencia: la mediocridad aznarista, o lo que es lo mismo, nada, luego pienso, que ha dejado dicho Forges. Caso curioso de coincidencia histórico-documental: echaba el Clonista de menos a los olvidados chechenos, expulsados de la realidad tras el 11 de setiembre pasado, y reaparecen a lo grande, misil incluido que ha hecho estallar un avión ruso lleno de militares. Junto a todo ello, la noticia de que un neofascista italiano va a formar parte de la comisión que ideará la constitución europea nos deja bien claro el enrevesado mundo que pretende hacerse pasar por realidad a nuestros ojos, cuando, en realidad de la buena, éstos miran, aterrados, hacia el destrozado cadáver de una mujer palestina que se ha suicidado al cometer un atentado terrorista. ¿Quién puede, a estas alturas del conflicto político palestino-israelí, afirmar que el terror sólo está en una de las dos partes? ¿No hay palestinos e israelís agnósticos y cuerdos que pudieran buscar una tercera vía, no violenta; una comunión de ideales humanistas que superasen los dictados fanáticos de las religiones? Aceptar la realidad es pecar de ingenuo, no lo ignora el Clonista. Pero quizás solo la ingenuidad será capaz de hacernos libres.

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