domingo, 1 de marzo de 2015

4-1-02

            Desde la caverna de la fiebre, todas las sombras se confunden, laminadas, como un río inaudito y perezoso. Ninguna realidad se recorta sustantiva salvo el accidente dentro del túnel en el que se esparció la carga de un remolque: enjambres de abejas. Ni la policía ni los bomberos ni la ambulancia, ante tal amenaza, pudieron entrar a auxiliar a los heridos. ¿Solución? De cuento. Se mandó recado a un apicultor que, por artes de Hamelin no descritas en la realidad impresa, se las llevó a un prado cercano, tras lo cual pudo accederse al lugar del bordoneante y dulce suceso. Mencionar la firmeza de reprimido histérico y meapilas de Ibarretxe o la gallita foral de Montoro frente a la poesía del apicultor de Hamelín, sólo nos llevaría a dudar de que una misma realidad pueda cobijar a ambas sin merma absoluta de su credibilidad.           

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