4-1-02
Desde
la caverna de la fiebre, todas las sombras se confunden, laminadas, como un río
inaudito y perezoso. Ninguna realidad se recorta sustantiva salvo el accidente
dentro del túnel en el que se esparció la carga de un remolque: enjambres de
abejas. Ni la policía ni los bomberos ni la ambulancia, ante tal amenaza,
pudieron entrar a auxiliar a los heridos. ¿Solución? De cuento. Se mandó recado
a un apicultor que, por artes de Hamelin no descritas en la realidad impresa,
se las llevó a un prado cercano, tras lo cual pudo accederse al lugar del
bordoneante y dulce suceso. Mencionar la firmeza de reprimido histérico y
meapilas de Ibarretxe o la gallita foral de Montoro frente a la poesía del
apicultor de Hamelín, sólo nos llevaría a dudar de que una misma realidad pueda
cobijar a ambas sin merma absoluta de su credibilidad.
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