8-1-02
Secuelas
de flemas y mocos varios le acompañan al Clonista en la gradual reincorporación
a la vorágine de la vida cotidiana. Visita al médico y la euforia de cuatro
días de baja para recuperarse de la semana de gripe asesina. Sin la fiebre, sin
trabajo, y a pesar del día nublado, la realidad tiene un perfil amable de vieja
dama educada y bon vivant. YSL abandona su oficio exquisito y se retira a su
vida excesiva. Su rostro tímido y atormentado a un tiempo, y su figura a lo
Dorian Gray, se imponen con la rotundidad de las leyendas, en su caso la
consagración del exceso como norma de vida. ¿Cómo alguien dedicado a tan lujoso
menester es capaz de sobrepasar ese círculo de exquisitez, esa burbuja
aislante, y revelarse tan humano, hasta hacerse tan real como quien lo ve,
frágil y viejo-niño, en las fotografías del diario? El contexto es cruel, no obstante,
porque las fotografías de los periódicos establecen un nexo vital con las otras
imágenes del diario, en su mayor parte publicitarias, y crean un ámbito de
relaciones perversas difícil de ignorar. Los compromisos familiares obligan al
Clonista a leer el diario robándoles minutos. Y no deja de sorprenderle la
facilidad de la realidad para volverse tan chata como las propias hojas del
diario, tan quebradiza, tan volandera. Al poco de haber desplegado ante el Clonista
la selva muda de Argentina, la bronca italiana, las pérdidas de los inversores
españoles en Argentina, la reflexión sobre la banalidad de las programaciones
televisivas, la dura existencia asociativa del Racing de Avellaneda, la
dificultad de adaptación a la esclavitud saudí de una piloto norteamericana y
otras espectaculares informaciones como éstas, ¿en qué molde vacío habita el Clonista?
Sigue leyendo Entre visillos y ni
siquiera aquella vida provinciana y deprimente parece poder alcanzar plenamente
su propia naturaleza de realidad. Mal pinta este asunto, si la realidad no
puede venir más que de la reflexión, si uno no puede sentirse en ella, palparla
con ansia mientras vive, o la vive.
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