sábado, 18 de abril de 2015


19-2-02

     Aún le da vueltas Clonista a la selección instintiva que impone el observador, haga o no una clónica como la presente. Quizás el título de la aventura es pretencioso, además de inexacto. En cualquier caso es la intención lo que cuenta, porque la laboriosidad con que se esmera en hacer reconocibles los días que pasan tiene un mérito innegable. ¿Quién habría de atreverse a tanto, excepción hecha del nesciente, del mentecato, del ignaro? Y lo peor de la realidad, tan próxima al tiempo, es su mutabilidad. Contemplada a través de la lata de sardinas que es el diario, pues todas las noticias se ordenan, bien apretaditas, en columnas, como los descabezados, aceitosos y sabrosos pececillos, siempre estamos viendo el pasado petrificado, hierático, amojamado y, en ocasiones, hasta levemente podridillo. La impetuosidad de la radio te hace olvidar lo ocurrido, apenas horas antes, y te sitúa en ese presente compulsivo en el que lo vas recibiendo todo sin procesar nada; te conviertes en antena receptora y, como mucho, puedes reenviar la señal a alguien cercano, pero poco más, pues enseguida has de dejar esa comunicación para seguir recibiendo impresiones, reacciones, primeros análisis, condenas, desmentidos y un etcétera aceleradísimo. Debería buscarse un bautismo tan afortunado como el síndrome Stendhal que afecta a los turistas para diagnosticar ese mal que ignora Clonista si es de muchos o de pocos, aunque si existen cadenas temáticas de televisión y emisoras de radio dedicadas solo a la emisión de noticias las veinticuatro horas del día, es plausible que sea un mal bastante extendido. ¡Poetas hacen falta, que nombren con propiedad, y sin intereses! Y si no repárese en la confusión bushiana entre deflación y devaluación que modificó parte de la realidad de la bolsa en un decir amén, hasta que tuvieron que reconocer el traspiés verbal y dejar al presidente en su lugar: la ignorancia revestida de simplismo y adornada de necedad. ¡Cómo se iba a llevar mal con el ínclito, ecuménico y reverencial  Aznar! Suerte, bien lejos del Japón que visita Bush, que Simon Peres ha tenido la gallardía de oponerse a la política de su aliado Sharon y salir en defensa de una relación pacífica con los palestinos, lo cual le honra, en momentos de ánimos crispados y de barbarie desatada. Inmigración, narcotráfico, matonismo y el velito de la niña mora: he ahí un bonito revoltillo que se despliega en doble página junto a un artículo de Aguilar sobre los servicios de inteligencia, los mismos que, en artículo de opinión de Innerarity, son importantes porque su existencia “obedece a las dificultades generales para informarse, entender e interpretar la realidad sobre la que se actúa”. En esta clónica hace tiempo que se ha llegado a la conclusión de que esa “realidad” que él acepta sin rechistar, a pies juntillas, es una invención ininteligible, pero muy comunicativa y eficaz, capaz de imponerse al observador y convencerle de la racionalidad de la que carece. En todo caso, parece que esta reflexión, a juzgar por el artículo del caballero de raro nombre, no anda desencaminada de lo que se “cuece” entre quienes tienen el oficio de pensar. Como el de Clonista es simplemente el de narrar, se excusa de desatinos e imprecisiones provocados. Bien sabe que la tentación de convertir la clónica en un desahogo le asedia, como asediaría a cualquiera que se hubiera propuesto un disparate semejante a éste, pero Clonista no ha venido a esta esforzada labor a volcar desengaños, resentimientos, odios y lamentaciones, sino a indagar qué sea la realidad, si es que existe, aunque sea meramente invención, sueño, fantasía, ilusión, un juego de palabras o una red secreta de conspiraciones. Y en esas estamos. Ha muerto el creador de El País, pero es posible que tenga mucho más valor social haber sido el creador de Alianza Editorial, pues en esos libros de bolsillo hemos forjado buena parte de nuestro nosotros mismos más de una generación. De forma muy distinta ha muerto, sin embargo, el enfermo que ha pasado cuatro días en un pasillo. Es de suponer que la contigüidad espacial de ambas muertes en la Cónica parece una invitación a la demagogia, pero no pasan de ser dos meros epígrafes vecinos del acta de la realidad. Otro epígrafe, éste muy distinto de los anteriores, es la crisis de mando en CCOO. El otrora solídisimo y acorazado sindicato comienza a mostrarse humano y se le ven las primeras grietas tras sus muchas arrugas hasta ahora disimuladas con toneladas de maquillaje. Ser demasiado complaciente con el gobierno aznarista, tras haber sido tan exigentes e intransigentes con los felipistas, por fuerza ha de mover la realidad para reordenarla o reinventarla. En eso están. En eso estamos. Lo que sea, sonará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario