28-2-02
Hoy,
complicado de agenda, con un excelente entrenamiento por medio, un masaje y una
sobremesa con Manguel, la realidad se ha
vuelto asunto privado. Tras salir de la fábrica institucional, la soledad del
resto del día le ha deparado a Clonista la sensación de estar solo en el mundo,
aislado. De vez en cuando le asaltaban imágenes, voces, olores, caricias,
sabores intensos y la perspectiva de una eternidad por delante para la que
intuía que dispondría de más tiempo del que seguramente tendrán a bien los
hados depararle. Ignora si el optimismo será esa sensación de que siempre habrá
tiempo para acabar todo aquello que tenemos pendiente; si es así, Clonista lo
es. Creyó que no pasaría de la semana, en esta clónica esclavizadora, y cumple
hoy el segundo mes al pie del cañón, que no es de extrañar el belicismo
expresivo cuando el retrato continuo de la realidad tan lleno está de los
desastres de la guerra. Aún no ha abierto la ventana y no sabe qué se
encontrará en el bonito bazar prensado, donde los artículos se exponen con su
reclamo de tipos negros, de buen tamaño y con su afán de seriedad encorsetada. Lo
primero es siempre la fotografía: el rey entre monigotes trascendentes y, al
menos, coloristas. Después, el oráculo del todopoderoso Greenspan, cuyas
palabras crean realidad en todo el mundo. Y arriba a la derecha, dónde si no,
Piqué el insidioso se deshace en disculpas con la boca pequeña, tras haberse
quedado descompuesto y sin realidad inventada. Supone Clonista que el destino
de la UE y el papel que jueguen en ella los estados será un asunto de primera
magnitud, pero la tinta tecnocrática y funcionarial que baña esa parcela de la
realidad lo vuelve todo tan lejano como el interés popular por la final del
campeonato del mundo de hockey hierba. La candidata de peso del PRI se ha
desinflado: su contrincante ha trincado los votos y se ha hecho con el poder
para nada de la oposición envenenada, porque bien está ella sola para
deshacerse en luchas intestinas como las que se anuncian. Después de 71 años de
retener el poder para dejar la realidad hecha unos zorros, parece que se
propongan pasar los próximos 71 enfrentándose para hacer bueno el adagio
famoso: nada desgasta tanto como la oposición. Y que se lo digan a Zapatero. La
revelación de los abusos sexuales de los cooperantes en África da paso ahora a
la sordidez de los detalles, como la del intercambio de sexo por comida o el
abuso de las niñas huérfanas y desvalidas. Llegamos a España y de nuevo se nos
invita al aburrido juego de las encuestas mentirosas. ¿Quién, a estas alturas,
es capaz de tomarse en serio una encuesta, y menos aún si viene del CIS? Pero los sesudos politólogos son capaces de
sacarle punta horas y horas, artículo tras artículo y tertulia tras tertulia ad
nauseam. Del resto del abaniqueo con las páginas apenas queda en la memoria el
recuerdo de John Steinbeck cuya obra Las
uvas de la ira acabó siendo una película “fundacional”, tan dura casi como La ruta del tabaco. Hoy se le alaba, en
su terruño; ayer se quemaban sus libros. ¡Qué suerte la de Clonista, de no
tener terruño! Él se consideraba un artesano, pero lo cierto es que el arte,
como en La sal de la tierra, tan
cercana a sus Uvas, no está reñido
con la denuncia social. En este caos de informaciones dispersas, esta lluvia de
caminos que invitan al recorrido, muchas son las tentaciones y poco el tiempo
disponible. A Clonista le pasa como a los parlamentarios que resuelven los
males de la patria contra reloj y contra los apremiantes “vaya acabando su
señoría” del presidente o la presidenta de turno y de sólo una parte de la
bancada. Hoy muere oficialmente la peseta a la edad de 133 años, que tampoco es
moco de pavo. Ya con lo de pesetero y sus gritos alternativos dejamos
consignado el adiós. Hoy es memoria y en ella aparece, en la infancia, la
moneda de 10 céntimos con el caballero vestido con armadura que sostenía una
lanza. ¡Cuántas veces rayó Clonista con un lápiz sobre el papel encima de la
moneda para calcar el relieve épico! ¡Y cuántas monedas de dos reales no usó
para utilizarlas como tope de las cuerdas de las peonzas! ¡Cuantísima realidad
atesoran las monedas, presente y pasada! No son objetos indiferentes, en
verdad. El sueño le vence. La realidad se desdibuja. ¿Será mañana otro día?
¿Mediará Dios? No solemos cerrar los ojos con la inquietud de no volverlos a
abrir, porque la confianza animal en la sucesión de los días y las noches puede
más en nosotros que la fantasía de una nueva dimensión que nos aparte de lo
conocido. Ahora se da cuenta Clonista de que los sueños de los ojos abiertos
rara vez tienen cabida en esta clónica. Mañana empieza marzo, que marcea, ¡y
allá vayan hermeneutas que descifren el marcear!
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