4-2-02
Máximo lo
clava: “Ya no hay derechas ni izquierdas; ya no hay clases sociales; ya no hay
ricos ni pobres. Seguiremos informando”. Esa es la sensación dominante de la
que no puede uno escaparse dentro de esta clónica: la de ser teledirigido desde
un poder aséptico, neutro, encantador, cruel. Ser juguete del destino es
condición helénica; serlo de los consejos de administración del gran capital lo
es platelmíntica. Y así nos luce el pelo. Enron, a lo que se ve, en modo alguna
es la excepción, sino una costumbre aflorada, pero de eso poco hablan los de
Davos, se imagina el Clonista. Los argentinos, sin embargo, siguen en pie de
guerra porque están hartos de las amenazas de los golfos, choros, que los gobiernan, es decir, los estafan, los roban y los
tiranizan. Seguirán informando, ¡faltaba más! Por decreto gubernamental se
esculpe -¡o se escupe!- la realidad, o las realidades. Todo, desde el diario,
se vuelve diminuto como el tipo de letra de la Cartelera. Las distancias
desaparecen y se diluye el frío de los países nórdicos y la humedad pegajosa
del trópico. Pero en las imágenes aún se observa algún destello rebelde de los
mensajes no sometidos a criba, ni censura: ahí están Fox y Castro, endurecidos
los semblantes para que el titular, romper el hielo y tópicos de esa ralea, se
justifique. Hay que asomarse, aunque aquí no estén clonadas, a las Cartas al Director, pues por ellas sí
que parece colarse la realidad -la que también lo es del Clonista- en la
programada del diario y el poder. Luis Andrés Muñiz nos lleva de “Vuelta al
pasado”, a propósito de todo lo que no va bien en España, la luz al frente,
pues a la frente hay que colocarse la lámpara de minero que permita moverse por
la casa para preparar la cena, buscar el pijama de los niños o leer el propio
periódico. Ibarretxe recula y afloja en su órdago a la grande. Así, reculón y
realista, va alcanzando la mediocridad de Aznar a grandes zancadas. Se acabarán
entendiendo. ¡Y hasta gobernando juntos! Y cierra el recuerdo la guerra al
“botellón”, que no por local y costumbrista deja de ser noticia que edifique su
parcela de realidad, y bien lamentable, porque tiene más de vertedero que de
albergue. Salir a emborracharse, a coger un pedal de espanto y vómito, resulta
ser una de las aficiones más caras a la juventud. Todos asustados ya: vecinos, alcaldes,
fuerzas de seguridad, etc. ¡Cómo se echa de menos la voz siempre sabia y
oportuna de la ministra de sanidad, la primera autoridad sanitaria el país! Un
profesor con método sostiene que los docentes necesitan incentivos, porque no
se puede estar toda una vida trabajando sin la perspectiva de una formación
profesional. ¡Al Clonista se lo van a contar, que está harto de la indecencia
de las autoridades docentes, de la nesciencia de los discentes y de la
garrulería de tantísimos docentes entre los que se incluye, para su afrenta!
Desde una escuela, la realidad se manifiesta de forma tan agresiva que resulta
una proeza intelectual escapar a las poderosísimas razones del determinismo.
Tal vez mañana la vida será de otro color.
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