viernes, 3 de abril de 2015

4-2-02

     Máximo lo clava: “Ya no hay derechas ni izquierdas; ya no hay clases sociales; ya no hay ricos ni pobres. Seguiremos informando”. Esa es la sensación dominante de la que no puede uno escaparse dentro de esta clónica: la de ser teledirigido desde un poder aséptico, neutro, encantador, cruel. Ser juguete del destino es condición helénica; serlo de los consejos de administración del gran capital lo es platelmíntica. Y así nos luce el pelo. Enron, a lo que se ve, en modo alguna es la excepción, sino una costumbre aflorada, pero de eso poco hablan los de Davos, se imagina el Clonista. Los argentinos, sin embargo, siguen en pie de guerra porque están hartos de las amenazas de los golfos, choros, que los gobiernan, es decir, los estafan, los roban y los tiranizan. Seguirán informando, ¡faltaba más! Por decreto gubernamental se esculpe -¡o se escupe!- la realidad, o las realidades. Todo, desde el diario, se vuelve diminuto como el tipo de letra de la Cartelera. Las distancias desaparecen y se diluye el frío de los países nórdicos y la humedad pegajosa del trópico. Pero en las imágenes aún se observa algún destello rebelde de los mensajes no sometidos a criba, ni censura: ahí están Fox y Castro, endurecidos los semblantes para que el titular, romper el hielo y tópicos de esa ralea, se justifique. Hay que asomarse, aunque aquí no estén clonadas, a las Cartas al Director, pues por ellas sí que parece colarse la realidad -la que también lo es del Clonista- en la programada del diario y el poder. Luis Andrés Muñiz nos lleva de “Vuelta al pasado”, a propósito de todo lo que no va bien en España, la luz al frente, pues a la frente hay que colocarse la lámpara de minero que permita moverse por la casa para preparar la cena, buscar el pijama de los niños o leer el propio periódico. Ibarretxe recula y afloja en su órdago a la grande. Así, reculón y realista, va alcanzando la mediocridad de Aznar a grandes zancadas. Se acabarán entendiendo. ¡Y hasta gobernando juntos! Y cierra el recuerdo la guerra al “botellón”, que no por local y costumbrista deja de ser noticia que edifique su parcela de realidad, y bien lamentable, porque tiene más de vertedero que de albergue. Salir a emborracharse, a coger un pedal de espanto y vómito, resulta ser una de las aficiones más caras a la juventud. Todos asustados ya: vecinos, alcaldes, fuerzas de seguridad, etc. ¡Cómo se echa de menos la voz siempre sabia y oportuna de la ministra de sanidad, la primera autoridad sanitaria el país! Un profesor con método sostiene que los docentes necesitan incentivos, porque no se puede estar toda una vida trabajando sin la perspectiva de una formación profesional. ¡Al Clonista se lo van a contar, que está harto de la indecencia de las autoridades docentes, de la nesciencia de los discentes y de la garrulería de tantísimos docentes entre los que se incluye, para su afrenta! Desde una escuela, la realidad se manifiesta de forma tan agresiva que resulta una proeza intelectual escapar a las poderosísimas razones del determinismo. Tal vez mañana la vida será de otro color.

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