sábado, 4 de abril de 2015

5-2-02

     Ventana es la metáfora manida y rota, porque son muchas las pedradas que contra ella se han lanzado. Pero cuando uno se asoma a ella lo que ve no es lo vivo, sino el fieltro multicolor de la realidad donde sus creaciones, ensartadas en alfileres, mantienen su decoro funeral y taxidérmico. No es que algo huela a podrido, que también, sino que todo se vuelve mojama, al ser contemplado a través de la única ventana escrita que se abre a todo el mundo. Y no le cuesta nada al Clonista reconocer que muchas veces mira con cierta desgana, y hasta con un puntito de altivez y desprecio, como si esas sombras dramáticas fueran una mala representación de lo que se supone que debería ser lo real. Hay mucho de simulacro en todo esto, demasiado. Pero vayámonos, como corresponde, de paseo, a medio camino entre el turismo alucinado y la exploración insólita, por un mundo desquiciado, lo que ha sido, de hecho, su condición sempiterna. De hoy destaca algo que afecta al Clonista en cuanto docente: el regreso de la reválida y la creación de itinerarios a partir de 3º de ESO, para evitar que las clases se conviertan en un tótum revolútum que acabe perjudicando a todos: a los que no saben, porque siguen sin aprender; y a quienes quieren aprender, porque no se les puede enseñar. ¡De qué manera se aprecia, cuando uno está al cabo de la calle de una parcelita mínima de la realidad, la facilidad con que los políticos pueden utilizar la demagogia! Los bellos ideales igualitaristas del PSOE han destrozado la educación pública en este País, y el PP se limita a darle la puntilla a un sistema que ni siquiera con este parcheo será capaz de sobrevivir a lo que es, ésa sí, una realidad de una contundencia inapelable: a los catorce años no se puede obligar a aprender a nadie, ni hay quien sea capaz de seducirlos para domesticarlos, alienarlos o castrarlos socialmente. El Clonista sabe de lo que habla, porque se le va yendo la vida en una profesión ingrata que desgasta como el vitriolo. Y cuando uno está en contacto con las limitaciones y las carencias más radicales, de poco valen los discursos bienintencionados, pero meapilas, del igualitarismo a ultranza con los que la izquierda se pone la venda ante los ojos para no ver la triste herencia que dejó quien quería que se le recordase, precisamente, por su labor en esa parcela de lo real. ¿Qué tendrá que ver la desdichada muerte de una mujer en una clínica pirata, cuando se estaba sometiendo a una liposucción, con la educación? Probablemente mucho, eso está claro. Pero establecer la conexión requiere recorrer un laberinto para el que el Clonista no se ve con fuerzas. Algo de ellas le ha devuelto la investigación sobre el aura orgásmica que precede a los ataques de epilepsia y que ha permitido, al parecer, circunscribir al hemisferio derecho del cerebro, cerca de la amígdala, la sensación del orgasmo. ¡Ay, Woody, que estamos a un paso de aquel orgasmatrón que soñaste en The Sleeper! Poco más se le ha enganchado en la nuez cerebral. Y sabe que el enfrentamiento entre musulmanes y cristianos en Nigeria -¡un país con 130 millones de almas!- resulta patético: los alienados nigerianos quitándose con saña la vida por unas ideas impuestas por aquellos misioneros para los que, durante el franquismo, solía salir el Clonista a pedir con las famosas huchas de piel roja, negro y chino. Esas autoridades religiosas que han cebado la intolerancia, ¡cuánto no echarán de menos un hermoso y espectacular auto de fe -quizás amenizado por la Fura dels Baus- donde darle tormento y fuego purificador al sacerdote homosexual! Huyamos de los mefíticos aires eclesiásticos…

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