martes, 12 de mayo de 2015

14-3-02

     Parece un sino, esto de ir detrás de la realidad con la lengua fuera y el asombro controlado. Acercándose al gran suceso anual del maratón para el que castiga el cuerpo con esmero, ciencia, paciencia y constancia, Clonista cayó ayer rendido sin poderse asomar a la ventana desde la que observa el cambiante edificio en construcción que es la realidad nuestra de cada día. Lo obvio es lo más oculto, como en el proverbio chino que dice que el lugar más oscuro es debajo de la lámpara. Que la ONU apoye la creación de un Estado palestino, con tener mérito, resulta indignante por la tardanza. Que la UE haya de reunirse resulta lamentable. Que Mugabe continúe detentando el poder es un insulto. Pero que la vida sea así, que el progreso social y moral lleve el paso tardo de los grandes saurios antediluvianos, apenas podemos considerarlo como una muestra de realismo. ¿Por qué apelamos siempre a la realidad para manifestar el conformismo ante las injusticias? Otros misterios venidos a menos son más divertidos. Como ver la faz de dibujo animado malvado del Fiscal General del Gobierno y de las multinacionales muequeando la defensa a ultranza -y a cuál si no, siendo él tan ultrareligioso, ultraconservador y ultrafelpudo- de los poderes establecidos. Una mayoría absoluta favorece el buen humor escarnecedor y ninguneador, de lo que es buen botón de muestra la actitud desconsiderada de Rajoy en el Parlamento. Los chistecillos del ministro lengua cortada ¡recuerdan tanto los silbidos de la foto psicológica donde Franco y Astray exhiben sus premonitorias muecas de dictadura absoluta! Clonista a veces se despista y pierde de vista su objetivo. Cumple, como buen oficinista, con su tarea y repasa lo repasable; pero ¿dónde se le esconde la realidad? Porque después de levantar acta de lo notable, nada de todo ello presenta rasgos ni señales de ser la realidad, verdadera, propia o vicaria. ¿Qué decir de la desinformación y de la mala fe con que se habla de la educación? La realidad es que a los niños retrasados académicamente se les segrega desde los doce años al agruparlos por nivel en un aula donde ayudarlos a superar sus dificultades de aprendizaje. ¿Tanto cuesta hablar con los datos en la mano? Lo dramático es que sólo de vez en cuando se sabe de qué se habla cuando se habla de lo que ocurre en la sociedad, quizás porque hay un desfase enorme entre lo que exige la práctica diaria y la corrección política. Ese abismo permite, por un lado, que la sociedad funcione y, por otro, que la política y la realidad se vuelvan mundos incompatibles de puro heterogéneos. Clonista camina desorientado por estas realidades diarias tan iguales a sí mismas, tan levemente cambiantes y tan irreales que a veces se sorprende en momentos de abatimiento profundo: todo se le vuelve una minucia que la letra impresa sobredimensiona. Clonista está dispuesto a discutirle al diario la idoneidad de esa realidad que se le ofrece, y que tenga la importancia con que se la presentan, sobre todo porque cuando se conoce algo del paño del que se cortan esos relieves de realidad sabe positivamente que el retal recortado es no solo uno entre otros muchos posibles, sino a veces el más insignificante. En el terreno de las artes esa sensación se agrava y se grava de  modo definitivo con el pesadísimo impuesto de la arbitrariedad, la insignificancia y la mediocridad de lo elegido. ¿Por qué el PSC ha salido en tromba contra un periodista paniaguado de MasiDuran?, pues porque sabe, por experiencia propia, qué es un pesebre. Clonista no tiende a la euforia, desde luego, pero lo real a veces sí que tiene un carácter euforizante, y sin explicación. La contemplación de un mar invernal agitado por un viento huracanado es una inyección de romanticismo, por ejemplo, tras la que nadie puede quedarse impasible, supone. De paso por una calle, un padre habla con su hija, a quien parece explicarle por qué no puede ir a recogerla: "A mí me gusta llegar al trabajo una hora antes de que llegue mi jefe y me gusta marcharme una hora después de que lo haya hecho él". Clonista sabe que ese servilismo es también la realidad (¡un pedazo enorme!) y mira con piedad a la acongojada criatura de seis añitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario