miércoles, 13 de mayo de 2015

15-3-02

     ¡De nuevo casi con dos días de retraso! Se ve que la llegada del fin de semana ralentiza la percepción, serena el brío, dispersa las fuerzas y relaja el cumplimiento de la obligación. Para  Clonista es una obligación, grata e ingrata, salir en busca, cada día, de la realidad. La principal la tiene ceñidita a él como las camisetas blancas y mojadas de las chicas de calendario, y cuesta incluso darse cuenta de que tantas actividades obligatorias constituyan la esencia de la vida de Clonista a lo largo del día que, una vez pasado, se va por el sumidero hacia el más oscuro de los olvidos. Perdemos realidad cada día, eso es evidente, y Clonista sabe que no la recupera en la información prensada, por más que se esfuerce y trate de destacar o relegar estos o aquellos sucesos. ¿Tarea inútil, la suya, pues? De dudoso sentido como mínimo. Quizás tenga razón sin pretenderlo, y su esfuerzo no será baldío, pero no está seguro. Un género inédito, como el de esta clónica, que ni es Historia, ni Dietario, ni Comentario, ni Anecdotario, ni Poliantea, ni... ¡Detente, bala! Sólo falta que Clonista se fría a sí mismo en la sartén de la necedad, llena de agujeros para asar las castañas.  De hoy es posible que quede lo mismo que quedó de ayer y que quedará de mañana: la insalvable distancia que se ha creado entre los representantes del pueblo y la parte del pueblo más involucrada en la lucha para conseguir ser factor determinante en la toma de decisiones. La democracia tiene sus grietas, y la cumbre de la UE las ha hecho patentes con la ayuda de un convencido antidemócrata como Aznar, más amigo del ordeno y mando que del dialogo y decido. Le convendría leer el largo y sencillo artículo de Semprún acerca de la europeidad bien entendida. Clonista confiesa sus lagunas y reconoce que lo ignora todo acerca de Gadamer, pero se queda con la copla del resumen de su obra hecho en la necrológica y se propone leerlo a conciencia. Barcelona es hoy más noticia por la ausencia de vehículos que por la propia cumbre europea. Es inusual ver una ciudad sin el elemento agresivo que la neurotiza, y produce una relajación insólita. Tanta como la que le acomete, a estas horas de la noche,  y le envía al amparo cálido y erótico del sobre. Ahí se va.

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