jueves, 14 de mayo de 2015

16-3-02

     La realidad revenida es ya, de momento, el plato insípido de cada día. Y no caben lamentos. Es así, con la fuerza arbitraria de los hechos y la mítica de los dichos. Cuando, además, un acontecimiento como la cumbre de la UE altera la vida ciudadana de tal modo que incluso un desplazamiento en coche por la ciudad se vuelve una complicación desmesurada, poco margen de realidad queda para que quepan esos otros acontecimientos que, con la cumbre bunquerizada, acaben de convencer a Clonista de que habita en un mundo de carne y hueso, no en la ficción escrita, televisada, radiada o redada, entre otras posibilidades de expansión -que no de expresión- del nada inocente invento de la realidad. Tanto Clonista como el común de los mortales necesitamos saber constantemente que somos realidad y que habitamos en ella, de ahí la fortuna de tantas obras de ficción que juegan con la labilidad de las fronteras entre lo real y lo imaginado o soñado. Por otro lado, el de los "contenidos" discutidos en el contenedor blindado donde se ha escenificado la opereta bufa de la gran política, apenas si quedan dos vagas referencias a la flexibilidad laboral -es decir, al despido libre, anhelado por la patronal- y a una liberalización eléctrica que hubo de discutirse con apagón incluido. Poca cosa, para tanto gasto; como la cocina de diseño para un albañil en jornada laboral. A Europa le pesan los años -una errata le había deparado a Clonista una rectificación que podría asumir: a Europa le penan los años...- y la solemnidad falsa. El goppierno sigue controlando la televisión pública ferrárizmente para que ni un rojo desteñido se asome a la pantalla y pueda decirles a los españolitos que aún se informan a través de ella algo que empañe el oropel de su gestión planchadora e implacable.  Pero la realidad hoy está, como tantas otras veces, en las cartas de los lectores, pues es allí donde el paso de la macroeconomía a la microeconomía, del macrodiscurso a la interjección, revela impunemente el desamparo del individuo. Ese es el caso de la maestra jubilada a quien, estando en la mutua ASISA, y habiendo padecido desde una leucemia, con operación de trasplante de médula incluida, hasta un derrame cerebral y una lesión de cadera, los dirigentes de la mutua le instan a que se cambie a la Seguridad Social porque les está costando mucho dinero. El neoliberalismo que ataca: o es negocio o cierro, ¿para qué quiere uno dar un servicio? El espacio determina en gran medida el sentido de la realidad, o lo enturbia. Junto a la amenaza de renuncia de los ediles socialistas amenazados por ETA, aparece el retrato de la Tigresa, Idoia López, condenada a 29 años de cárcel. Unir esas dos realidades en el espacio físico de la página sólo por la conexión territorial de ambas, ¿no es renunciar al afán de claridad que requieren los conflictos de las vascongadas? Totorika, candidato a la secretaría del PSE, quiere reavivar el espíritu de Ermua para acabar con el terrorismo. Inocente. Aún no ha comprendido que en esa guerra civil ninguno de los dos bandos tiene la intención de enfrentarse al otro, porque la particularidad de esa guerra es ser más familiar que civil. ¿Tribal, se atrevería a decir Clonista? Tribal. Se atreve. La conformación estadística de la realidad, porque la realidad o es estadística o no es nada, avanza sobre la firmeza, fineza y fiereza de preguntas como ésta: "¿Cree que los colegios deberían distribuir a los alumnos por clase en función de su rendimiento académico: los más brillantes a unas clases, los menos brillantes a otras clases?" Con esos mimbres se urden unos cestos en los que sólo cabe recoger los desechos que crearán quienes se aferren a realidades así moldeadas. Clonista iba a añadir "ciertamente", tras una coma preceptiva, pero se abstiene para no pecar de ingenuo, o de perverso. Otra de armas de cuatro patas: un policía dispara contra un pitbull para obligarle a soltar el brazo de la joven a la que atacaba, y que era pareja -se supone que en proceso de disolución amorosa- del dueño que azuzó, despechado, el perro contra ella. Y la autoridad sigue mirando -pero no silbando, no sea que se les eche uno encima- para otro lado. Clonista, que fue perseguido -en el transcurso de sus labores atléticas de fondista fondón– por un rottweiler, como dejó dicho, está especialmente sensibilizado al respecto. Nuestra sensibilidad, ahora sí que ciertamente, también influye de forma determinante para construirnos la realidad. Nuestros criterios de selección, cuyos fundamentos son de tan difícil esclarecimiento, nos deparan una realidad, o muchas, con un sello individual cuya coincidencia con otros seres resulta en muchas ocasiones problemática, y quizá venga de ahí esa sensación de considerarnos el centro de la realidad, y de considerar que es ella la que gira a nuestro alrededor. Por eso es tan fácil despreciar la realidad. A Álvaro Pombo, ubérrimo y atrabiliario cristiano gay, sin embargo, no le “gusta que se hable mal de la realidad”. La ve, el gran escritor, como el reino de lo posible, de lo aprovechable. Muy otra es la realidad y la construcción de ella que podrá ir haciéndose Celia Sierra, que ha aprendido a escribir a los 10 años y que ha ganado un premio de redacción. Vive en una chabola de la Españavabién de Aznar, y allí seguirá viviendo, aunque quizás sus luces y su determinación la alejen algún día de allí. Son contrastes duros, y según cómo se usen en los relatos pueden conllevar no poca demagogia, pero más allá de las palabras son realidad de falta de luz, de frío, de miseria, y de toda la desolación que las palabras son incapaces de transmitir, tan atildaditas todas ellas. A veces la realidad obliga al silencio. Sí.

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