18-3-02
Clonista
cierra el diario a las 23'52, tras un agotador día de trabajo y una cena
familiar llena de risas, y apenas sabe algo nuevo de esa realidad tras de la
que anda de aquí para allá a golpe de retrasos, privado de perspectiva y sumido
en la indiferencia. Recuerda vagamente lo de un tiempo a esta parte: las
hazañas bélicas de Bush; la cumbre desnortada y llena de promesas; la portada
obligatoriamente concedida a la amenazada de lapidación por una de esas
culturas tan dignas de respeto, como sostienen los escrupulosos del ídem,
aunque sea tenérselo a la barbarie, algunas batallitas minúsculas de la
política nacional, autonómica e incluso ciudadana, porque la amenaza de las
municipales está ahí, con lo que ello conlleva de tensiones artificiales para
arrastrar a la parroquia a una ilusión cada vez más difícil de suscitar. Lo
obvio se impone tan difícilmente como se le reconocerá al gran líder pepero
José María Aznar la brillantez intelectual y el desternillante sentido del
humor. Ante la amenaza de nuevas campañas electorales, ¿no sería lo más sensato
suprimirlas y obligar a los votantes a interesarse de forma más frecuente por
la acción política, sobre todo sabiendo que luego no existirían esos quince
días -a veces tres meses o dos años, como en el caso de MasiDuran- de
catequesis abominable? El goppierno sigue sacando sus cartas ocultas bajo la
llamada Ley de la Calidad de la Enseñanza. Van detrás de convertir la enseñanza
pública en gueto, y acabarán consiguiéndolo. Lo peor es que la alternativa del
PSOE es casi tan mala como las propuestas del PP. Adiós. Clonista ve cómo se le
desdibuja la realidad tras un dolor de riñones que le empaña la percepción de
todo lo habido y lo por haber. No son horas, en realidad, para descubrir un
imaginario sin límites, sin territorio y sin lenguaje. Pombo decía que la
homosexualidad es un lenguaje. Él sabrá. La realidad no, desde luego. ¡Son tan
entrañablemente ridículas las pretenciosas palabrillas que quieren calcarlo
todo! Hasta mañana.
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