lunes, 18 de mayo de 2015

20-3-02

     La realidad vale tanto por lo que es como por lo que nosotros imaginamos que es. Lo que es suele ser difícil de comprobar, al menos lo que se escapa de nuestro radio de percepción y de acción individual; pero lo que imaginamos, además de sernos familiar, se nos representa como la quintaesencia de lo verdadero. El mundo de las representaciones, que no calca del todo el mundo material, por más que en éste tengan aquellas su asiento, es para Clonista una realidad tan de tomo y lomo como la más tangible y verificable. Se ha vendido el Empire State Building y Clonista recuerda con emoción la realidad de su visita al edificio en su primer viaje a  Usamérica. No era un Clonista con 27 años quien lo visitaba, sino el niño de diez al que en la clase de geografía le hablaban de su existencia cuando estudiaba Usamérica, sus montañas, sus ríos y sus ciudades; el mismo Empire State Building donde King Kong halla su dramática muerte frente a los pilotos militares. Supone Clonista que la realidad es también esa mezcla de recuerdos, sueños, anticipaciones, olvidos y deseos cuyos bultos no siempre definidos conforman un paisaje, acaso individual e incompartible, pero intenso y lleno de vida. Al lado del Empire, la foto de la Antártida, en donde una masa de hielo como la provincia de Álava se ha desgajado y fragmentado por efecto del aumento de temperatura del planeta, da pie, sin duda, para otro capítulo de esa novela de la imaginación febril que es la realidad noticiable, la única. De hecho, en la jerarquía establecida por las empresas periodísticas, lo no publicado no es que no sea noticia o no tenga relevancia, es, simplemente, que no existe. La banda continua del teletipo va sepultando en un mar blanco como un agujero negro todo aquello que no es rescatado por los observadores atentos, capaces, con imaginación, de otorgarles el estatuto de lo real. La propaganda, a la que es tan difícil sustraerse cuando el objetivo del acta de la realidad no es reflejarla sino modificarla, se impone a menudo con el poco disimulo de quien se sabe más allá de lo real y lo imaginario. No sorprende que el fracaso policial de Aznar sea noticia de portada, por ejemplo. 1200 millones de personas viven con menos de 1 euro al día. No es real el dato. Lo real debe ser lo que la imaginación de cada uno ponga como ilustración: la enfermedad, unas fiebres malignas, una jornada de trabajo de quince horas, la falta de agua corriente, las moscas, los escorpiones, el calor agobiante, el frío despiadado, un escaparate con productos inaccesibles, el fanatismo consolador, el miedo, la carencia de calzado, el desconocimiento de la electricidad, el hedor de los grandes vertederos de basura... El titular, evidentemente, no es real. La propuesta del neofascista Bossi sí: cañonear los barcos de emigrantes que buscan un futuro en Italia. Ha añadido que sin los pasajeros, aunque es de temer que lo haya dicho con la boquita pequeña, por mor de la corrección política. Aquí, por el contrario, los inmigrantes se manifiestan en apoyo de los 7000 magrebíes a los que han desplazado, en la recogida de la fresa, los emigrantes venidos del Este: blanquitos como la leche. Los empresarios dicen que no les guían motivos racistas para esa sustitución, y está bien claro que no, ¡clarísimo! ¿Puede haber intenciones más blancas que las suyas? Llega tarde, y se le escapa a Clonista de su plano de la realidad, pero habrá para quienes, si el PSOE llega al poder, un permiso paterno, pagado, de cuatro semanas por hijo será un monumento de realidad.  Intempestivo. Ése es el adjetivo que le encanta a Goytisolo, Juan. Ése es el que han usado los miembros del tribunal que le han concedido un importante premio a la hora de definirlo. La obra viva del malditismo continúa autoesculpiendose con una tenacidad digna de mejor empeño. Sobra pose y falta palabra viva. ¡Cuánto arrastra y sofoca la tradición, aunque sea heterodoxa! Clonista sabe que habría de ser más ecuánime. Se le atraviesan ideas oscuras y pensamientos rebeldes, como leer solo la realidad de la letra minúscula, y quizás mañana sea un excelente día para ello. La jerarquía de lo real incluye también el tipo de letra, por supuesto. Y actores y actrices haylos que han puesto en el contrato el tipo de letra con que se les anunciaría, que no es asunto baladí. Por otro lado, siempre el mismo, el temor permanece incólume: ¿cuántas veces hemos de repetirnos que lo real lo es para convencernos de ello? Aun así, mucho me temo que las repeticiones contribuyan poco al quizás imposible disfrute de las presentes líneas. Claro que la realidad tampoco tiene siempre buena cara, ¿o sí? Retadorcillo que está Clonista…

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