20-3-02
La realidad vale tanto por lo que es
como por lo que nosotros imaginamos que es. Lo que es suele ser difícil de
comprobar, al menos lo que se escapa de nuestro radio de percepción y de acción
individual; pero lo que imaginamos, además de sernos familiar, se nos
representa como la quintaesencia de lo verdadero. El mundo de las
representaciones, que no calca del todo el mundo material, por más que en éste
tengan aquellas su asiento, es para Clonista una realidad tan de tomo y lomo
como la más tangible y verificable. Se ha vendido el Empire State Building y Clonista
recuerda con emoción la realidad de su visita al edificio en su primer viaje
a Usamérica. No era un Clonista con 27
años quien lo visitaba, sino el niño de diez al que en la clase de geografía le
hablaban de su existencia cuando estudiaba Usamérica, sus montañas, sus ríos y
sus ciudades; el mismo Empire State Building donde King Kong halla su dramática
muerte frente a los pilotos militares. Supone Clonista que la realidad es
también esa mezcla de recuerdos, sueños, anticipaciones, olvidos y deseos cuyos
bultos no siempre definidos conforman un paisaje, acaso individual e
incompartible, pero intenso y lleno de vida. Al lado del Empire, la foto de la
Antártida, en donde una masa de hielo como la provincia de Álava se ha
desgajado y fragmentado por efecto del aumento de temperatura del planeta, da
pie, sin duda, para otro capítulo de esa novela de la imaginación febril que es
la realidad noticiable, la única. De hecho, en la jerarquía establecida por las
empresas periodísticas, lo no publicado no es que no sea noticia o no tenga
relevancia, es, simplemente, que no existe. La banda continua del teletipo va
sepultando en un mar blanco como un agujero negro todo aquello que no es
rescatado por los observadores atentos, capaces, con imaginación, de otorgarles
el estatuto de lo real. La propaganda, a la que es tan difícil sustraerse
cuando el objetivo del acta de la realidad no es reflejarla sino modificarla,
se impone a menudo con el poco disimulo de quien se sabe más allá de lo real y
lo imaginario. No sorprende que el fracaso policial de Aznar sea noticia de
portada, por ejemplo. 1200 millones de personas viven con menos de 1 euro al
día. No es real el dato. Lo real debe ser lo que la imaginación de cada uno
ponga como ilustración: la enfermedad, unas fiebres malignas, una jornada de
trabajo de quince horas, la falta de agua corriente, las moscas, los
escorpiones, el calor agobiante, el frío despiadado, un escaparate con
productos inaccesibles, el fanatismo consolador, el miedo, la carencia de
calzado, el desconocimiento de la electricidad, el hedor de los grandes
vertederos de basura... El titular, evidentemente, no es real. La propuesta del
neofascista Bossi sí: cañonear los barcos de emigrantes que buscan un futuro en
Italia. Ha añadido que sin los pasajeros, aunque es de temer que lo haya dicho
con la boquita pequeña, por mor de la corrección política. Aquí, por el
contrario, los inmigrantes se manifiestan en apoyo de los 7000 magrebíes a los
que han desplazado, en la recogida de la fresa, los emigrantes venidos del
Este: blanquitos como la leche. Los empresarios dicen que no les guían motivos
racistas para esa sustitución, y está bien claro que no, ¡clarísimo! ¿Puede
haber intenciones más blancas que las suyas? Llega tarde, y se le escapa a Clonista
de su plano de la realidad, pero habrá para quienes, si el PSOE llega al poder,
un permiso paterno, pagado, de cuatro semanas por hijo será un monumento de
realidad. Intempestivo. Ése es el
adjetivo que le encanta a Goytisolo, Juan. Ése es el que han usado los miembros
del tribunal que le han concedido un importante premio a la hora de definirlo.
La obra viva del malditismo continúa autoesculpiendose con una tenacidad digna
de mejor empeño. Sobra pose y falta palabra viva. ¡Cuánto arrastra y sofoca la
tradición, aunque sea heterodoxa! Clonista sabe que habría de ser más ecuánime.
Se le atraviesan ideas oscuras y pensamientos rebeldes, como leer solo la
realidad de la letra minúscula, y quizás mañana sea un excelente día para ello.
La jerarquía de lo real incluye también el tipo de letra, por supuesto. Y
actores y actrices haylos que han puesto en el contrato el tipo de letra con
que se les anunciaría, que no es asunto baladí. Por otro lado, siempre el
mismo, el temor permanece incólume: ¿cuántas veces hemos de repetirnos que lo
real lo es para convencernos de ello? Aun así, mucho me temo que las
repeticiones contribuyan poco al quizás imposible disfrute de las presentes
líneas. Claro que la realidad tampoco tiene siempre buena cara, ¿o sí?
Retadorcillo que está Clonista…
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