27-3-02
A tiempo hoy, sí, pero, en vacaciones,
con la relajación propia de un veraneante sin verano, más el adelgazamiento
natural del diario, ¿qué queda de la realidad en la modorra de sobremesa de Clonista?
Recorrido el diario, una suerte de anodina reiteración cubre de indiferencia
las cuatro esquinitas revueltas con las que se cierra el hato que cargamos,
desganados y ausentes, a lo largo del camino laberíntico por el que, al menos Clonista,
no va a ninguna parte. Más cumbres. Esta vez de la Liga Árabe, y El-Aznar
impartiendo doctrina de diálogo mientras monologa autoritario y fachendoso en
su taifa mediterránea. Lejos de allí, Arafat continúa recluido por la fuerza
invasora israelí. Y más lejos aún, unos argentinos se disputan la carne de un
camión volcado en la carretera. Saramago, fiel a su comunismo primitivo y
simplón, acusa a los israelíes de ser como Hitler, y allí fue Troya dialéctica
y la unión de los contrarios, Oz y Sharon. Tras los más de dos millones de
manifestantes contra mafiosconi, los sindicatos se hacen oír y proponen una
huelga general cuyo limitado valor frente a la "legitimidad" de los
votos enseguida repetirán las voces de su amo desde Milán hasta Palermo, además
de tres o cuatro gritos contra el lobo comunista que amenaza con quitarles a
los italianos lo poco que el oso fascista les haya dejado. España, más
vascongada que nunca, se vasquiza en proporción directa al hastío con que se
soporta el "lugar central" que ocupa con su cantinela quejica. En el
distrito de las anécdotas, a menudo la realidad se impone con una naturalidad
auténtica, lejos del artificio de quienes buscan el reducido espacio de los
titulares y luchan por él a golpe de disparate: una serpiente de dos cabezas le
lleva a Clonista a la conclusión de que el Aleph borgiano es anagrama, con e
epentética, de Elaphe, serpiente. De ahí a mitos y mitologemas hay más de un
paso que Clonista no se atreve a dar. La realidad cada vez más se le confunde a
Clonista con la propaganda y el comentario interesado. Parece, en efecto, que
los diarios la anuncien, no que la reproduzcan; que la comenten, no que la
expongan: que la creen, no que la reflejen. Y así continúa Clonista, confundido
y perseverante.
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