martes, 26 de mayo de 2015

27-3-02

     A tiempo hoy, sí, pero, en vacaciones, con la relajación propia de un veraneante sin verano, más el adelgazamiento natural del diario, ¿qué queda de la realidad en la modorra de sobremesa de Clonista? Recorrido el diario, una suerte de anodina reiteración cubre de indiferencia las cuatro esquinitas revueltas con las que se cierra el hato que cargamos, desganados y ausentes, a lo largo del camino laberíntico por el que, al menos Clonista, no va a ninguna parte. Más cumbres. Esta vez de la Liga Árabe, y El-Aznar impartiendo doctrina de diálogo mientras monologa autoritario y fachendoso en su taifa mediterránea. Lejos de allí, Arafat continúa recluido por la fuerza invasora israelí. Y más lejos aún, unos argentinos se disputan la carne de un camión volcado en la carretera. Saramago, fiel a su comunismo primitivo y simplón, acusa a los israelíes de ser como Hitler, y allí fue Troya dialéctica y la unión de los contrarios, Oz y Sharon. Tras los más de dos millones de manifestantes contra mafiosconi, los sindicatos se hacen oír y proponen una huelga general cuyo limitado valor frente a la "legitimidad" de los votos enseguida repetirán las voces de su amo desde Milán hasta Palermo, además de tres o cuatro gritos contra el lobo comunista que amenaza con quitarles a los italianos lo poco que el oso fascista les haya dejado. España, más vascongada que nunca, se vasquiza en proporción directa al hastío con que se soporta el "lugar central" que ocupa con su cantinela quejica. En el distrito de las anécdotas, a menudo la realidad se impone con una naturalidad auténtica, lejos del artificio de quienes buscan el reducido espacio de los titulares y luchan por él a golpe de disparate: una serpiente de dos cabezas le lleva a Clonista a la conclusión de que el Aleph borgiano es anagrama, con e epentética, de Elaphe, serpiente. De ahí a mitos y mitologemas hay más de un paso que Clonista no se atreve a dar. La realidad cada vez más se le confunde a Clonista con la propaganda y el comentario interesado. Parece, en efecto, que los diarios la anuncien, no que la reproduzcan; que la comenten, no que la expongan: que la creen, no que la reflejen. Y así continúa Clonista, confundido y perseverante.

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