jueves, 28 de mayo de 2015

29-3-02

     Las horas se comen las horas sin darle tiempo al tiempo, ciertamente. Durante el ocio, además, se estiran con nada y bien poco puede hacerse para dejarse arrastrar por esa inquietud morbosa en que se deleitan quienes nunca tienen tiempo para dejar de quejarse de no tenerlo. Con la lasitud corporal anulando buena parte de los sentidos, y al amor de una estufa misericordiosa que alivia súbitos rigores invernales trasnochados, Clonista -al fondo un peplum de propaganda cristiana- abre la realidad, se asoma y desempolva el estupor por si esas moscas que casi nunca comparecen. A vueltas con la otra cumbre, cuyos resultados son tan ridículos -ofrecer paz a quien puede ser herido pero no vencido- como la representación europea en el demediado El-Aznar. Mientras, en uno y otro Estado, el desequilibrio del terror sigue consolidándose con la unánime aceptación de quienes, desde siglos, están resignados a la consumación de los hechos con un fatalismo incomprensible para los hijos de las Luces. Mafiosconi sigue halagando a su electorado popular y arremete contra los inmigrantes, el peligro amarillo, la peste negra, los hunos, las hordas bárbaras que acabarán con el Imperio. ¿Será amigo Mafiosconi de los jueces que han dado -en "tiempo récord"- la condicional a los esclavistas detenidos. ¿Hasta cuándo los miembros del pepé seguirán empeñados en acabar con un pacto antiterrorista que firmaron a remolque, a regañadientes y a renglón seguido, ellos que no sueñan sino con imponer su pauta, su melodía y sus arreglos? ¡Menudo hueco ha abierto en la realidad, con su muerte, el menudo y regordete Billy Wilder! Su mirada coñona queda intacta, sin embargo, en tantas películas inolvidables e inelegibles, pues ¿por cuál empezar? En la realidad enredada, hasta hoy apenas si mencionada, cuando tanto condiciona y crea, surgen ya las críticas teológicas y heterodoxas. ¡Bienvenidas sean! A Clonista, papelófilo declarado, le consuela horrores haberse escapado del ámbito clericón y reverencial de los enredados altivos y modernos; así como le entusiasma el tacto adelgazado y desteñidor de la celulosa tinta. A medio repaso de la realidad del día -eufóricamente primaveral-, ésta se ha abierto a un espacio de procesión con un ritmo roto y sostenido de timbales flagelantes que acompañaban una procesión popular -en el sentido más vulgar de la palabra, esto es, del vulgo- llena de sentido estrictamente local, pues toda la realidad del mundo pasaba esta noche por los pies descalzos del nazareno anónimo que llevaba la cruz a cuestas. Volver después a unas insulsas películas anodinas es hacerlo a otra galaxia, incluido el ET del peterpánico. Pero todo esto, sin incluir el suplemento dedicado a los libros, donde Peter Pan cumple cincuenta años, y que requiere más reposo y días por delante para saber si se le escapa a Clonista algún clásico que no sea pacotilla de agitprop, se vela con una nubecilla que anuncia el asedio benéfico de Morfeo. Y Clonista, noctámbulo, noctívago y nocherniego, se deja asediar, ¡vaya que si se deja!

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