viernes, 1 de mayo de 2015

4-3-02

     A Clonista siempre le han divertido y sorprendido las coincidencias, el bonito juego del azar objetivo. Lee en Manguel: “Los niños saben algo que la  mayoría de los adultos ha olvidado: que la realidad es todo aquello que nos parezca real”. El problema estriba en que la realidad prensada parece diseñada para que lo real se nos presente como una aproximación sin aristas, a pesar de ciertas fotografías y algunos titulares, lo cual abunda en la insensibilidad genérica producida por la saturación informativa. ¿Cuántos no usamericanos dan aún por bueno que el derrumbamiento de las Gemelas neoyorquinas fue un espectacular efecto especial, que no afectó a su integridad? Ni el caos material ni el desastre humano, y menos aún tras la férrea censura de lo en verdad acontecido, han acabado de instalarse en las conciencias con su exacta y verdadera dimensión. Habremos de esperar, sin duda, a la recreación cinematográfica explícita para sobrecogernos y, como se suele decir, “hacernos a la idea”, como ocurrió con la excelente -dentro de su género- El coloso en llamas. La realidad, en sí, a veces tiene poca capacidad para impresionar. La fábula, incluso las forjadas por nosotros, desde el juego infantil hasta las quimeras adultas, es mucho más convincente. Lo propio de la realidad es desbordar, excederse, derramarse, y cuesta lo suyo encauzarla para comprenderla. Clonista percibe los brochazos del gran retrato y muy a menudo observa cómo quedan las masas de color suspendidas ante el lienzo, indecisas de si ese blanquísimo espacio es o no el lugar adecuado para alojarse; sobre todo si, como en el caso de la reunión entre Aznar y Zapatero, el color va cambiando y lo que empezó verde esperanza acaba siendo negro bulo. La mancha de Sharon, rojo vengativo, se perfila tan nítida como la de sus fraternales enemigos fanáticos, sin embargo. Otro día más que Clonista va a remolque. Desde el día siguiente, de nuevo lo real vuelve a ajarse, a bajar una capa en el palimpsesto del fresco envejecido de cada día, pues la hora, la última hora, gobierna el desquiciamiento, el infiel desequilibrio. Los juegos de palabras siempre son una huida, como el medievalismo romántico o el chinismo modernista. Tanto es así, que han de volverse a escribir para que el corrector ortodoxo del ordenador no te convierta el chinismo en cinismo, por ejemplo, aunque, en el ámbito del juego, tampoco hubiera acabado diciendo una barbaridad. Lo único que le faltaba a India era que el tibio laicismo estatal acabara cediendo a las presiones de los partidos con proyectos de estado confesional, y por ahí van, camino de añadir intolerancia y sacrificio en un subcontinente que parece necesitar justo lo contrario. Con un interrogante piadoso, el periódico se pregunta: ¿Puede la prensa cometer genocidio?, y lo hace a propósito del juicio que se sigue contra periodistas que alentaron matanzas en Ruanda. Resulta esclarecedora esa interrogación, porque demuestra que la ingenuidad histórica o social no cae solo del lado de este Clonista temerario. Una fotografía, casi ajena a la crónica sobre el XVI congreso del PCE, en la que aparece Jorge Verstrynge, cantando puño en alto La Internacional, se ofrece como un caso espectacular de evolución ideológica ad sensu contrario, si así puede decirse, porque lo habitual ha sido que, como Tamames, Piqué, Castillo, Villalobos et alii, los jóvenes revolucionarios acaben defendiendo la reacción. Singular es, así pues, ese "desclasamiento" hacia la izquierda del antiguo "azote de rojos" y mano derecha de Fraga Iribarne, quien ahora, hasta cierto punto emulando levemente a su antiguo subordinado, anda en plena díscolomanía  respecto de las tesis oficiales de su ppartido. Deben ser las viruelas seniles. El suplemento prensado aumenta la jornada laboral: dedicado hoy a la educación en el tramo de Secundaria. ¿Conclusión?: S.O.S.  El antropólogo inocente que siguiera "un día en la vida de un alumno de Secundaria" se quedaría maravillado por la sobriedad con que somos capaces de dar por real la más extravagante cadena de disparates que imaginarse puedan, pero eso sí que cae también del lado de la fábula y del infantilismo que domina ese mundo institucional, tanto desde la trinchera de los docentes como desde la de los discentes. El arte, aun relatado, es siempre capaz de abrir una puerta por la que hallar, como en el caso de la historia de los pintores Gentileschi, padre e hija, un paisaje en el que reconocer la verdadera dimensión de lo humano, y aun de lo demasiado humano. "La vejez vejada", un reportaje sobre la indefensión de los ancianos, alerta sobre una violencia menos escaparatera que la más denunciada contra la mujer o los niños; y a Clonista se le abren las carnes solo de pensar en tantas residencias que serán más una prisión que un descanso bien ganado, y bien pagado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario