jueves, 11 de junio de 2015

11-4-02     

¿Fue ayer, hoy, lo ha oído Clonista en la SER, se lo han dicho en el trabajo o cuándo se enteró de que Garzón ha sido propuesto para el Nobel de la paz? Es un dato, no obstante. El casi todopoderoso y ubicuo juez estrella -en valoración gráfica de Máximo- y paradigma del resentimiento de voz aflautada, ahora parece nivelar la balanza de sus actos políticos al olfatear un escándalo mayúsculo -traducción: titulares durante mucho tiempo- en el asunto BBVA y apropiárselo de forma exclusiva. ¿Le habrá picado esa afirmación tajante de Aznar acerca de que nadie de su goppierno ha sabido ni sabe nada del asunto? ¡Pues que se aten los machos!  En absurda declaración, los viceseñores del mundo exigen a Arafat y a Sharon el fin de la guerra. Hay enunciados que se caen por su propio peso de estulticia, no poca malicia y exceso de escrupulosidad.  En páginas interiores, que son algo así, como los intestinos de la realidad, donde está la verdad de lo vivo, no en el "ahí fuera" de la ficción, Mariano Aguirre hace una petición racionalísima: "parar la destrucción, asumir la violencia". Ha de entenderse que por parte de Israel, claro está, pues el titular puede dar pie a entender justo lo contrario, según la óptica, ideología o principios del que lo leyere. La esquina vascongada de la realidad recoge, entre otras cosas, el abandono definitivo de Redondo, cuya identificación con Mayor él mismo reitera en la hora del adiós en un hermoso capítulo de fidelidad políticamente sorprendente, más allá de la justeza de sus juicios políticos. ¿Se espera su pronta afiliación al PP, como en el caso de Damborenea? Está en su derecho, ciertamente. Lo enigmático es que aún no se sepa de qué va a vivir, una vez abandonada la profesión política. A Clonista esa parte de la realidad, sabiendo lo duro que resulta salir adelante incluso con dos sueldos en su sociedad limitada familiar, le interesa sobremanera, y no considera  que sea peccata minuta de una curiosidad malsana. Salvando las distancias, el MH Pujol va perdiendo gas en su última etapa y se le van descubriendo las averías, en forma de sanguijuelas familiares del presupuesto catalán, que da de sí para flores e informes varios. Al final de la realidad, como el cuento amable de los padres, Peridis hace el elogio sentimental de la galleta Fontaneda, la María que él identifica con la madalena proustiana , y de la propia Aguilar de Campoo en cuyo propio nombre se prefiguraba. Junto a los dineros, que no huelen a nada, la atrocidad de la United Biscuits, condenando a una comunidad, pero llevándose la marca, porque la realidad, como ya reseñó Verdú hace meses, es la marca y nuestra vinculación sentimental a ellas, ¿quedará impune? Probablemente, con proverbial resignación, se lamenta Clonista, ávido consumidor de aquellas  delicias, a pesar de la advertencia paterna: cuando a un hombre le apetecen  galletas con  leche a media tarde es que ya está acabado. 

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