11-4-02
¿Fue ayer, hoy, lo ha oído Clonista en
la SER, se lo han dicho en el trabajo o cuándo se enteró de que Garzón ha sido
propuesto para el Nobel de la paz? Es un dato, no obstante. El casi
todopoderoso y ubicuo juez estrella -en valoración gráfica de Máximo- y
paradigma del resentimiento de voz aflautada, ahora parece nivelar la balanza
de sus actos políticos al olfatear un escándalo mayúsculo -traducción:
titulares durante mucho tiempo- en el asunto BBVA y apropiárselo de forma
exclusiva. ¿Le habrá picado esa afirmación tajante de Aznar acerca de que nadie
de su goppierno ha sabido ni sabe nada del asunto? ¡Pues que se aten los
machos! En absurda declaración, los
viceseñores del mundo exigen a Arafat y a Sharon el fin de la guerra. Hay
enunciados que se caen por su propio peso de estulticia, no poca malicia y
exceso de escrupulosidad. En páginas
interiores, que son algo así, como los intestinos de la realidad, donde está la
verdad de lo vivo, no en el "ahí fuera" de la ficción, Mariano
Aguirre hace una petición racionalísima: "parar la destrucción, asumir la
violencia". Ha de entenderse que por parte de Israel, claro está, pues el
titular puede dar pie a entender justo lo contrario, según la óptica, ideología
o principios del que lo leyere. La esquina vascongada de la realidad recoge,
entre otras cosas, el abandono definitivo de Redondo, cuya identificación con
Mayor él mismo reitera en la hora del adiós en un hermoso capítulo de fidelidad
políticamente sorprendente, más allá de la justeza de sus juicios políticos.
¿Se espera su pronta afiliación al PP, como en el caso de Damborenea? Está en
su derecho, ciertamente. Lo enigmático es que aún no se sepa de qué va a vivir,
una vez abandonada la profesión política. A Clonista esa parte de la realidad,
sabiendo lo duro que resulta salir adelante incluso con dos sueldos en su
sociedad limitada familiar, le interesa sobremanera, y no considera que sea peccata minuta de una curiosidad
malsana. Salvando las distancias, el MH Pujol va perdiendo gas en su última
etapa y se le van descubriendo las averías, en forma de sanguijuelas familiares
del presupuesto catalán, que da de sí para flores e informes varios. Al final
de la realidad, como el cuento amable de los padres, Peridis hace el elogio
sentimental de la galleta Fontaneda, la María que él identifica con la madalena
proustiana , y de la propia Aguilar de Campoo en cuyo propio nombre se
prefiguraba. Junto a los dineros, que no huelen a nada, la atrocidad de la
United Biscuits, condenando a una comunidad, pero llevándose la marca, porque
la realidad, como ya reseñó Verdú hace meses, es la marca y nuestra vinculación
sentimental a ellas, ¿quedará impune? Probablemente, con proverbial
resignación, se lamenta Clonista, ávido consumidor de aquellas delicias, a pesar de la advertencia paterna:
cuando a un hombre le apetecen galletas
con leche a media tarde es que ya está acabado.
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