viernes, 12 de junio de 2015


12-4-02

     Como se le amontonan los libros, papeles, diarios, cuadernos y un sinfín de cosas inverosímiles sobre el escritorio, a Clonista, irreductible al orden, se le amontonan sus compromisos con esta clónica tan desigual, como atrevida,y tan desorientada. Casi tres meses y medio ya de esforzado cumplimiento y aún no sabe, al inicio de cada día, ni por dónde tirar ni cómo convencerse ya de la inutilidad redundante de la aventura, que no sin par, ciertamente. A la mente le ha venido esta mañana la figura enternecedora de D. Francesillo de Zúñiga, autor de una curiosa crónica poco citada y supone Clonista que menos leída. De hecho, quizás  sea  esta una buena ocasión para revisitarla y buscar en ella las fuerzas necesarias con que continuarla, fuerzas de que tan falto anda quien, como hoy, ha de levantar la "máquina" de la obra un día más tarde, como ya es hábito de fines de semana, pues los viernes son "día de intendencia" para el Clonista-ecónomo. Los israelíes continúan siendo el ombligo del mundo, y su acción bélica una provocación desafiante que sólo se mantiene por su particular primo de zumosol usamericano. De que los dineros son el poder nadie puede dudar, y menos aún de que quienes lo poseen lo ejercen sin compasión. Desde esa obviedad cuya consignación le saca los colores a Clonista, ¿qué sentido tendrá el ambicioso Tribunal Internacional que quiere echarse a andar teniendo en su contra a Usamérica? ¿Tendrá jurisdicción sobre los únicos paraísos que hay en la Tierra, los fiscales? Garzón, eso sí, verá en él la cima de sus aspiraciones profesionales, qué duda cabe, si es que un Nobel errático y errado no nos lo engarza a la posteridad y se le queda una pose numismática a medio camino de cualquier escalera en la que se trasfigure como escultórico cuerpo robusto de la ley, sin peana. Clonista no debería intentar ser zumbón, ni chistoso, lo sabe, y trata de no hacerlo, y se arrepiente cuando cede a la facilidad de la inepcia y la sosería de sus comentarios minimalistas. Y si Haro Tecglen se muestra piadoso con el superjuez, por comparaciones de nobelados precedentes (¡Peres, Kissinger!), ¿por qué, con subjetividad tan humana como la del cascarrabias jupiterino, no iba Clonista a tener un desliz disculpable, aunque quizás encausable, por desacatante? A Clonista, Tecglen se le desmoronó -en su actual fase gaganarquista- cuando "comprendió" la pederastia del ya fallecido duque de Feria en unos términos más que ambiguos Desde la placidez de la medianoche de un sábado, después de un distendido día familiar y sus buenas horas de dedicación gastronómica, a Clonista la realidad le parece, de pronto, como un invento maléfico y sofisticado, tan válido para los artículos de Larra y las cartas de Cadalso como para, salvando muchísimas distancias, esta misma clónica, que no tiene en modo alguno ni la ambición ni la intención de aquellas empresas románticoilustradas. Manuel Escudero reflexiona sobre la política de "la vida diaria" y viene a concluir que a la política se le ha abierto un horizonte insospechado, el de las "pequeñas cosas" que, sin embargo, son esenciales para todos los ciudadanos. Quizás esa reflexión esté en la base del proyecto de Zapatero: ir ampliando las ondas de una acción política que nace de los problemas verdaderos de la ciudadanía: niños, educación preescolar, ancianos, sueldos, vivienda, educación, atención sanitaria, permisos laborales, inseguridad ciudadana, etc; es decir, todo aquello que vuelva el término política a su raíz etimológica, polis. Clonista quiere intuir que la recepción de tales mensajes es mayor de lo que las encuestas señalan, y que la insistencia en esa vía de acción política acabará dándole a Zapatero frutos sabrosos. La lástima es que el paradójico presidente de medio pelo actual se habrá retirado para entonces a silencios menos enigmáticos y soeces que los lucidos en la emisora de radio amiga, donde dejó claro que él es un padre que sabe castigar a los hijos díscolos con su ausencia y premiar a los cumplidores con su presencia. El crítico paradigmático de cine, casi en imitación Aznariana, le niega el pan y la sal, pero no el agua y el aceite, a la adaptación de El Embrujo de Shangai hecha por Trueba. Clonista, sin que sirva de precedente, y sin haber sino intuido la película -porque con sus años de cinéfilo a cuestas puede y debe hacerlo (ars longa...)-, se muestra de acuerdo con el distribuidor de líquidos, y echa de menos, ¡siempre echará de menos!, las seductoras imágenes de Víctor Erice, quizás el único director capaz de extraer de la excelentísima novela de Marsé su tempo, el tierno ritmo existencial que insufló en ella el delicado corazón de su autor. A la realidad se le viene encima un encuentro Madrid-Barça en Copa de Europa y, a diez días vista, no pasará día sin que haya una parcela cultivada con el potentísimo  abono de la rivalidad. La crisis del BBVA, es decir, los posibles delitos cometidos por sus directivos, no parece que nos alejen del cogollito del poder, pues en Usamérica se descubren ahora los trucos contables de Xerox, por ejemplo, y un fiscal llega a la conclusión de que los analistas financieros han engañado a millones de inversores. A Clonista, ingenuo e ignorante, siempre le ha llamado la atención  que los corredores de bolsa, quienes supuestamente tanto dinero pueden hacer para los demás, nunca  logren hacerlo para sí y se permitan el lujo de contratar a otros para que hagan su trabajo, ¿o es que no saben invertir sus propios ahorros? A una pregunta necia y simple le corresponde el desdén autosuficiente de los enterados o el refrán de los pájaros, pero ahí queda. No tan rotundamente, sin embargo, como desciende las escaleras de los juzgados de Barcelona el satisfecho imam de Fuengirola -brochazo retroactivo: el león de ídem, el famoso Girón de Velasco, se le ha calcado a Clonista sobre la oronda figura ideológica del imam-, a quien se le acusa de propiciar la violencia contra la mujer. ¿Su defensa? Está en el Corán. Pero no está, claro está. Por si no tuviéramos bastante con san Pablo y la misoginia de la iglesia católica, florecen en los últimos tiempos los imames de aguerridas doctrinas tradicionales de las que poco a poco iba la sociedad española liberándose: la mujer, la pata quebrada y en casa. ¿No sería a esto a lo que se referiría el denostado enemigo del multiculturalismo? Pues igual sí, claro. Como claro es el autorretrato del asesino de los concejales franceses:  "2 de enero de 2002:  Me llamo Durn. Richard. Tengo más de 33 años y no sé hacer nada en la vida, ni de mi vida. Soy onanista desde hace por lo menos veinte años. No sé lo que es el cuerpo de una mujer y nunca he vivido una verdadera historia de amor (...). He fracasado en mis estudios y no tengo profesión alguna, porque tengo miedo de trabajar y de tomar responsabilidades. No sé cómo batirme en el mundo del trabajo, cómo relacionarme con las gentes sin tratar de atarme a ellos como un niño que se ha perdido de sus padres." Contemporáneo, este apuntamiento, del inicio de la presente clónica, a Clonista se le representan las "vidas paralelas" que han seguido él y el desgraciado Durn desde entonces, y siente un escalofrío fúnebre que le deja tocado, máxime cuando en esas tristes palabras citadas ve Clonista un retrato generacional extensivo a mozalbetes que no tienen hoy más de quince años. ¿Formarán en un futuro parte de la realidad cotidiana las tragedias de las matanzas colectivas al estilo usamericano? La realidad es plural, pero no así las construcciones de lo real a las que accedemos a través de los media, y la pretensión homogeneizadora de la aldea global es un hecho contra el que cuesta luchar si uno no se sitúa al margen del sistema, se autoexcluye y encarna la oposición a la reducción sistemática de esa pluralidad en permanente entredicho.

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