12-4-02
Como se le
amontonan los libros, papeles, diarios, cuadernos y un sinfín de cosas
inverosímiles sobre el escritorio, a Clonista, irreductible al orden, se le
amontonan sus compromisos con esta clónica tan desigual, como atrevida,y tan
desorientada. Casi tres meses y medio ya de esforzado cumplimiento y aún no
sabe, al inicio de cada día, ni por dónde tirar ni cómo convencerse ya de la
inutilidad redundante de la aventura, que no sin par, ciertamente. A la mente
le ha venido esta mañana la figura enternecedora de D. Francesillo de Zúñiga,
autor de una curiosa crónica poco citada y supone Clonista que menos leída. De
hecho, quizás sea esta una buena ocasión para revisitarla y
buscar en ella las fuerzas necesarias con que continuarla, fuerzas de que tan
falto anda quien, como hoy, ha de levantar la "máquina" de la obra un
día más tarde, como ya es hábito de fines de semana, pues los viernes son
"día de intendencia" para el Clonista-ecónomo. Los israelíes
continúan siendo el ombligo del mundo, y su acción bélica una provocación
desafiante que sólo se mantiene por su particular primo de zumosol usamericano.
De que los dineros son el poder nadie puede dudar, y menos aún de que quienes
lo poseen lo ejercen sin compasión. Desde esa obviedad cuya consignación le
saca los colores a Clonista, ¿qué sentido tendrá el ambicioso Tribunal
Internacional que quiere echarse a andar teniendo en su contra a Usamérica?
¿Tendrá jurisdicción sobre los únicos paraísos que hay en la Tierra, los
fiscales? Garzón, eso sí, verá en él la cima de sus aspiraciones profesionales,
qué duda cabe, si es que un Nobel errático y errado no nos lo engarza a la
posteridad y se le queda una pose numismática a medio camino de cualquier
escalera en la que se trasfigure como escultórico cuerpo robusto de la ley, sin
peana. Clonista no debería intentar ser zumbón, ni chistoso, lo sabe, y trata
de no hacerlo, y se arrepiente cuando cede a la facilidad de la inepcia y la
sosería de sus comentarios minimalistas. Y si Haro Tecglen se muestra piadoso
con el superjuez, por comparaciones de nobelados precedentes (¡Peres,
Kissinger!), ¿por qué, con subjetividad tan humana como la del cascarrabias
jupiterino, no iba Clonista a tener un desliz disculpable, aunque quizás
encausable, por desacatante? A Clonista, Tecglen se le desmoronó -en su actual
fase gaganarquista- cuando "comprendió" la pederastia del ya
fallecido duque de Feria en unos términos más que ambiguos Desde la placidez de
la medianoche de un sábado, después de un distendido día familiar y sus buenas
horas de dedicación gastronómica, a Clonista la realidad le parece, de pronto,
como un invento maléfico y sofisticado, tan válido para los artículos de Larra
y las cartas de Cadalso como para, salvando muchísimas distancias, esta misma clónica,
que no tiene en modo alguno ni la ambición ni la intención de aquellas empresas
románticoilustradas. Manuel Escudero reflexiona sobre la política de "la
vida diaria" y viene a concluir que a la política se le ha abierto un
horizonte insospechado, el de las "pequeñas cosas" que, sin embargo,
son esenciales para todos los ciudadanos. Quizás esa reflexión esté en la base
del proyecto de Zapatero: ir ampliando las ondas de una acción política que
nace de los problemas verdaderos de la ciudadanía: niños, educación preescolar,
ancianos, sueldos, vivienda, educación, atención sanitaria, permisos laborales,
inseguridad ciudadana, etc; es decir, todo aquello que vuelva el término política a su raíz etimológica, polis. Clonista quiere intuir que la
recepción de tales mensajes es mayor de lo que las encuestas señalan, y que la
insistencia en esa vía de acción política acabará dándole a Zapatero frutos
sabrosos. La lástima es que el paradójico presidente de medio pelo actual se
habrá retirado para entonces a silencios menos enigmáticos y soeces que los
lucidos en la emisora de radio amiga, donde dejó claro que él es un padre que
sabe castigar a los hijos díscolos con su ausencia y premiar a los cumplidores
con su presencia. El crítico paradigmático de cine, casi en imitación
Aznariana, le niega el pan y la sal, pero no el agua y el aceite, a la
adaptación de El Embrujo de Shangai
hecha por Trueba. Clonista, sin que sirva de precedente, y sin haber sino
intuido la película -porque con sus años de cinéfilo a cuestas puede y debe
hacerlo (ars longa...)-, se muestra de acuerdo con el distribuidor de líquidos,
y echa de menos, ¡siempre echará de menos!, las seductoras imágenes de Víctor
Erice, quizás el único director capaz de extraer de la excelentísima novela de
Marsé su tempo, el tierno ritmo existencial que insufló en ella el delicado
corazón de su autor. A la realidad se le viene encima un encuentro Madrid-Barça
en Copa de Europa y, a diez días vista, no pasará día sin que haya una parcela
cultivada con el potentísimo abono de la
rivalidad. La crisis del BBVA, es decir, los posibles delitos cometidos por sus
directivos, no parece que nos alejen del cogollito del poder, pues en Usamérica
se descubren ahora los trucos contables de Xerox, por ejemplo, y un fiscal llega
a la conclusión de que los analistas financieros han engañado a millones de
inversores. A Clonista, ingenuo e ignorante, siempre le ha llamado la
atención que los corredores de bolsa,
quienes supuestamente tanto dinero pueden hacer para los demás, nunca logren hacerlo para sí y se permitan el lujo
de contratar a otros para que hagan su trabajo, ¿o es que no saben invertir sus
propios ahorros? A una pregunta necia y simple le corresponde el desdén
autosuficiente de los enterados o el refrán de los pájaros, pero ahí queda. No
tan rotundamente, sin embargo, como desciende las escaleras de los juzgados de
Barcelona el satisfecho imam de Fuengirola -brochazo retroactivo: el león de
ídem, el famoso Girón de Velasco, se le ha calcado a Clonista sobre la oronda figura
ideológica del imam-, a quien se le acusa de propiciar la violencia contra la
mujer. ¿Su defensa? Está en el Corán. Pero no está, claro está. Por si no
tuviéramos bastante con san Pablo y la misoginia de la iglesia católica,
florecen en los últimos tiempos los imames de aguerridas doctrinas
tradicionales de las que poco a poco iba la sociedad española liberándose: la
mujer, la pata quebrada y en casa. ¿No sería a esto a lo que se referiría el
denostado enemigo del multiculturalismo? Pues igual sí, claro. Como claro es el
autorretrato del asesino de los concejales franceses: "2 de enero de 2002: Me llamo Durn. Richard. Tengo más de 33 años
y no sé hacer nada en la vida, ni de mi vida. Soy onanista desde hace por lo
menos veinte años. No sé lo que es el cuerpo de una mujer y nunca he vivido una
verdadera historia de amor (...). He fracasado en mis estudios y no tengo
profesión alguna, porque tengo miedo de trabajar y de tomar responsabilidades.
No sé cómo batirme en el mundo del trabajo, cómo relacionarme con las gentes
sin tratar de atarme a ellos como un niño que se ha perdido de sus
padres." Contemporáneo, este apuntamiento, del inicio de la presente
clónica, a Clonista se le representan las "vidas paralelas" que han
seguido él y el desgraciado Durn desde entonces, y siente un escalofrío fúnebre
que le deja tocado, máxime cuando en esas tristes palabras citadas ve Clonista
un retrato generacional extensivo a mozalbetes que no tienen hoy más de quince
años. ¿Formarán en un futuro parte de la realidad cotidiana las tragedias de
las matanzas colectivas al estilo usamericano? La realidad es plural, pero no
así las construcciones de lo real a las que accedemos a través de los media, y
la pretensión homogeneizadora de la aldea global es un hecho contra el que
cuesta luchar si uno no se sitúa al margen del sistema, se autoexcluye y
encarna la oposición a la reducción sistemática de esa pluralidad en permanente
entredicho.
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