16-4-02
Aunque vaya Clonista "al
día", la realidad siempre está en permanente transformación, escapándose
como el tiempo. La rueda de la Fortuna que ha girado tan sorprendentemente en
Venezuela -y la sorpresa es la escasa competencia progolpista usamericana
actual tras añejos "éxitos" como el de Chile o Argentina- vuelve
viejo cualquier juicio en cuestión de horas. En la realidad prensada, que ya
lleva un día completo de desventaja frente a otros medios de comunicación, es
imposible buscar otra cosa que la perspectiva serena y el reposo analítico,
aunque, como en el caso de la huelga general en Italia, lo que habrá de ser
merece tanto crédito como lo que ha sido. La tendencia, pues, al "será noticia...",
que hace vivir a los lectores en un espacio a medias real a medias virtual,
acaba por descentrar a Clonista y, si tiene la desgracia de haber recibido
noticias a través de la radio -Clonista hace tiempo que en la televisión solo
ve películas previamente grabadas-, inducirlo a una confusión de aúpa. Con
lupa, por otro lado, ha estado su buena hora y cuarto observando el lentísimo
tejer de los gusanos de seda, de esquina a esquina de la caja de zapatos donde
habitan, para fabricar la celda ovoide donde se operará la mirífica
metamorfosis. Hacía mucho tiempo que el Clonista, fuera de las relaciones
interpersonales, no experimentaba una vivencia tan intensa de la realidad como
en esa paciente observación que le ha retrotraído a su niñez, aunque sin la más
mínima nostalgia, pues no había dolor en el regreso, sino discreta simpatía. Un
razonable día de trabajo, tres horas de clase, más cuatro horas de preparación de
las próximas en casa, le permiten a Clonista ver la realidad con una relajación
inusual, casi insólita. Cuando el estrés de los compromisos le lleva a uno como
puta por rastrojo, pararse a reflexionar sobre la realidad más parece un chiste
de humor negro o una extravagancia que propiamente la dedicación razonable y
supuestamente valiosa de un hombre de Letras. Hoy, sin embargo, se ha vuelto a
reproducir un esquema habitual: Clonista se asoma a la realidad cuando ésta
está a punto de envolverse en el manto negro de la noche y despedirse, vía
morfeomática, hasta un mañana que, hasta el presente, Dios siempre ha querido
que mañane. ¡Con qué perplejidad y temor vivía Clonista en su niñez esa
coletilla amedrentadora! Uno de los titulares de la realidad -que merecería un
cuerpo mayor y un peldaño superior- es la denuncia que hace el PSOE de la
política fiscal del PP, que beneficia a los más ricos. Abren una estrategia
cuyos réditos electorales pueden sorprenderles, si perseveran. La realidad,
para gran parte de la población, es un balance económico, y también en parte
para Clonista, quien no ignora lo gravoso que es el consumo cultural para los
sueldos modestos de algunos funcionarios, en estado permanente, además, de
pérdida adquisitiva del salario. La voz disidente de un laborista israelí, a la
que le ha costado abrirse un hueco en la realidad -que esa es otra: lo difícil
que les resulta a algunos actores salir a escena a decir su papel con la
intención de no ser considerados comparsas-, permite que ésta vuelva a tener
una complejidad que la invasión militar de palestina había laminado. Que Yossi
Beilin logre hacer entrar en razón a su partido para que no avale la política
de Sharon es ya, con todo, harina de otro costal. El dinero vuelve a escena, y
Rato, curiosamente, anda demasiado por medio, aunque con insultante desfachatez
viene a decir que él es un figurante. Figurón sí, y añoso. Millás, experto
paisano en cruces fecundos entre realidad y ficción -territorio al que sería un
desatino llamarlo reacción- publicita
una novela -o lo que sea- y aparece en la noticia un resumen argumental con
tufos de redivivo sainete. Quizás cuando vela en su columna, en vigilia
ingeniosa que arranca de un territorio compartido, y más fantástico, andan las
cosas más por su orden natural, tan pariente lejano de esta misma clónica,
salvando las distancias, y el escalafón, faltaba más, pero acaso no este Mas.
¡Y finalmente emerge una realidad cuyo encaje en la sección de Gente, tributo amarillo a la realidad
extraprensada, es ya quizá la más refinada expresión de sutileza e ingenio
posibles! El surrealista Roberto Matta -¡el último surrealista vivo!- ha sido
recibido en la Moncloa por el vate castellano José maría Aznar, Ppeppe para los
colegas líricos. El artista Matta acudió con el pasaporte español -el
periodista no especifica si lo llevaba en la boca- y se lo enseñó al fino
orfebre verbal mesetario, con quien intercambió algunas palabras, líricas y
plásticas, sobre El Quijote, sobre Chile y sobre España. En la fotografía del
pintor se advierte con claridad el ánimo surrealista con que acude a la
entrevista. Se ignora si sus asesores, crípticamente, le dijeron que bodeguilla
-ni la del medio cubana- era palabra tabú en el recinto presidencial. Así mismo
se ignora si, dada la edad del pintor, 90 años, le ofrecieron de merienda leche
con galletas María de Fontaneda.
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