lunes, 15 de junio de 2015

16-4-02

     Aunque vaya Clonista "al día", la realidad siempre está en permanente transformación, escapándose como el tiempo. La rueda de la Fortuna que ha girado tan sorprendentemente en Venezuela -y la sorpresa es la escasa competencia progolpista usamericana actual tras añejos "éxitos" como el de Chile o Argentina- vuelve viejo cualquier juicio en cuestión de horas. En la realidad prensada, que ya lleva un día completo de desventaja frente a otros medios de comunicación, es imposible buscar otra cosa que la perspectiva serena y el reposo analítico, aunque, como en el caso de la huelga general en Italia, lo que habrá de ser merece tanto crédito como lo que ha sido. La tendencia, pues, al "será noticia...", que hace vivir a los lectores en un espacio a medias real a medias virtual, acaba por descentrar a Clonista y, si tiene la desgracia de haber recibido noticias a través de la radio -Clonista hace tiempo que en la televisión solo ve películas previamente grabadas-, inducirlo a una confusión de aúpa. Con lupa, por otro lado, ha estado su buena hora y cuarto observando el lentísimo tejer de los gusanos de seda, de esquina a esquina de la caja de zapatos donde habitan, para fabricar la celda ovoide donde se operará la mirífica metamorfosis. Hacía mucho tiempo que el Clonista, fuera de las relaciones interpersonales, no experimentaba una vivencia tan intensa de la realidad como en esa paciente observación que le ha retrotraído a su niñez, aunque sin la más mínima nostalgia, pues no había dolor en el regreso, sino discreta simpatía. Un razonable día de trabajo, tres horas de clase, más cuatro horas de preparación de las próximas en casa, le permiten a Clonista ver la realidad con una relajación inusual, casi insólita. Cuando el estrés de los compromisos le lleva a uno como puta por rastrojo, pararse a reflexionar sobre la realidad más parece un chiste de humor negro o una extravagancia que propiamente la dedicación razonable y supuestamente valiosa de un hombre de Letras. Hoy, sin embargo, se ha vuelto a reproducir un esquema habitual: Clonista se asoma a la realidad cuando ésta está a punto de envolverse en el manto negro de la noche y despedirse, vía morfeomática, hasta un mañana que, hasta el presente, Dios siempre ha querido que mañane. ¡Con qué perplejidad y temor vivía Clonista en su niñez esa coletilla amedrentadora! Uno de los titulares de la realidad -que merecería un cuerpo mayor y un peldaño superior- es la denuncia que hace el PSOE de la política fiscal del PP, que beneficia a los más ricos. Abren una estrategia cuyos réditos electorales pueden sorprenderles, si perseveran. La realidad, para gran parte de la población, es un balance económico, y también en parte para Clonista, quien no ignora lo gravoso que es el consumo cultural para los sueldos modestos de algunos funcionarios, en estado permanente, además, de pérdida adquisitiva del salario. La voz disidente de un laborista israelí, a la que le ha costado abrirse un hueco en la realidad -que esa es otra: lo difícil que les resulta a algunos actores salir a escena a decir su papel con la intención de no ser considerados comparsas-, permite que ésta vuelva a tener una complejidad que la invasión militar de palestina había laminado. Que Yossi Beilin logre hacer entrar en razón a su partido para que no avale la política de Sharon es ya, con todo, harina de otro costal. El dinero vuelve a escena, y Rato, curiosamente, anda demasiado por medio, aunque con insultante desfachatez viene a decir que él es un figurante. Figurón sí, y añoso. Millás, experto paisano en cruces fecundos entre realidad y ficción -territorio al que sería un desatino llamarlo reacción- publicita una novela -o lo que sea- y aparece en la noticia un resumen argumental con tufos de redivivo sainete. Quizás cuando vela en su columna, en vigilia ingeniosa que arranca de un territorio compartido, y más fantástico, andan las cosas más por su orden natural, tan pariente lejano de esta misma clónica, salvando las distancias, y el escalafón, faltaba más, pero acaso no este Mas. ¡Y finalmente emerge una realidad cuyo encaje en la sección de Gente, tributo amarillo a la realidad extraprensada, es ya quizá la más refinada expresión de sutileza e ingenio posibles! El surrealista Roberto Matta -¡el último surrealista vivo!- ha sido recibido en la Moncloa por el vate castellano José maría Aznar, Ppeppe para los colegas líricos. El artista Matta acudió con el pasaporte español -el periodista no especifica si lo llevaba en la boca- y se lo enseñó al fino orfebre verbal mesetario, con quien intercambió algunas palabras, líricas y plásticas, sobre El Quijote, sobre Chile y sobre España. En la fotografía del pintor se advierte con claridad el ánimo surrealista con que acude a la entrevista. Se ignora si sus asesores, crípticamente, le dijeron que bodeguilla -ni la del medio cubana- era palabra tabú en el recinto presidencial. Así mismo se ignora si, dada la edad del pintor, 90 años, le ofrecieron de merienda leche con galletas María de Fontaneda.

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