sábado, 27 de junio de 2015

27-4-02

     Por el asesinato a la fama. Tal puede rezar la realidad del día tras el escalofriante asesinato de 17 personas cometido por un joven estudiante de secundaria en Alemania. “Algún día quiero ser famoso”, lo que para el alumno en cuestión significaba que lo conocieran y que hablaran de él. Su confianza en la vida ultraterrena debía ser tan firme como la serenidad enajenada con que disparó contra sí mismo para culminar su obra infame. ¡Ah, la fama, cuántos crímenes se cometen en su nombre! Que haya ocurrido en un instituto de secundaria prueba, sólo en cierta medida, el fracaso de las buenas intenciones. En el ámbito de la cultura -si es que la educación pertenece a ese ámbito, que Clonista lo duda con conocimiento de causa-, bien poco deben haberle impresionado la mente, al asesino, los ejemplos de la abnegación, la voluntad, la austeridad, el sacrificio, la perseverancia, etc., que en la institución académica ha tenido que conocer. ¡Cuánta distancia, y cada vez más, hay entre la vida diaria y el saber académico! Quizás sea exagerado hablar de institución carcelaria, refiriéndonos a la escuela, aunque Illich lo sostenía, pero no lo es el hecho de que constituya un mundo aparte, una dimensión muy parecida a lo que es la realidad para cualquier lector de la prensa que exprime un universo tan ajeno a las preocupaciones del día tras día. Después de un fin de semana secuestrado por la tortura de las correcciones escolares, de buena mañana de lunes -autoironía sobre las cuatro horas de escaso sueño que contemplan a Clonista- abre éste la realidad prensada de hace dos días y es capaz de verla, tras el hiato en blanco del domingo -el castrador de la casa de Bernarda Alba corregida al por mayor-, con ojos de auténtica novedad. Bien poca cosa lo es, ciertamente, pero Clonista, que a pesar del cansancio está  tecleantemente locuaz, insiste en su buena disposición. Hay días, como el del próximo lunes, desde el que se escribe la realidad de hoy, en que esa realidad se ve diáfana, ajustada, armónica, jorgeguilleniana de las doce en el reloj: oscuros procesos cerebrales y secreciones miríficas contribuirán a ello, sin duda. Es sabido que la realidad construida desde los media se impone fácilmente a la construida individualmente por cada quisque, de ahí que todo aquello en lo que se insista desde aquéllos se convierta en la "primera preocupación de la ciudadanía -o espectadornía”-. Hace tiempo que no se oye el mugido ignaro de ninguna vaca loca; y ahora solo se oyen las suicidas quillas de las pateras corsarias llevando esclavos estafados desde el infierno hasta el subsuelo del paraíso. Hoy, además, y ya es curioso, con tan brillantes ánimos como los de aquella mañana de lunes, a Clonista apenas se le quedan en la mente sino las noticias empañadas de muerte o desamparo, como el de esos cinco hijos y su cachorro de pitbull, todos hambrientos y desatendidos. O el remedo cheguevariano de la muerte del líder checheno, manquedad incluida, y ya van dos en el curso del año. ¿Existe Chechenia? A Clonista le asalta la duda, antigua, de que le estén contando un cuento triste para atemorizarlo. No lo es el de la inseguridad de los agricultores, expuestos a todos los robos del mundo, en verano y en invierno. Suerte que la visión de Tanguy, una película de Etienne Chatiliez, anima en su intrascendencia de “cosas de ricos” la velada de Clonista y conjunta. ¡Qué película tan distinta, con el mismo tema, saldría si se bajaran algunos escalones en la pirámide social! A su modo, la realidad prensada exprime con morbosidad esa visión “naturalista” de lo real. En último término del amedrentador paisaje de lo real, lleno hoy de minucias metropolitanas, coincide Clonista con la extrañeza de Verdú sobre la unanimidad legionaria contra Le Pen, manifestación insigne del vacío ideológico que aqueja a las democracias-espectáculo. Como que ya no somos votantes, sino audiencia, aunque sólo nos llegue ruido, mucho ruido, y pocas nueces.

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