miércoles, 3 de junio de 2015

4-4-02

     Hoy tampoco es el día de lo marginal. Lo que no deja nunca de sorprenderle a Clonista es la facilidad con que la realidad prensada desaparece de la mente del lector apenas han pasado unas horas desde que la leyó. ¿Será una estrategia para renovar nuestro interés por lo que sucede, para sentirnos parte de ese entramado disparatado que contemplamos y analizamos como si fuese la gran aventura de la Humanidad? El arte es más exigente que la realidad, sin duda. Mientras en la realidad somos capaces de interesarnos de forma plural, el arte exige una dedicación singular y exclusiva. El ridículo europeo ante la sangrante agresión israelí a Palestina no pasa de ser un capítulo más del secular modus operandi histórico de los famosos intereses nacionales. La tradición judeo-cristiana pasa factura e impone posturas, y si a eso se añade la mala conciencia alemana y francesa por su antiguo antisemitismo, más los intereses económicos y el "despiste" de otras naciones que miran hacia otro lado, o directamente hacia sus ombligos o, temerosas, hacia la decisión -que no llega- del patrón usamericano, el resultado salta a la vista y a la vergüenza de quienes contemplan el poco valor de las causas justas. Extendida la especie de que Sharon y Arafat son hombres ancianos e incompetentes que han de ser sustituidos para poder llegar a nuevos acuerdos, parece que se haya hallado ese justo medio que permite a los analistas cuadrar el círculo de la recriminación, la lamentación y la independencia de criterio, que vale tanto como no juzgar. La fragmentación de la realidad genera una pluralidad imposible de abarcar. La realidad prensada, una entre las muchas posibles -y ahí están las diferentes empresas de comunicación a las masas para comprobarlo-, le recuerda a Clonista permanentemente la tenue ligazón que existe entre él y los contenidos de esa fragmentación caótica. Sí, la realidad es un caos cuyas leyes son imposibles de determinar, simplemente porque no existen. Todos los cuentos que intentan "dar razón" de ese caos, no dejan de ser historias más o menos artificiosas para pasar el rato o entretener la espera de la muerte. La polémica sobre la futura ilegalización de Batasuna exhibe el lado más patético de la realidad: su condición exclusivamente verbal. Lo que para la Literatura es toda la vida, para la vida cotidiana es mala literatura. Clonista, alarmado por el exceso de publicidad que se apropia de lo real, de tal modo que a menudo resulta difícil deslindar los terrenos propios de ambos, se propone -otro más de sus compromisos fáciles y de casi imposible cumplimiento- hacer el escrutinio pertinente cuando los agobios de lo inmediato le dejen respirar tranquilo unas horas. Son los rostros sonrientes que se asoman a la cámara del fotógrafo para ilustrar las famosas "promociones", sobre todo culturales, los que le han llamado la atención. Seguramente el exceso conduce a la indiferencia, la mucha oferta al retraimiento del consumo. ¿Y qué ardite se le da a Clonista de todo ello? Es incorregible su tendencia a las muchas varas en las camisas. Ahora, camisón de dormir.

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