4-4-02
Hoy tampoco
es el día de lo marginal. Lo que no deja nunca de sorprenderle a Clonista es la
facilidad con que la realidad prensada desaparece de la mente del lector apenas
han pasado unas horas desde que la leyó. ¿Será una estrategia para renovar
nuestro interés por lo que sucede, para sentirnos parte de ese entramado
disparatado que contemplamos y analizamos como si fuese la gran aventura de la
Humanidad? El arte es más exigente que la realidad, sin duda. Mientras en la
realidad somos capaces de interesarnos de forma plural, el arte exige una
dedicación singular y exclusiva. El ridículo europeo ante la sangrante agresión
israelí a Palestina no pasa de ser un capítulo más del secular modus operandi
histórico de los famosos intereses nacionales. La tradición judeo-cristiana
pasa factura e impone posturas, y si a eso se añade la mala conciencia alemana
y francesa por su antiguo antisemitismo, más los intereses económicos y el
"despiste" de otras naciones que miran hacia otro lado, o
directamente hacia sus ombligos o, temerosas, hacia la decisión -que no llega-
del patrón usamericano, el resultado salta a la vista y a la vergüenza de
quienes contemplan el poco valor de las causas justas. Extendida la especie de
que Sharon y Arafat son hombres ancianos e incompetentes que han de ser
sustituidos para poder llegar a nuevos acuerdos, parece que se haya hallado ese
justo medio que permite a los analistas cuadrar el círculo de la recriminación,
la lamentación y la independencia de criterio, que vale tanto como no juzgar.
La fragmentación de la realidad genera una pluralidad imposible de abarcar. La
realidad prensada, una entre las muchas posibles -y ahí están las diferentes
empresas de comunicación a las masas para comprobarlo-, le recuerda a Clonista
permanentemente la tenue ligazón que existe entre él y los contenidos de esa
fragmentación caótica. Sí, la realidad es un caos cuyas leyes son imposibles de
determinar, simplemente porque no existen. Todos los cuentos que intentan
"dar razón" de ese caos, no dejan de ser historias más o menos
artificiosas para pasar el rato o entretener la espera de la muerte. La
polémica sobre la futura ilegalización de Batasuna exhibe el lado más patético
de la realidad: su condición exclusivamente verbal. Lo que para la Literatura
es toda la vida, para la vida cotidiana es mala literatura. Clonista, alarmado
por el exceso de publicidad que se apropia de lo real, de tal modo que a menudo
resulta difícil deslindar los terrenos propios de ambos, se propone -otro más
de sus compromisos fáciles y de casi imposible cumplimiento- hacer el
escrutinio pertinente cuando los agobios de lo inmediato le dejen respirar
tranquilo unas horas. Son los rostros sonrientes que se asoman a la cámara del
fotógrafo para ilustrar las famosas "promociones", sobre todo
culturales, los que le han llamado la atención. Seguramente el exceso conduce a
la indiferencia, la mucha oferta al retraimiento del consumo. ¿Y qué ardite se
le da a Clonista de todo ello? Es incorregible su tendencia a las muchas varas
en las camisas. Ahora, camisón de dormir.
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