5-4-02
Hoy,
atrevimiento insólito, Clonista se anticipa a la realidad ignota y se instala,
muy brevemente, en un día no nacido sobre el que no puede decir nada que no sea
aventurarse en oficio de futurólogo, para el que quizás esté menos dotado aún
que para el de clonista. La fecha anodina encabezando un vacío luminoso se ha
convertido en una tentación, la de emborronar el comienzo del nuevo día. Si
dispusiera de más tiempo y menos sueño, quizás se aventuraría a formular
algunas hipótesis o predicciones tan facilonas como la continuación de ciertos
hilos conductores, pero se trata de un juego absurdo y aburrido. Lo poético del
asunto estribaba en adentrarse en este nuevo día sin tener nada que decir y sin
saber qué dirá de aquí a unas pocas horas. El nuevo día, ya transcurrido, ha
resultado ser un día tan viejo como el de ayer, igualmente apegado a las
rutinas y con escasísimas novedades. Si acaso, la contraportada, alusiva al
posible traslado de la residencia de los niños de San Ildefonso -los cantores
de la lotería de Navidad-, le ha traído a Clonista el recuerdo de un amigo
perdido, Salus, quien fue profesor de química en esa institución. Y si los
amigos se pierden en ese trasiego del vivir, ¿cómo no va a perderse la
realidad, mucho menos cercana y afectuosa? De todo el repaso, largo repaso a la
realidad prensada, Clonista apenas ha retenido sino dimes y diretes, tensiones,
publicidad, mucha publicidad, algunas lelas expresiones de felicidad por lo
bien que les van las cosas a quienes las exhiben y tufos inmensos de vanidad, malas
intenciones, desconciertos e ingenuidades. ¿Es la realidad prensada un espejo?
¿O un pozo? ¿O un agujero negro que devora tantísimas energías como despliegan
las gentes, Clonista entre ellas, por supuesto, para vivir las largas y duras
jornadas que transcurren en un santiamén? A Clonista, aún no del todo vencido
por el cansancio tras la jornada con final natatorio, se le queda cara de
imbécil ante el vacío sorprendente en que permanece tras haber cerrado las
difícilmente manejables páginas del diario, tan inclinadas a vencerse en todas
las direcciones posibles, a retorcerse en las manos como si las espolearan las
dramáticas y violentas noticias del interior. Sabe que Piqué y Solana han hecho
el ridículo de la impotencia. Sabe que Aznar, resabiadillo ya tras sus años de
poder absoluto, se complace en castigar
a Zapatero con la vileza del acomplejado. Sabe que un nuevo IRPF acabará
favoreciendo exclusivamente a quienes más ganan, los votantes habituales del PP.
Sabe que se ha descubierto el genoma del arroz, más complejo, al parecer, que
el de los seres humanos. Sabe que en la situación de excepción que se vive en
las vascongadas un tiroteo de mala película de espías ha puesto una guinda
trágica a un pastel podrido. Y sabe que hoy hay un desfile de críticas de cine
que le han dejado indiferente, pues ninguna le ha llamado la atención lo
suficiente como para proponerse ir a verla, y ello a pesar de que mañana será
día de cine, gracias a la abnegación de la abuela que acoge a los nietos, para Clonista
y su conjunta. Las dudas no dejan de asaltar a Clonista de forma continua. La
fundamental es sobre el sentido del compromiso adquirido y, entre las
accesorias, destaca sobre todo la inseguridad de haber acertado con el
planteamiento, el tono y la selección del contenido. ¡Ahí es nada! Como para
seguir, después, uncido a este carro de Tespis donde se representa la comedia
más vieja del mundo. A veces Clonista se cansa de ver repetidos los mismos
telones de fondo y de insistir en argumentos archimanidos, y tiene la tentación
de dejarse llevar por la imaginación retozona, pero de momento aguanta, se
contiene y se ajusta al plan concebido ¿en mala hora? En todo caso, con la
facilidad engañosa de las falsas promesas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario