domingo, 7 de junio de 2015

7-4-02

     A renglón seguido -así va Clonista de achuchado- de la realidad de ayer, aquí está, con su relajación dominical inevitable, la del día siguiente, tan dado a los reportajes, los resúmenes, las crónicas inacabables y los suplementos llenos de hermosas fotografías publicitarias, una entrevista muy a menudo prescindible y algunos reportajes superficiales, como el que hoy se anuncia en la banda azul de la primera página sobre un país de mujeres, es decir, sobre las mujeres de este país, el prensado y el que le sirve de referencia, ya que no de modelo. Con todo, Clonista, al que le ha resbalado la realidad por el sumidero que conduce al olvido, sabe que hoy lo único reseñable está en el suplemento Domingo del diario, donde Arcadi Espada y Roman Gubern reflexionan sobre el amarillismo de la prensa. Todo lo demás se le ha desvanecido tan pronto como lo ha leído. Ni siquiera las cartas de amor de Pedro Salinas a la estudiante usamericana de la que se enamoró han sido capaces de concitar su atención. Mucho menos aún, la rueda inacabable de consideraciones acerca de la debilidad europea, la arrogancia usamericana, o los novedosos arrepentimientos de quienes concedieron a Peres el Nobel de la Paz y ahora ven cómo, el fementido laborista, aprueba con su silencio cómplice la política genocida de Sharon. Pero las equivocaciones de la Academia sueca no son la excepción, claro está. El titular de Gubern y Espada contiene una obviedad y una falsedad: la obviedad es que la prensa fabrica la realidad; la falsedad, que eso sólo lo hagan "subproductos periodísticos". Periodismo equivale a fabricación, a creación, siempre interesada. Detrás de un periódico siempre hay una empresa, un sindicato, una iglesia, una cooperativa... El discurrir de la conversación es ameno, pero las opiniones son trilladas y la extensión del asunto a la televisión e Internet alejan el contenido del interés de Clonista, tan ceñido a la letra impresa. Se nota cansados a los interlocutores, como si fueran conscientes de que sus obviedades van a ser mero relleno de edición dominical, un artículo leído por encima o que simplemente pasa inadvertido, dada la escasa capacidad de enganche del titular, que apunta hacia El Mundo, La Razón o el ABC y después yerra el tiro.

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