12-5-02
A toro pasado, como algunos días en que
la realidad de corto radio se impone avasalladoramente y te gobierna, Clonista
se acerca a la supuesta realidad de largo alcance, esa ilusión escenográfica
salida de la mente de un enajenado. Ayer la coincidencia con Miguel en la cola
de la exposición Paris Barcelona se llevó el día con los fastos de la amistad y
los lametazos en las heridas profesionales. Un lunes de buena mañana -hoy sí,
de sol contundente tras una semana de lluvias- la realidad prensada del domingo
se ve lejana, conseja de ancianos, sello pegado al sobre vacío de una carta
cuyo aviso llega con posterioridad a la consumación de los hechos. El domingo,
no obstante, se aminora el ritmo trepidante de la información y se cuelan en la
recopilación de lo real algunos remansos recapituladores. Tal es el caso de la
entrevista con Rajoy, un ppresidenciable sombrío y de humor agrio y cuartelero,
cuya lista de obviedades y pproppaganda poco o nada tiene que envidiar a la de
su jefe de filas prietas. Los actores de la información se lucen en esas
exclusivas intrépidas que forman parte del juego profesional de los portavoces
de la realidad, moiseses reveladores de la palabra del gran demiurgo. La
crónica con imágenes del asedio a la iglesia de la natividad en Belén es el
bocadito de gloria del día. De mayor importancia es la revelación del trucaje
burdo de algunas pruebas incriminatorias contra Arafat por parte de las fuerzas
de ocupación y devastación. Y de mayor aún el que los israelíes, aun en número
reducido, se hayan sacudido el temor a ser calificados de quintacolumnistas de
Arafat y se hayan manifestado contra sus gobernantes electos y erectos en una
orgía de sangre y destrucción. No habiendo ataques personales de envergadura
-en las palabras, claro, que no en los escuálidos contendientes del ruedo
político- la realidad nacional se presenta como un mar con calma chicha en la
que sólo la acusación maragalliana a PP y CiU -¿será la cópula siempre
minúscula por el pudor democristiano de Unió?- de ser los responsables de la
inseguridad ciudadana levanta un pequeñísimo oleaje, a no ser que sea una
muestra no en exceso críptica de por dónde van a ir los tiros de la próxima
campaña electoral municipal. Por lo demás, Clonista sigue dándole vueltas a la
idea fuerza del aburrimiento bostezante que dimana de la lectura de la realidad
filtroprensada, no tanto por el ya comentado agotamiento similar al síndrome
Stendhal del turista, sino por algunas razones de mayor complejidad, como por
ejemplo el rígido esquema de sucesión de las noticias o la omnipresencia de los
criterios ideológicos con que se fragmenta ese bloque macizo y casi
impenetrable al que llamamos realidad con la intención de que el nombre nos
convenza de su existencia.
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