lunes, 13 de julio de 2015

13-5-02

     Después de los ladridos propagandísticos -esto es, conseguido el efecto mediático deseado-  llega  el periodo de reflexión en el que se está dispuesto a reconocer que lo razonable siempre es susceptible de mayores adhesiones, incluso hasta inquebrantables. Por los derroteros del sentido común, la ley de partidos irá perdiendo su carácter de casus belli y acabará teniendo carácter y cuerpo de ley, en vez del de arbitrario decreto sin garantías legales, pero con respaldo popular, contra las armadas moscas cojoneras de B. Al otro lado del top-manta de lo real prensado, la bonhomía de Carter le da alas mediáticas al viejo dictador enfurruñado. Malestar analizado es lo que ofrece Andrés Ortega en su artículo de opinión. En estos tiempos de confusión, el riesgo se ha convertido en un hábito, un reto, un peligro y, según la cita de Giddens, un estímulo. Clonista lo tiene crudo, porque Ortega indica que el espacio político único es, hoy, la televisión. A ese respecto, Clonista venía preguntándose ya hace varios días qué había sido del gran Satán terrorista que amenazaba al propio mundo, de uno a otro confín, el multimillonario filousamericano en tiempos, Bin Laden. El gran silencio se ha hecho. Afganistán prácticamente ha desaparecido del globo encuadernado de la realidad prensada. Bin Laden y sus secuaces se han mimetizado con la sombra y han pasado al archivo de donde oportunamente serán rescatados cuando toque, según el estilo pujoliano que debería haber tenido mayor éxito coloquial y gubernamental, hasta convertirse en la expresión internacional más conocida de Cataluña, tras el museo del Barça y la imaginación sensualísima del místico Gaudí. ¡Qué combate, el suyo, entre el delirio de los sentidos y la represión mística!  Al margen de la “ola de inseguridad que nos invade”, el asesinato de la joven de Vigo una tarde en que salió a correr le impacta a Clonista por la afinidad deportiva. Hasta el presente, los enemigos del corredor eran tres, tradicionalmente: los perros, los coches (y motos) y los médicos. Añadir otro, los asesinos sádicos, provoca un escalofrío sobresaliente. La única realidad para muchos millones de personas habrá sido hoy, sin embargo, el final de la liga de fútbol, la rellegada de míster positifo-negatifo al Barça, la antesala de la gloria o el fracaso del Madrí en Glasgow y el futuro campeonato mundial en Corea y Japón. ¡Qué de mundos incomunicados! Hay puentes, sí, o quizás sólo pasarelas frágiles, pero Clonista tiene la impresión de que son incompatibles, aunque la obligación de atravesar más de uno, como por ejemplo el voto democrático, genera monstruos, no en tanto que sueños de la razón, sino, precisamente de lo contrario, de la sinrazón.

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