14-5-02
A pesar del día de asueto arrancado a
la salud del cuerpo, las sísifas correcciones escolares le tienen al clonista
al borde del colapso. A ultimísima hora se dispone a cumplir con su obligación
redundante y a situarse, en consecuencia, en el estado de gracia inefable que
le permite día sí y día también asediar a ese concepto de la realidad, tan huidizo
a fuerza de rotundo. La epifanía de lo sorprendente, la flaqueza humana, la
hipocresía y otras lacrillas veniales y mortales son siempre algunos de los
poderosos atractivos que tiene el hecho de desplegar ante los ojos el mapa
prensado de lo real. Desde Israel bien se intentó vender la realidad
“incontestable” de la incriminación de Arafat en la financiación del terrorismo
palestino. ¿No habrá sido la Historia siempre el empecinamiento en la
imposición de lo real? De oídas le llega a Clonista lo que también es seña de
identidad de la realidad: su terquedad. Es cosa de mañana, y para entonces
queda, pero al fin se impuso la evidencia de lo que persevera en su ser, sin
falsía sobreañadida que valga: la inflación desbocada ha venido y todos sabemos
cómo ha sido, rodando desde enero sobre el redondeo, a pesar de los
anfractuosos amaños estadísticos del goppierno. Lo de hoy, a lomos garZonescos
del caso BBVA, vuelve a poner en la picota a otro obispado, esta vez el de
Bilbao, con cuentas en el paraíso fiscal de Jersey. Clonista, como es obvio,
renuncia a cualquier chistecillo barato, pues la noticia lleva incluido el
sarcasmo. Se reducen en casi un 40% las posibilidades de morir por efecto de
una guerra nuclear, y las albricias parecen dar a entender que ese otro 60% es
decorativo, de pega o inofensivo. ¡Ay, estos puritanos acuerdos de putibush!
Que la realidad es una obra de ingeniería financiera cada vez admite menos
dudas, a juzgar al menos por los rumores interesados desde el omnímodo poder
del dinero contra el candidato izquierdista Lula en Brasil, un país donde
debería resultar inexplicable el abismo que separa sus clases sociales. Entre
varias rutinas, se alza hoy la noticia carpetovetónica de la renuncia
gubernamental a explotar la patente del oleato de estrona, una hormona
descubierta por un equipo de investigadores de la UB. ¿Su importancia? Nada
menos que la de un posible agente antiobesidad. La proverbial perspicacia
usamericana ya ha adquirido los derechos para producir un fármaco y sacarla al
mercado en tres años. Lo de la viagra se puede quedar en anécdota, desde luego.
¡Pobre Cernuda! ¡Centenariado bajo la presidencia del goppierno y con el
delicado poeta castellano Josemari Aznar dispuesto a lucir su palmito
ilustroso, por ser generosos...! ¡País de guiñol, este nuestro, ciertamente!
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