martes, 14 de julio de 2015

14-5-02

     A pesar del día de asueto arrancado a la salud del cuerpo, las sísifas correcciones escolares le tienen al clonista al borde del colapso. A ultimísima hora se dispone a cumplir con su obligación redundante y a situarse, en consecuencia, en el estado de gracia inefable que le permite día sí y día también asediar a ese concepto de la realidad, tan huidizo a fuerza de rotundo. La epifanía de lo sorprendente, la flaqueza humana, la hipocresía y otras lacrillas veniales y mortales son siempre algunos de los poderosos atractivos que tiene el hecho de desplegar ante los ojos el mapa prensado de lo real. Desde Israel bien se intentó vender la realidad “incontestable” de la incriminación de Arafat en la financiación del terrorismo palestino. ¿No habrá sido la Historia siempre el empecinamiento en la imposición de lo real? De oídas le llega a Clonista lo que también es seña de identidad de la realidad: su terquedad. Es cosa de mañana, y para entonces queda, pero al fin se impuso la evidencia de lo que persevera en su ser, sin falsía sobreañadida que valga: la inflación desbocada ha venido y todos sabemos cómo ha sido, rodando desde enero sobre el redondeo, a pesar de los anfractuosos amaños estadísticos del goppierno. Lo de hoy, a lomos garZonescos del caso BBVA, vuelve a poner en la picota a otro obispado, esta vez el de Bilbao, con cuentas en el paraíso fiscal de Jersey. Clonista, como es obvio, renuncia a cualquier chistecillo barato, pues la noticia lleva incluido el sarcasmo. Se reducen en casi un 40% las posibilidades de morir por efecto de una guerra nuclear, y las albricias parecen dar a entender que ese otro 60% es decorativo, de pega o inofensivo. ¡Ay, estos puritanos acuerdos de putibush! Que la realidad es una obra de ingeniería financiera cada vez admite menos dudas, a juzgar al menos por los rumores interesados desde el omnímodo poder del dinero contra el candidato izquierdista Lula en Brasil, un país donde debería resultar inexplicable el abismo que separa sus clases sociales. Entre varias rutinas, se alza hoy la noticia carpetovetónica de la renuncia gubernamental a explotar la patente del oleato de estrona, una hormona descubierta por un equipo de investigadores de la UB. ¿Su importancia? Nada menos que la de un posible agente antiobesidad. La proverbial perspicacia usamericana ya ha adquirido los derechos para producir un fármaco y sacarla al mercado en tres años. Lo de la viagra se puede quedar en anécdota, desde luego. ¡Pobre Cernuda! ¡Centenariado bajo la presidencia del goppierno y con el delicado poeta castellano Josemari Aznar dispuesto a lucir su palmito ilustroso, por ser generosos...! ¡País de guiñol, este nuestro, ciertamente!

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