martes, 14 de julio de 2015

15-5-02

     Pues sí, ese puntito de terquedad de los hechos de lo real -tenga la parte que tenga de mérito en su definición- no deja de ser un livianísimo consuelo. Se impusieron al final y la inflación se ha disparado como un cohete de verbena, haciéndonos más pobres, y más aún a los funcionarios sacrificados en el altar del famoso déficit cero patatero. La ficción del nuevo cálculo del IPC se ha quitado la careta y nos ha dejado con el culo al aire, y más aún al goppierno, a quien no le queda más remedio que desdecirse y tragarse aquel optimismo telegénico sobre la inocuidad del cambio de moneda. El corporativismo es, quizás, a juzgar por las últimas noticias referidas a la justicia, mal endémico de la sociedad española. Aquellos jueces que dejaron en libertad al narcotraficante al que se le volvía una presión psicológica insoportable el hecho de estar encerrado a buen recaudo han sido exculpados de haber cometido delito. Los nenes malos no se han portado bien, eso sí, pero delito, ¡quiá!, para eso están los compastogados que les componen una exoneración a medida, y casi a pedir de boca, y cafelito. En una columna escondidilla, los obispos y cardenales del mundo se atreven a decir que la causa de la pobreza es la corrupción pública y privada, en la que sin duda tiene su iglesia una parte tan actibbva. A Clonista le llama la atención una noticia de consumo interno del centro emisor de realidad: Marina, José Antonio y Cebrián, Juan Luis debaten sobre “las paradojas de la sociedad del conocimiento” -¡que ya es valor atreverse a ponerle semejante complemento de nombre!- y al buen Cebrián se le ocurre concluir que “no es verdad que quien tiene la información tiene el poder”. A Clonista determinadas afirmaciones le parecen ejercicios malabares de cinismo en estado puro. Dos recomendaciones, una de Miguel y otra del crítico Pérez Senz, muy sensata, invitan a buscar alguna de esas localidades de las que han desertados los “habituales” del Liceo para dejarse llevar a la orgía sanguíneosonora de “Lady Macbeth de Msensk”. Quizás el galope inflacionario y la sangría del recibo escolar de la prole lo impidan. Hoy, miércoles, es, con todo, un día de realidad blanca y sueños de gloria infantiles: la final de la Copa de Europa se vuelve velo que oculta la realidad y que, de ganar el Real Madrid, convertirá el día de mañana en un día de nieve prensada. Al tiempo.

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