17-5-02
Después de la nevada, Clonista abre
la realidad prensada y no se explica que lo voceado en la radio con pífanos de
censura y fanfárreas de chúpate esa si pa chulo tú, no merezca sino un hueco en
las páginas económicas, como si una huelga general, y en vísperas de esa suerte
de baile de debutantes ajamonaos que son las cumbres europeas, no formara parte
de la política del país, y sí solo de su casilla económica, sección caprichos
laborales. Va para largo, claro, para el 20-J, ahora que ya no parecen
estilarse referencias naúticas de este tipo, curiosamente desde que gobierna el
PP. Ahí está la convocatoria, llena de incertidumbre, como un pulso de difícil
pronóstico. Al ppresidente presumido le ha salido la criada respondona y, como
no puede echarla, se limita a afearle la conducta, a recordarle los usos y
costumbres entre los finos dependientes del capital y a recordarle que le va a
hacer una faena incalificable: dejarle en mal lugar delante de sus colegas, ¡a
él! Mientras, disfruta de su sueño
imperial de tercera recibiendo a mandatarios iberoamericanos que se traen la
madre patria bajo el brazo. ¡Qué cansina se vuelve la contemplación de la
realidad cuando el paso de los días y los meses confirma la agobiante monotonía
de las miserias que ocupan y preocupan a tanta gente! Es aforismo clásico que
quien sabe gobernar su casa sabe gobernar un estado, pero quien está atento a
la realidad de su casa no puede estarlo a la del estado, ni siquiera a la del
municipio si éste es, como suele suceder, un estado diminuto. La realidad del
siglo XXI va más en la dirección de las ciudades estado que en la de estados de
ciudades. El objetivo parece ser reducir el tamaño de esos estados ciudades
para darles a los ciudadanos lo más parecido a una vida humana, en su mejor
sentido, es decir, en el de la utopía. Los policías se quejan de la Guardia
Civil, y andan entrambos a la greña por quítame allá una desarticulación o un
registro antiterroristas. Al cabo del tiempo, los socialistas se quedan sin el
supuesto informe que avaló el bulo sobre González y sus gestiones políticas en
Marruecos, algo muy congruente con estos tiempos en los que la falsificación,
el fraude, están a la orden del día, como se aprecia en la reforma de los
criterios de medición del IPC y del paro a través de la EPA. Con este signo de los tiempos, tan dados
al engaño inmisericorde, y con la pesadez del calor preveraniego, ni siquiera
la esquina cinéfila de la realidad estimula al Clonista colinérgico.
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