viernes, 17 de julio de 2015

17-5-02

       Después de la nevada, Clonista abre la realidad prensada y no se explica que lo voceado en la radio con pífanos de censura y fanfárreas de chúpate esa si pa chulo tú, no merezca sino un hueco en las páginas económicas, como si una huelga general, y en vísperas de esa suerte de baile de debutantes ajamonaos que son las cumbres europeas, no formara parte de la política del país, y sí solo de su casilla económica, sección caprichos laborales. Va para largo, claro, para el 20-J, ahora que ya no parecen estilarse referencias naúticas de este tipo, curiosamente desde que gobierna el PP. Ahí está la convocatoria, llena de incertidumbre, como un pulso de difícil pronóstico. Al ppresidente presumido le ha salido la criada respondona y, como no puede echarla, se limita a afearle la conducta, a recordarle los usos y costumbres entre los finos dependientes del capital y a recordarle que le va a hacer una faena incalificable: dejarle en mal lugar delante de sus colegas, ¡a él!  Mientras, disfruta de su sueño imperial de tercera recibiendo a mandatarios iberoamericanos que se traen la madre patria bajo el brazo. ¡Qué cansina se vuelve la contemplación de la realidad cuando el paso de los días y los meses confirma la agobiante monotonía de las miserias que ocupan y preocupan a tanta gente! Es aforismo clásico que quien sabe gobernar su casa sabe gobernar un estado, pero quien está atento a la realidad de su casa no puede estarlo a la del estado, ni siquiera a la del municipio si éste es, como suele suceder, un estado diminuto. La realidad del siglo XXI va más en la dirección de las ciudades estado que en la de estados de ciudades. El objetivo parece ser reducir el tamaño de esos estados ciudades para darles a los ciudadanos lo más parecido a una vida humana, en su mejor sentido, es decir, en el de la utopía. Los policías se quejan de la Guardia Civil, y andan entrambos a la greña por quítame allá una desarticulación o un registro antiterroristas. Al cabo del tiempo, los socialistas se quedan sin el supuesto informe que avaló el bulo sobre González y sus gestiones políticas en Marruecos, algo muy congruente con estos tiempos en los que la falsificación, el fraude, están a la orden del día, como se aprecia en la reforma de los criterios de medición del IPC y del paro a través de la  EPA. Con este signo de los tiempos, tan dados al engaño inmisericorde, y con la pesadez del calor preveraniego, ni siquiera la esquina cinéfila de la realidad estimula al Clonista colinérgico.

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