2-5-02
Un día gris, lluvioso -casi cabría el
anticuado plúmbeo-, le pone marco a una representación un si es no es anodina.
El espíritu desfallece y, al descorrer el velo que pudorosamente oculta la
realidad, apenas reacciona frente a lo consabido. Cierto que un coche bomba
independentista recoge hoy su fruto publicitario y le disputa las negritas de
los titulares a ¿qué, si no?, ¿a un partido de fútbol lleno de magia, ritos y
simbolos, cumplidos unos y agitados los otros con cansina y dócil sumisión?, ¿a
las prácticas extorsionadoras del fiscal, en el caso del derechopernadiano
alcalde de Ponferrada, contra la concejala Nevenka, acosada sexualmente por
aquél, y sometida por el fiscal a un acoso psicológico merecedor, a su vez, de
una denuncia?, ¿al sí pero no de la perdiz de la huelga general medio agitada
como el coco por unos sindicatos con menos militancia que el Partido Comunista
usamericano?, ¿a la rutinaria noticia sobre los abusos paidófilos de los
sacerdotes católicos, que tan al pie equívoco de la letra se toman el “dejad
que los niños se acerquen a mí” de su divinizado profeta? El conocido tono
menor no solo afecta a las vidas individuales. A menudo la realidad, a pesar de
su despliegue hechizante e imponente -de barroco pavo real-, también se
presenta con “tono menor”, como hoy. Ni los miles de manifestantes idólatras
del trabajo, ni los lances de un partido de fútbol frontonero, de escasa
calidad y de voluntariosa emoción, ni la retirada israelí de Ramala o las colas
madrileñas de su puente independenciero son capaces de quitarle a la realidad
prensada de hoy el tono gris del día, del frente lluvioso ¡tan distinto del frente
de odio lepenista! Las declaraciones de Zidane, patriota multicultural francés,
y accionista único de la multinacional de sus piernas, le alegran a un lector y
le reconcilian con el mundo del fútbol. Pues muy bien. Pues eso. Mañana
seguiremos viendo.
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