viernes, 24 de julio de 2015

21-5-02
            Si hace poco se reveló que entrar en las elitistas universidades inglesas era posible a poco que se untaran con buenos dineros las secas bisagras de sus portones de admisión, ¿cuánto habrán pagado los lobos -de lobby- de la Moncloa para que a su jefe máximo le hayan soportado uno de sus insulsos discursitos en Oxford, sin duda poniendo en juego el relativo buen nombre de la institución? Es pregunta im y per tinente al mismo tiempo, porque la realidad cebollil  las admite, y más. Los papeles secretos de Bush y los suyos, cuya existencia no ha podido ocultarse, dejarán en el aire viciado de la realidad amañada la desgarradora idea de que las muertes del 11-S podrían haberse evitado, y de que, por permitir algún atentado terrorista que justificase su iniciativa bélica mundial, se encontraron con un desastre inconmensurable. ¡Y cómo no va a ser pertinente semejante sospecha! Tras despachar con Blair, Aznar concluye con jarros de agua fría al fervor patriótico proreintegración de Gibraltar al seno de la patria española sobre el que había piqado  espuelas con una alegría digna de un gobernante irresponsable, pues tiene los días de poder nominal contados. Resulta patético el modo como un político mediocre husmea el terreno en busca de la gran trufa que le haga entrar en la Historia. ¿Lo que más teme? Ser un intervalo grissotelo entre González y Zapatero. Clonista ha cedido al impulso analítico, desviándose de su honesta recreación descriptiva e indagatoria, pero también en la realidad y como tal están las opiniones del enigmático “hombre de la calle”, destinatario indolente de tantos gestos, guiños, promesas y amenazas. Si ayer Haffner metía de rondón en esta clónica del año 2 la República de Weimar, hoy se sabe que Heil Haider ha creado una milicia civil, de momento armada de cámaras de fotos y teléfonos móviles, mañana ya se verá. ¿Año 2? Las cabriolas del tiempo van bastante más allá de la desorientación que sufre Clonista, a quien el tiempo le consume como la realidad se le escapa. El Muy Honorable Pujol enseguida se ha desplazado a 1714 para que se sepa que entre los llanitos y los somelsmillors hay un nexo histórico evidente, y que España ha de ir hacia allí para que se sepa qué es esa entelequia que es paño que en el arca se vende, ¿o forro del ataúd del Cid? La realidad, por minúscula que fuera, era, sin duda, el juego de palos de ciego que va dando Aznar acerca de la inmigración tras comprobar que su empecinamiento electoral sólo ha servido para empeorar la situación. Ítem más: ¿No funciona la inspección del ministerio de Trabajo? En este país sólo hay un control fiscal implacable para quienes no disponen de asesores fiscales que les permitan las trampas legales more Piqué et alii, y Clonista sabe bien lo intimidatorias que son -a cara de dóberman- las comunicaciones del fisco. ¿Qué pasa con los controles de los esclavistas de nuevo cuño? ¿O son a cara de úntame Roque y me vuelvo un Tobías?  De repente se le cruza a Clonista la idea de que no existe el centro del mundo, de que no puede existir ese epicentro de la realidad alrededor del cual todo parece girar. Para cada ser humano lo es él, obviamente, y quizás eso anula la posibilidad de que haya uno que nos afecte a todos. En última instancia -y esta es una de esas frases responsables de aquella ficción-, y a pesar de compartir la idea de la radical heterogeneidad del ser, el solipsismo es algo más que una creencia entre otras, ¿la única realidad? Pudiera ser.

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