jueves, 30 de julio de 2015

31-5-02

     La subida de la temperatura ambiente, unida a la relajación que depara el final anunciado del curso escolar, que boquea ya camino de su muerte ritual,  permiten a Clonista acercarse a la clónica del día con una suerte de tranquilidad que le aleja de la realidad hábilmente expuesta por Verdú en su interesante crónica titulada En el diván. Lo esencial de la realidad que denuncia Verdú es el desinterés de los políticos por cambiar la vida. Todos ellos parecen empeñarse sólo en buscarnos medios de ganárnosla, no de disfrutar realmente de ella. Ese cansancio del yo es una formulación exactísima de la desgana expresada en tantas y tantas ocasiones por este Clonista cuando, al borde del agotamiento, había de enfrentarse a su clónica. No puede negar que un esfuerzo semejante en modo alguno es imposición ni necesidad, sino simple vocación de investigador surrealista, pero, una vez autocomprometido, ¡qué difícil renunciar a la propia palabra autodada y dadá! Al fin aparece en la primera página de la realidad el acosador sexual Ismael Álvarez, alcalde de Ponferrada y seguidor moderno del viejo derecho de pernada, respaldado, eso sí, por todos sus concejales adictos, a su persona y se supone que también a sus prácticas acosadoras, y, al fondo, el silencio elocuente del PP aprobando a su chulesco representante político, el mismo que condena a la acosada, también militante del mismo partido. La despedida del acosador sexual ha sido negar lo probado: no hay nada de nada de nada de nada, lo diga un juez o lo digan diez mil. ¡Se lo van a decir a él! ¡Y ojo los españoles todos: están sujetos a la indefensión jurídica absoluta si a alguna señorita le da por decir que tal o cual le ha tocado el culo! La chusquería cuartelera del alcalde nada zalamero de Ponferrada acrisola tanta miseria moral que Clonista cree que la realidad de hoy casi la ocupa por completo el miserable sujeto. Los honores estelares de la realidad prensada los comparte con los obispos vascos. A Clonista le resulta chocante que una pastoral, dedicada al rebaño de fieles que supuestamente son los únicos interesados en lo que digan o dejen de decir los tales ensotanados señores acapare una atención prensada más propia de otros tiempos, tridentinos y casi preconciliares. Debe ser el efecto aznarretro que ha vuelto a poner la realidad bajo palio. Excesivo, se mire como se mire. Ni en los peores vaticinios post mayoría absoluta se contemplaba esta eclosión eclesiastizante de la realidad a la que ahora contribuye, no sin ánimo combativo, El País. Páginas adentro de la realidad, en una de esas capas cebolliles de la realidad prensada, tan diuréticas, emergen los imames islámicos para recordarnos que a la España de las autonomías le sucederá la España de las iglesias. La propuesta más izquierdista, a día de hoy, y más ilusionante para un votante como Clonista no es otra que la búsqueda de un estado ajeno a la vida religiosa privada de sus ciudadanos. ¿Laico?, pues laico. Y sin concordatos acogotadores. Y sin la presencia de la religión en las escuelas públicas. Junto a esa supersticionalización de la vida pública, ¿cómo no sentir un compasivo afecto por la bondad intrínseca e ingenua de quienes promocionan la lectura como un bien cultural de primer orden? ¡Angelitos! Hay para echarse a temblar, ante ese ataque de intimidación cultural que se les viene encima a ninos, jóvenes y familias. De nuevo una promesa cinematográfica, Sombras, de John Casavettes, viene a coronar la realidad del día con su inmersión catódica hacia la sensibilidad de un cineasta verdaderamente independiente.

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