domingo, 16 de agosto de 2015

10-6-02

     Clonista tiene la sensación de ciar sin descanso y sin objeto. Hoy como ayer acude a la cita no sin arrastrar un cansancio que va más allá del estrés propio de la vida actual en una gran ciudad y una circunstancia individual entreveradísima de accidentes que inducen al desasosiego. Se trata de un cansancio de la propia realidad, como si quisiera despegársela y poder aislarse de ella, evadirse a una dimensión ignota donde no llegue ni siquiera el eco de tanta trivialidad como se ve obligado a consignar en su clónica. Durante media hora -tierno inciso de cada día- ha seguido la indubitable realidad de Frodo y compañía en voz alta para su primogénito, y volver de la Comarca a la realidad demediada en que vive es un duro golpe. De todo lo repasado hoy se le ha quedado, sobre todo, a Clonista, la noticia del derrumbamiento político de Jospin: la retransmisión televisiva en directo de un debate a pie de obra del hecatombado con un obrero que le inquiría con realidades  tan elocuentes como los siguiente: "Danone tiene beneficios y reduce plantilla, ¿qué espera el gobierno para hacer algo? "¿Qué se puede hacer con 600 euros al mes? Le desafío a vivir con eso". Descontada la demagogia de quien use unas reacciones humanas, demasiado humanas, como esas, la contundencia de lo sencillo logró, al parecer, que se tambaleara el tambalillo hiperabstracto de la macroeconomía, en el que viven, como en una burbuja, tantísimos mandatarios que se quejan de incomprensión o de falta de cariño. El día después de cualesquiera elecciones es espacio abierto a los arúspsices o politólogos, quienes se afanarán en interpretar la traída y llevada voluntad popular expresada en las urnas. Finta retórica excelente fue la del crepuscular -y cada vez más oracular- Felipe González al ganar por los pelos sus últimas elecciones: “He entendido el mensaje”. Y no lo entendió. Y nadie supo nunca ni qué había entendido ni cuál era el mensaje, pero la frase, como todas las que son felices por definición, tuvo su impacto popular. Si la realidad a fecha de hoy es, sobre todo, dominio de la información, qué duda cabe de que Israel va perdiendo su guerra con los palestinos, pues por mucho terrorismo suicida que haya, siempre resultará más atroz el genocidio, el exterminio y el terrorismo de Estado. Vamos camino de la primera huelga general contra la derecha goppernante y se suceden las manifestaciones y las declaraciones intempestivas, como las poco apañadas del aparecido Aparicio  en el sentido de promover una Ley de Huelga, justo ahoritita... El goppierno le tiene miedo al varapalo y, después de la machada quijaznariega, tiembla ya por la triste suerte que puedan sufrir dos siesos herederos como Oreja o Rajoy. No le pasa desapercibida a Clonista la acuciante realidad de la sequía que afecta al centro y al sureste españoles. El progreso es polifacético, pero ¿qué puede contra la sequía? Teóricamente las plantas potabilizadoras deberían funcionar en este país como en ningún otro, y la investigación científica en ese campo debería ser una prioridad del estado. ¿La realidad? Un trasvase para paliar, entre otras sedes, la de los campos de golf autorizados en la costa levantina... La naturaleza siempre sabe poner a la especie humana en su lugar, de ahí la admiración casi religiosa que produce la contemplación de los elementos naturales desatados y devastadores. Y al final, la perplejidad: las ya incontables muertes de jóvenes -y algún que otro talludito- por consumo de éxtasis. Lo de las macrofiestas, macrodiscotecas y macrodiversiones cae, para Clonista, del lado de una ficción aburrida en la que, para su sorpresa, se producen esas absurdas inmolaciones a los múltiples dioses de la necedad.

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