domingo, 16 de agosto de 2015

15-6-02

     Los escritores (y  no solo ellos, pero Clonista debe tener hoy una vena gremialista, o cofrade) deberían prohibir que se trocearan sus declaraciones a quienes atestan la realidad prensada. “No se puede volver atrás en la vida”, dice Salman Rushdie. “¡Y se habrá quedado tan ancho!” podría decir cualquier hijo de vecino. “¿Y tantos estudios para eso!”, dirá el otro. La densidad de lo obvio no es perceptible ni inteligible para todas las mentes, en verdad; pero según con qué afirmaciones, convendría no desalojarlas del contexto complejo en que seguramente se han producido. Ciertas intuiciones, o revelaciones, con todo, no admiten sino un enunciado trivial. A su modo, la frase de Rushdie es en todo similar a ciertas obras pictóricas contemporáneas: todo su valor está fuera del cuadro, en lo que se pone al contemplarlo, no en lo que se recibe de la contemplación. Hoy es día de conmemoración, celebración y festejo: la democracia española se mira en el espejo, se ve algunas arruguillas incipientes, algo de tripita, alguna canilla aquí y allá, pero se juzga de buen ver, de buen estar y de buen porvenir. Día es el de hoy en que la realidad prensada juega con la máquina del tiempo y se esmera para sacarle jugo al tópico de los contrastes entre el ayer y el hoy. Estos “especiales” son el día grande de los diarios, el de echar la casa por la ventana sin escatimar nada. Y de repente la realidad se engorda, ahíta de recuerdos, y de vez en cuando se escapa algún regüeldo que otro. Como a tantos otros, también a Clonista el 15-J famoso le arrastra hacia sus años mozos y de formación, los mismos que aún continúan, algo menos achacosos que entonces pero en permanente proceso de formación continua. Secuestrada la realidad del día por la efeméride de rigor, apenas tiene relieve la propia del último suspiro, por tremebunda que pueda ser, como la violación de una enferma terminal de 71 años en una clínica británica. La hipocresía social alcanza su cenit en ese servicio de control de los ingredientes de las pastillas de éxtasis que se llevará a cabo en las fiestas celebradas en las vascongadas. El titular es hermoso donde los haya: “El País Vasco analizará en las fiestas las drogas antes de su consumo”. A Clonista le encanta la precisión del sujeto, y entiende que da juego para el análisis histórico, sociológico, semántico y hasta mariano. En el rinconcito de los más de seis millones el fantasma del Fórum del 2004 ataca de nuevo, después de algunos meses de descanso rehabilitador y algunas preces fervorosas a nuestra señora de la santa programación para que la cosa quede apañadita y el ridículo no exceda el despilfarro del gasto. Clonista no es quién, obviamente, para poner en solfa -sisacaso Ricardo, y tiempo habrá para que lo haga, todo se andará- un proyecto de coros y danzas a lo grande, más cuatro simposios, tres megaexposiciones, instalaciones por doquier y hasta algún concilio ecuménico, que se terciará, y la programación habitual de la nutridísima infraestructura espectacular de la ciudad más escaparatista del mundo. En el envés (y también a veces el envez, por qué no) de la realidad -desde la perspectiva literata de Clonista- el desplome de las bolsas europeas se supone que debe ser la parte del león de la misma, el gran notición que hace compañía a la evocación del 15-J de hace 25 años. Por amistades cercanas, sabe el clonista lo adversas que pueden ser, para un modesto patrimonio, ciertas caídas bursátiles, pero lo incomprensible es que, a escala, le suceda algo así a la economía de cualquier país, o continente, y que no haya manera humana ni divina de impedir la depresión que puede conducir a la extrema miseria. Luego está la interferencia políticoeconómica que, ante la amenaza de acceso al poder de según quiénes, como en Brasil, es capaz de maniobrar -y no en la oscuridad precisamente- para evitarlo, aunque suponga la desestabilización de un buen número de frágiles economías. Clonista intuye que acaba de decir una tontería, propia de quien habla de oídas, sin fundamento y llevado del sentimiento. ¿Qué economía no es frágil por definición? Si un lado aceptable tiene el negocio bursátil es que dependa en tan gran medida del azar. El espíritu lúdico que anima a tantos inversores es lo único que lava algo la cara a  una institución tan perversa y deleznable. Clonista no debería moralizar, ni ensayar poses homiléticas, sino dar pasos hamléticos, lanzar miradas escépticas y saltar obstáculos paradójicos. Quede la intención anotada.

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