16-6-02
Con calores
estivales avanzados, un fin de semana desaparecido en el combate de las
exigencias de la agenda familiar, y a trashoras, como en tantas otras
ocasiones, Clonista abre el melón de la realidad y descubre el fruto podrido
del doble lenguaje arzalluziano vuelto único casi con idéntico despecho que el
del caudillito al arremeter contra la antiespaña que le quiere sacar los
colores el día de su encumbrada puesta de largo y despedida. A Clonista siempre
le ha parecido una cursilería escandalosa lo de “administrar los tiempos
políticos” a que suelen referirse los mandamases de los partidos, e incluso
algunos mandamenos con aspiraciones. Lo inexplicable es el análisis y la
medición temporal efectuados por el fablísimo Arzalluz para llegar a la
conclusión de que “ha llegado el momento de moverse por la independencia”. Clonista
renuncia a imaginar qué podría ser de los no nacionalistas en la tajada
escindida. Recuerda, eso sí, a bote pronto, a Pol Pot y jemerecompañía,
salvando las distancias. Como ejercicio narrativo de ficción política no
dejaría de ser atractivo, al estilo naturalista, seguir la situación hasta sus
últimas consecuencias. ¿Cuándo juzgaría ETA, en esa posible independencia, que
habría llegado el momento de iniciar su disolución? A simple vista parece una
pregunta estúpida, propia de quien la formula, pero pocos pueden poner la mano
en el fuego por una respuesta taxativa e inequívoca. Lo que ha de ser, al fin y
al cabo, también forma parte, y nada desdeñable, de la realidad prensada. Las
elecciones francesas, por ejemplo, son un monte que descuella, aun cuando acabe
pariendo el ratoncillo del miedo y el hastío. En Usamérica, por otra parte, han
escogido la vía del amedrentamiento para buscar soporte a una política de
seguridad que se parece más a la instauración de un estado policial que a una
defensa política legítima del sistema frente a la temida hidra terrorista. Por
venir está también otra cumbre más, mientras aún se recuerda el triste
espectáculo de la barcelonesa. El goppierno ha escogido, además, territorio
"enemigo" y no se sabe si lo ha hecho para seguir sumando desafíos,
partidos y demás apuestas o simplemente para agotar por golpe de calor a las
delegaciones renuentes a la creación del ejército -que no policía- europeo de fronteras. Hermosa ceremonia de la
confusión: los escritores debaten sobre la avalancha de libros y los efectos de
los premios literarios. No se ponen de acuerdo. ¡Y cómo! La única queja unánime
es que los libros desaparecen de las librerías antes de llegar a ser conocidos
por los posibles lectores. ¿Y no ha sido siempre así? Leer es buscar, rescatar
siempre del olvido, de la laminación del tiempo y del silencio. Y no hay más
atutía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario