domingo, 16 de agosto de 2015


16-6-02

     Con calores estivales avanzados, un fin de semana desaparecido en el combate de las exigencias de la agenda familiar, y a trashoras, como en tantas otras ocasiones, Clonista abre el melón de la realidad y descubre el fruto podrido del doble lenguaje arzalluziano vuelto único casi con idéntico despecho que el del caudillito al arremeter contra la antiespaña que le quiere sacar los colores el día de su encumbrada puesta de largo y despedida. A Clonista siempre le ha parecido una cursilería escandalosa lo de “administrar los tiempos políticos” a que suelen referirse los mandamases de los partidos, e incluso algunos mandamenos con aspiraciones. Lo inexplicable es el análisis y la medición temporal efectuados por el fablísimo Arzalluz para llegar a la conclusión de que “ha llegado el momento de moverse por la independencia”. Clonista renuncia a imaginar qué podría ser de los no nacionalistas en la tajada escindida. Recuerda, eso sí, a bote pronto, a Pol Pot y jemerecompañía, salvando las distancias. Como ejercicio narrativo de ficción política no dejaría de ser atractivo, al estilo naturalista, seguir la situación hasta sus últimas consecuencias. ¿Cuándo juzgaría ETA, en esa posible independencia, que habría llegado el momento de iniciar su disolución? A simple vista parece una pregunta estúpida, propia de quien la formula, pero pocos pueden poner la mano en el fuego por una respuesta taxativa e inequívoca. Lo que ha de ser, al fin y al cabo, también forma parte, y nada desdeñable, de la realidad prensada. Las elecciones francesas, por ejemplo, son un monte que descuella, aun cuando acabe pariendo el ratoncillo del miedo y el hastío. En Usamérica, por otra parte, han escogido la vía del amedrentamiento para buscar soporte a una política de seguridad que se parece más a la instauración de un estado policial que a una defensa política legítima del sistema frente a la temida hidra terrorista. Por venir está también otra cumbre más, mientras aún se recuerda el triste espectáculo de la barcelonesa. El goppierno ha escogido, además, territorio "enemigo" y no se sabe si lo ha hecho para seguir sumando desafíos, partidos y demás apuestas o simplemente para agotar por golpe de calor a las delegaciones renuentes a la creación del ejército -que no policía-  europeo de fronteras. Hermosa ceremonia de la confusión: los escritores debaten sobre la avalancha de libros y los efectos de los premios literarios. No se ponen de acuerdo. ¡Y cómo! La única queja unánime es que los libros desaparecen de las librerías antes de llegar a ser conocidos por los posibles lectores. ¿Y no ha sido siempre así? Leer es buscar, rescatar siempre del olvido, de la laminación del tiempo y del silencio. Y no hay más atutía.

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