20-6-02
¡Día irreal
donde los haya, este de la huelga general! Hoy sí que desaparecido en combate.
Detener un país, aunque solo sea en un porcentaje del 70%, aboca a la sociedad
a un verdadero día de reflexión, por más que el ocio, puro y duro, acabe
ganando la partida. No encontrar la ración diaria de realidad prensada le
retrotrae a Clonista al inicio de la presente aventura. Cerca ya de San Juan,
la noche más corta del año, ¿no convendría recapitular sobre ese disparate
aventurero? ¿Y si lo que le sale es revocar –que, infiel a su etimología
fantástica, no es perseverar oralmente…- su decisión? Lo ve difícil. Una huelga
general no es un objetivo difícil de conseguir. Menos aún si tiene la virtud
política de servir de cauce a la expresión del rechazo visceral que sienten
hacia el caudillito tantas y tantas personas como las que han acudido hoy a las
manifestaciones convocadas en toda España. Las calles, casi vacías; los
comercios, medio cerrados; los piquetes, abanderados y desafiantes; todo, en
fin, se sumaba para poner al goppierno en su lugar: de espaldas al pueblo y de
cara a los acaudalados, es decir, justo allí desde donde inició su tarea de
desmantelamiento del antiguo proyecto socialista, ¡tan tibio él! Un día sin
realidad prensada tampoco da para tanto, si la agenda familiar se le impone a
uno como la suya a Clonista. Prácticamente hoy no ha pasado nada, o mejor, ha
pasado la nada de un día vacío de todo lo que no fuera convertir las grandes
ciudades en auténticos paisajes espectrales. Lo más relevante ha sido la
abusiva presencia policial para controlar el ejercicio de un derecho
constitucional. Mañana desaparecerán de las calles, justo cuando los índices de
criminalidad vuelvan por sus fueros y la inseguridad de los ciudadanos sea un
asunto privado. Las fuerzas de policía, a juicio del goppierno, están para
reprimir huelguistas, no para proteger a ciudadanos indefensos que cometen la
temeridad o la torpeza de atravesar ciertos barrios o calles. A Clonista le
cuesta no ceder a la tentación de ampararse en manifestaciones oídas por la
radio para levantar una clónica que, en puridad, le corresponde al día de
mañana, cuando los titulares de prensa
sirvan de paradigma de la irrefutable complejidad artificiosa de lo
real.
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