martes, 25 de agosto de 2015

25-6-02

     Ajeno al contacto con la burocracia desde hacía mucho, Clonista ha recibido en el día de hoy una bofetada de realidad burocrática que deja avinagrado al más feliz de los idiotas: un Libro de Familia es incapaz de dar fe de que alguien haya nacido, a pesar de que a Clonista le fuera expedido precisamente porque nació el primero de sus hijos, estando él con vida…. Ese recelo respecto de la realidad -casi aversión, podría decirse-, la duda de que nunca sea la que se presenta al funcionario diciendo que es ella,  marca de un modo indeleble el trato con la misma y con todos los humanos que alguna vez han de caer bajo las garras de los detentadores de lo oficial. Horillas -¡horazas!- a la mar. Clonista advierte que se ha iniciado el periodo de transición prensada que llevará a un adelgazamiento de la información directamente proporcional a la banalización de la materia prima informativa. Aún quedan restos de actividad general, e incluso para mitad de julio está previsto el debate sobre el estado de la nación -un ardidiluyente guppernamental de probada eficacia anestesiante-, pero hay ya, envolviendo cualquier noticia, una suerte de calina muy parecida a la cal viva. Que la Bolsa se hunda un 4% no es noticia que conmueva a Clonista ni le desasosiegue, pero no deja de interesarle que la buena salud de la  economía -cogollito de lo real- dependa tanto de circunstancias azarosas y especulaciones aviesas. Si el 20-J tuvo su resaca, también la tiene la cumbre europea. Con el duelo parlamentario sobre ambos acontecimientos se construye hoy una porción de realidad casi insignificante y clandestina: los ecos prensados de las voces sometidas al rúdico control de la presidencia de la cámara describen un inocentón rifirrafe cuyos únicos espectadores son parte de las compañías de representantes. Ahí sí que la política del PP de asfixiar la vida parlamentaria ha tenido un éxito sin  precedentes en la democracia española. La última ficha movida por el goppierno ha sido dejar a CiU pendiente de si le retira o no el apoyo que le permite gobernar en Cataluña, lo que llevaría a elecciones anticipadas: riñas de familia, nada extraordinario. El Rey, en su alta misión de relaciones públicas, abraza y consuela a los privilegiados futbolistas que no supieron hacer valer su superioridad ante Korea: todo queda entre deportistas, parece. Mientras, Bush ha condenado a Arafat y parece dar a entender que Sharon tiene carta blanca para deshacerse de él como guste. Poca realidad tienta hoy a Clonista entre sus manos, y percibe que se le escurre sin poder retener entre los dedos sino migajas de ella: traumatismos post San Juan, carteristas a pleno rendimiento, miseria y compañía.

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