25-6-02
Ajeno al
contacto con la burocracia desde hacía mucho, Clonista ha recibido en el día de
hoy una bofetada de realidad burocrática que deja avinagrado al más feliz de
los idiotas: un Libro de Familia es incapaz de dar fe de que alguien haya
nacido, a pesar de que a Clonista le fuera expedido precisamente porque nació
el primero de sus hijos, estando él con vida…. Ese recelo respecto de la
realidad -casi aversión, podría decirse-, la duda de que nunca sea la que se
presenta al funcionario diciendo que es ella,
marca de un modo indeleble el trato con la misma y con todos los humanos
que alguna vez han de caer bajo las garras de los detentadores de lo oficial.
Horillas -¡horazas!- a la mar. Clonista advierte que se ha iniciado el periodo
de transición prensada que llevará a un adelgazamiento de la información
directamente proporcional a la banalización de la materia prima informativa.
Aún quedan restos de actividad general, e incluso para mitad de julio está
previsto el debate sobre el estado de la nación -un ardidiluyente
guppernamental de probada eficacia anestesiante-, pero hay ya, envolviendo
cualquier noticia, una suerte de calina muy parecida a la cal viva. Que la
Bolsa se hunda un 4% no es noticia que conmueva a Clonista ni le desasosiegue,
pero no deja de interesarle que la buena salud de la economía -cogollito de lo real- dependa tanto
de circunstancias azarosas y especulaciones aviesas. Si el 20-J tuvo su resaca,
también la tiene la cumbre europea. Con el duelo parlamentario sobre ambos
acontecimientos se construye hoy una porción de realidad casi insignificante y
clandestina: los ecos prensados de las voces sometidas al rúdico control de la
presidencia de la cámara describen un inocentón rifirrafe cuyos únicos
espectadores son parte de las compañías de representantes. Ahí sí que la
política del PP de asfixiar la vida parlamentaria ha tenido un éxito sin precedentes en la democracia española. La
última ficha movida por el goppierno ha sido dejar a CiU pendiente de si le
retira o no el apoyo que le permite gobernar en Cataluña, lo que llevaría a elecciones
anticipadas: riñas de familia, nada extraordinario. El Rey, en su alta misión
de relaciones públicas, abraza y consuela a los privilegiados futbolistas que
no supieron hacer valer su superioridad ante Korea: todo queda entre
deportistas, parece. Mientras, Bush ha condenado a Arafat y parece dar a
entender que Sharon tiene carta blanca para deshacerse de él como guste. Poca
realidad tienta hoy a Clonista entre sus manos, y percibe que se le escurre sin
poder retener entre los dedos sino migajas de ella: traumatismos post San Juan,
carteristas a pleno rendimiento, miseria y compañía.
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