domingo, 30 de agosto de 2015

30-6-02

     En una cola eterna, Clonista entretiene la espera levantando su clónica, hoy de tan escasa altura como, por el contrario, profundo fue el sueño postataráxico con que pudo sobrellevar un poderosísimo ataque de su alergia colinérgica. Un domingo en el extranjero, cuando todos los días de vacaciones son una e idéntica vacación, es menos domingo si ni siquiera el ritual matutino de la lectura de la realidad prensada ha podido hacerse. En la memoria Clonista apenas ha retenido tres o cuatro picos de una gráfica átona, que es sinestesia del agrado de vanguardistas trasnochados. Que la realidad llama a la realidad lo advierte Clonista cuando cae en la cuenta coincidente de que los palabros llaman a los palabros, como ocurre en el artículo de Lázaro, siempre tan apegado él a los locutores deportivos para construir su franja de irrealidad lingüística. Hoy le ha tocado el turno a los “vellos de gallina”, que, como disparate, llega bastante alto. La realidad tiene bastante de redil, y en él se alojan ciertas bestias no tan inofensivas como la palabra redil sugiere. Que le “mueven la silla” a Arafat es cosa probada. Que Castro le tiene más miedo al voto libre y secreto que a una invasión americana o al inhumano embargo es tan cierto como inciertos han sido los resultados de la eurocumbre y modestísima la rentabilidad política que han podido sacarle los propagandistas del régimen. Hay más realidades, sin duda, pero el tono menor dominante parece una prueba contra la desmesura creadora de la prensa. Siempre que no se sabe de qué hablar, acaba uno hablando de sí mismo. Una encuesta sobre hábitos domingueros sitúa la lectura de la prensa en el lugar de honor, pues eso. Al final, Brasil dará el gatillazo y el colapso anunciado se producirá, para evitar lo inevitable, lo que, tras esas presiones financieras intolerables, estará más justificado, si cabe: el triunfo de Lula. Clonista llevaba años sin leer una columna corintia de Vicent, cansado de la meliflua mediterraneidad sensorial del articulista -de quien nunca olvida aquel paradigma de artículos: ¡No pongas tus sucias manos sobre Mozart!, o algo parecido-, pero hoy, que ha empezado a leerlo sin saber muy bien por qué, se ha encontrado con una columna reconfortante, original y digna de ser guardada para futuras relecturas e incluso para su utilización como texto de comentario escolar. Sin embargo, el final de hoy es el principio del mapa prensado: que fue en España donde se fraguaron los ataques del 11-S en Usamérica. ¡Valiente importancia! ¿Qué realidad es algo así, cómo se la considera? Cosas del provincianismo, sin duda.

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