domingo, 16 de agosto de 2015

8-6-02

     Clonista ha reparado en que la memoria lectora de la realidad prensada funciona por eliminación inmediata, fulminante, de cualquier material recién leído, lo cual explica la recurrente situación amnésica en la que se ve inmerso apenas ha acabado de repasar la realidad del día. Con las horas, los posos se van aclarando y de ellos surge un dibujo más o menos reconocible de lo que, sin duda, ha sido la realidad de ese día en cuestión. Ese mecanismo se activa cuando la inmersión en tal o cual suceso lleva aneja una carga de intensidad tal, e incluso ansiedad, que induce a Clonista a vivirlo apasionadamente, lo cual implica perder de vista cualquier otro acontecimiento que no sea aquel en el que se está viviendo, o bien cuando la trivialidad de lo representado induce a huir de tales realidades menguadas. En el primer caso sucede, además, con artículos de opinión, editoriales o reflexiones de diverso pelaje, como las coincidencias que el clonista tiene con  Savater, Verdú, Millás o Azúa, pongamos por caso. El del artículo de Savater, sin ir más lejos, acerca de la traída y llevada, como puta por rastrojo, Ley de Partidos Políticos. ¡Cómo sorprende la dificultad que tienen los buenos, sólidos y claros argumentos para abrirse camino en este esquinado país de embestidores! Cuando en el juego político entra el gansterismo y la muerte, ¿cómo es posible hacer abstracción de la persecución y el exterminio de quienes pacíficamente defienden sus ideas políticas y equipararlas todas, las de los que propugnan ese exterminio  y las de los que lo sufren? Pero no le toca a Clonista formular ese tipo de reflexiones. Lo suyo es buscar la realidad donde ésta, prensada, se destile con su mayor pureza y verosimilitud, y a fe que es difícil, a veces, encontrar ese lugar. La realidad, Clonista se repite, es un lugar vacío por el que pasan, fugitivas, sombras de sombras. Verdú ha montado en justa cólera contra el Mundial clandestino a que ha condenado Vía Digital al país. A Clonista, aun estando de acuerdo con el columnista y siendo un admirador de su hermoso ensayo sobre el fútbol, le parece una sabia medida irreflexiva para reducir la fiebre balompédica que se ha enquistado en el cuerpo social a golpe de gastos suntuarios. Pero es cierto que una “inversión” tan estupenda puede hacer que se tambalee el negocio de la “vieja” en cosa de poquitos años muy pero que muy codificados. Por otro lado, el jueguecito tonto de la política, en su versión -¡subversiva!- más banal y venada, construye una supuesta realidad trascendente a partir de un hipotético debate televisado entre el neofilocastrista Mas y quien actúa ya, que no es mala estrategia, como President in péctore, aunque ello le lleve a dejarse contagiar por el electo en curso y se vuelva de tanto en tanto ininteligible e infumable. La retórica periodística gusta mucho de la metáfora de los flecos, para el desharrapamiento frecuente de la realidad, y eso siempre se traduce en un aluvión de realidadesitas de ínfima condición, más cercanas muchas de ellas a la propaganda que propiamente a lo real de tomo y lomo. Aparte queda, con boba fotografía de Amos Oz en portada, el mínimo misterio de la sociología literaria del suplemento Babelia. Ahí se invita a otras realidades entreabriendo puertas y ventanas que con cierta frecuencia no dan a sitio alguno, pues son puro trampantojo. Algo de ello tiene esta clónica, cree su autor. ¡Nada menos que autor! Dejémoslo en escribanillo, o en Francesillo, para buenos entendedores…

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