martes, 8 de septiembre de 2015

10-7-02

     Hoy es un día de fiesta mayor para los medios de comunicación: crisis de gobierno. Todo iba bien, la huelga no había existido, nadie estaba quemado y, de repente, un vuelco político que huele a sálvese el que pueda -que quede una pensioncilla o que no se piqaiga en manos de la justicia- y que se escenifica como un vodevil, a juzgar por tanta entrada, salida y cambio de despacho. Y todo, tan acelerado, ¿para qué?, ¿para ir adónde? Si poco a poco Zapatero ha logrado instalar en la sociedad el mensaje del fin de ciclo popular, Aznar parece empeñado en corroborarlo, más pendiente de su salida hacia el olvido piadoso que de la imposible llegada a una nueva mayoría absoluta. Clonista debería estarle agradecido al caudillito, de quien, por cierto, ha rememorado maneras destitutorias, por la chinilla que ha agitado el pantano de su acción política, pero los prensadores menos entusiastas han advertido enseguida que el tono mediocre del asunto destaca tanto que el solo nombre del escalador Zaplana -de Benidorm al cielo-, nombrado además para la cartera de Trabajo, lo dice todo, lo explica todo y lo resume todo. Clonista solo percibe un detalle de buen gusto en el despido obligado del infame portavoz neopentagonal, si bien el contrapeso escandaloso es el mantenimiento del visugermanicus y reverencial Piqué para no verse a pecho descubierto frente a una justicia que algún día tendría que exigirle que rindiera cuentas, de esas ficticias a las que tan aficionadas andan últimamente las empresas del capitalismo literario de este comienzo de milenio. Ante la próxima cita parlamentaria, y sabedor de la inferioridad política con que a ella se presentaba, el caudillito ha querido convertirse en el epicentro del debate público, si bien es muy posible que el tiro acabe saliéndole por la culata, y más aún con el equipo de monteros con que se presenta. Se habrá de ver. Casi desapercibida pasa la noticia del tibio reencuentro negociador entre árabes e israelíes, junto a la algazara de perfiles, biografías, trayectorias y especulaciones de todo tipo, locales y comunitarias, como rebote del movimiento ministerial. Y, por supuesto, Pannella ha desaparecido del primer plano de lo real. ¿Cómo será su próxima irrupción, de cuerpo presente, acaso?  La vacación ganada en la dificultosa lid del esforzado menester docente condiciona sobremanera la visión de la realidad, y más aún la ofrecida desde la prensa. El ritmo cansino y desestresado parece comunicarse a la contemplación de lo real, de modo que incluso la leve agitación producida en el estanque de la España-que-va-bien tiene algo de cámara lenta, de ensayo intrascendente. La desaparición del joven torero español en Perú, aparecida ayer con tintes de novela por entregas, se ha resuelto en una muerte misteriosa en la playa. A Clonista le llama la atención la carencia de datos con que está confeccionada la noticia. Se supone que mañana, si algo se supiera hoy, llevará el asunto a la portada del diario. Es decir, mañana la realidad se abrirá con una muerte, el gran suceso alrededor del cual gira la creación prensada de la realidad. A veces, también, seamos justos, lo es el nacimiento, sobre todo si unos padres blancos se encuentran con dos gemelos negros; otra noticia en la que la carencia de datos dejaba al lector de la realidad pendiente de una futura entrega que ya no se ha producido. La realidad prensada, en ese sentido, no es muy distinta de la realidad fluida de radio corto: tiene una enorme capacidad para decepcionar.

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