14-7-02
Fiel a su
cita dominical, la realidad prensada se despereza-despliega con la
perezaparsimonia de los amaneceres postintensa cinefilia, y ayer, además, hubo
suerte, pues el azar en el arte -casi azarte, casi cazarte- se produce más de
lo que nos imaginamos: Al otro lado de la
cama y La ciudad sin límites, de
Emilio Martínez-Lázaro y Antonio Sánchez , colmaron las expectativas, cada una
a su modo y su género, de Clonista y Conjunta. No haberse perdido, además, la
interpretación de Fernando Fernán Gómez, un auténtico paradigma de la esencia
de la representación escénica, contribuyó a la intensa felicidad de la
madrugada. Ante el recuerdo, sobre todo, de la magia interpretativa de Fernán
Gómez, ¿cómo es posible considerar que lo
de Perejil sea una realidad de muchísima importancia, algo vital para la
patria, decisivo para el curso de las relaciones entre ambos países y capaz de
provocar un conflicto cuyo desenlace pudiera retrotraernos a épocas de hediente
aroma colonial? La política es el arte de los gestos, también a su modo otra representación,
y más si la diplomacia anda por medio, o demediándolo todo; pero entre Ana
Palacio y sus llamadas frías, y Fernán Gómez y sus amorosas llamadas
desesperadas en medio de la conspiración universal de lo real contra el
verdadero amor, ¿pues qué puede decir Clonista sino que la realidad prensada
ofrece un asuntillo carente del menor interés salvo para patriotas en celo, que
tanto abundan, en el centro y en la periferia?
Bush, dicen, sigue de capaencuesta caída, y las próximas elecciones al
Congreso y al Senado pueden acabar forzando la cohabitación y preparar la
vuelta de quien le disputó la anterior elección. Tanto el Presidente como su
Vicepresidente están empantanados en las fétidas aguas de los chanchullos de
las ganancias ventajistas, y la moralidad usamericana ya se sabe que está
inscrita en su moneda, que el dinero la determina. No ocurre otro tanto en
Bolivia. El título ambiguo y manipulador de una crónica, El triunfo de la coca en Bolivia, esconde, sin embargo de esa
pueril necesidad de llamar la atención, caiga quien caiga, aunque caiga la
verdad, un reportaje bastante esclarecedor de la historia del líder indígena
Evo Morales, cuya traumática iniciación en la acción política contra las
seculares injusticias contra los indígenas bolivianos, el 70% de la población
-la policía quemó vivo a uno de entre varios jovenzuelos acusados de
narcotraficantes, él entre ellos-, hacen muy difícil pensar que, como sostiene
el gobierno usamericano, los narcotraficantes estén a un paso de llegar a la presidencia
del país. Las propuestas de reversión a manos nacionales del gas, el petróleo y
la explotación de la madera sí que son la verdadera amenaza que observa el
gobierno usamericano en el movimiento político de Morales. Confiemos en que
Vargas-Llosa no tenga tiempo para dedicarle su atención neoliberal a la
política boliviana, pues enseguida iniciará campaña para evitar una nueva catástrofe para el pueblo boliviano e
impedir que se suicide socialmente renunciando a la globalización que, según el
magnifico narrador peruano-español, tantos beneficios aporta a cuantas
economías caen bajo su paraguas protector. Clonista compensa la sensación que
tiene de leer una realidad fósil, cuando los informativos radiofónicos le
atropellan con el último jadeo de la realidad que no cesa, con la tendencia
defensiva de la realidad prensada a adelantarse a los acontecimientos, en parte
para determinarlos, en parte por puro amor a los vaticinios -¡de tan fuerte
raíz clásica!-. Tal ocurre con el debate sobre el estado de la nación, el gran derby del año entre goppierno y
opsoesición. Jugado ya en el ámbito mediático, leídos los argumentos, las
réplicas y las contrarréplicas, ¿de verdad los políticos creen que concitarán
el interés nacional para que los veraneantes o los y las rodrígueces pierdan su
tiempo para observar el gesto, el tono y las rutinas de rituales que son
refritos de refritos, parodias de parodias, simulacros de simulacros
baudrillardescos? ¡Amos anda!, que diría el clásico. Ahora mismo acaba de
enterarse Clonista, además, de que Galdeano libra batalla contrarreloj contra
Armstrong en el Tour, justo durante la intervención del opsoesitor Zapatero.
¡Pobre Ramoneda, sin embargo! ¡Menudo encarguito! Le ha tocado lo peor:
intentar darle cuerpo y densidad políticos a la tenebrosamente graciosa
obviedad bípeda implume que goppierna
España al servicio de las grandes empresas y de los intereses
particulares de amigos y allegados, dispuestos a reírle sus graciosidades de
colmillo retorcido y labio cuasi leporino. Recuerda aquello de Unamuno sobre el
oxímoron de El pensamiento navarro,
cree recordar Clonista que era el ejemplo unamuniano. Mucho más agradecido ha
sido el encargo a Barbería: darle voz, en la persona de Ana Urchueguía, a la
resistencia política al fascismo nacionalista vascongado. Su admirable valor
personal e ideológico dice mucho de lo más que les costará a las diferentes
facciones nacionalistas vascongadas llevar adelante su particular secesión. De
toda la realidad segmentada, cada uno de cuyos fragmentos podría convertirse en
el embrión de una realidad absorbente,
le llama hoy a Clonista la atención el serial sobre la genética que se inicia
hoy y se extenderá a lo largo de diez semanas: mucho mejor, sin duda, que las
tristes y desangeladas narraciones de escritores de campanillas, aunque igual,
por el mismo precio, acaba Clonista viendo uno de esos engendros exprofesos en
las ya de por sí ultragenésicas páginas de la realidad prensada. Más adelante
se ha dejado impresionar por la relación estrecha, turbadora, terrible y mortal
entre la juventud, el alcohol y los coches. Y ha sabido, final de la historia,
que fueron tres policías peruanos los que acabaron con la vida del torero que
luchaba por abrirse camino: la gran corná, como siempre, se la dio la vida, o
mejor dicho, quienes en nada la tienen y a quienes les pagaban por defenderla.
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