sábado, 19 de septiembre de 2015

20-7-02

     Si el verano implica una devaluación de la realidad, algo así como una disminución alarmante de lo noticiable, la contrapartida es la elasticidad de lo prensado. A varios días de la conquista y reconquista del islote, aún colea, con mediación usamericana incluida, el conflicto entre Marruecos y España, o entre sus respectivos dirigentes, porque, salvo los pobres de espíritu que pueden ser empujados al demente patriotismo popular jaleado por los mandamases respectivos, ¿qué se le da a cualquiera con criterio propio de a quién pertenezca o deje de pertenecer el pedrusco? ¿Serán conscientes los de la gaviota genovesa de que la intervención usamericana los ha puesto en el mayor de los ridículos? Dar el salto a la notoriedad internacional por un suceso semejante, con un despliegue militar de esa envergadura, habrá dejado en quienes se hayan interesado por la noticilla la sensación de que el presidente de goppierno español es lo que en realidad es: un caudillito con mala leche y con  un pronto bélico de cuidado. Los tics autoritarios están en relación directa con su nivel de fracaso político. ¡Que se preparen los ilegales! ¡Que se preparen los beneficiarios de las becas! ¡Que se preparen los parados! ¡Que se preparen los televidentes de la 1ª y la 2ª cadenas! ¡Que se preparen los chorizos -menos los de cuello blanco-! Clonista lleva un mes de julio desorientado, escaso de fuerzas, luces y tensión; como si el alejamiento del estrés le hubiera robado, curiosamente, el puntito de agresividad intelectual necesario para enfrentarse a su aventura clónica. Hasta el presente, las jornadas se le han ido complicando y, salvo la presente clónica, solo se ha dedicado a la preparación de El amigo manual, una colección de aforismos ajenos especialmente espigados para los jóvenes, a fin de iniciarlos en el género. Paciencia. Desde esta suerte de indolencia inducida por las circunstancias, la realidad calurosa y soleada se ha ido alejando hasta colocarse tras una borrosa calina distorsionadora y protectora, tal es su ambigüedad. Incluso la huelga de hambre de los inmigrantes encerrados en la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, la observa como una jugada estratégica, no como una decisión a que obliga la desesperación, la necesidad imperiosa de volver a las primeras páginas, pues sólo la realidad de la primera página alcanza, como quien dice, carta de naturaleza. Se reduce tanto la horquilla de lo real en este fin de semana, que se contagia al sábado el planteamiento prensado del domingo, con sus reportajes de amplio alcance. A falta de menos de un año para las próximas elecciones locales, van tomando cuerpo de noticia fija los movimientos de los partidos para afrontar esa batalla municipal y espesa. La distorsión de su valoración, como primarias de las generales del año siguiente, 2004, impide, con todo, que la realidad más próxima a los ciudadanos adquiera el protagonismo que merece. De hecho, incluso la vida municipal de una capital como Barcelona pasa casi desapercibida en la referencia prensada de Clonista, salvo la política de relumbrón, claro, con esos anuncios de convenios, obras, inversiones, acontecimientos culturales, etc., que dan la impresión de una superrealidad ajena por completo a los ciudadanos de a pie, o de a sin micrófono, como ironiza Verdú. A Clonista le llama la atención el aval del constitucional a la absolución de una pareja de testigos de Jehová que invocó sus creencias religiosas para que su hijo accidentado no recibiera una trasfusión de sangre. Forzado por los médicos y tras haber recibido la autorización judicial, los médicos tuvieron que hacer frente a un estado de alteración nerviosa rayana en la desesperación en el niño que impidió la trasfusión. Al cabo de pocos días, agravada su salud por el accidente, los médicos realizaron la trasfusión. Inútilmente, el niño acabó muriendo. El Constitucional antepone la libertad religiosa a la vida e indica que también los menores son portadores de ese derecho, y hablan de algo así como de una mayoría de edad religiosa a los 12 o 13 años. Clonista, sinceramente, no solo no entiende la decisión del Constitucional, sino que le parece un auténtico disparate, una muestra, si acaso, de lo que ayer o anteayer denunciaba: el peso de la religión en nuestra vida social. ¿Para cuándo un Estado aconfesional auténtico? ¿Para cuándo un Estado en el que lo concerniente a las religiones sean negocios privados sin intervención de los dineros públicos? ¿Hasta qué punto es legítimo considerar que las creencias religiosas de los padres pueden determinar incluso la supervivencia de los hijos? ¿Acaso no puede considerarse una secta destructiva la que impide que se luche por la vida de un hijo cuyo futuro es impredecible, aun cuando el presente esté determinado por la influencia de los padres? ¿O es que no hay hijos de Testigos de Jehová que hayan renegado de las pseudobiblicosanguíneodemenciales creencias de sus progenitores?  Por otro lado, la petición de Pujol al goppierno para que exija visado a todos los sudamericanos debe ponerse en relación con el creciente aumento de la inmigración sudamericana en Cataluña. A este paso, los temores lingüísticos del señor Soley acabarán por robarle la poca paz nacional que aún debe quedarle en sus patrióticas venas venales. Eso sí, los yayos catalanes tienen un repertorio de americanismos dialectales que da gloria escucharlos. Y suma y sigue. Triste ha sido la irrupción de Julio Alberto, el antiguo lateral zurdo del Barça, en la realidad prensada de hoy, aun a pesar de la escasísima extensión que se le dedica. Tras arrastrar una vida tópica de ídolo caído, los destrozos causados en la habitación de un hotel céntrico y el posterior intento de suicidio dieron con él en un hospital. Una vida difícil, la de quien teniéndolo todo no supo conservar nada. Dentro de poco pasará, probablemente, de sucesos a necrológicas y mucho más adelante incluso puede que acabe siendo tema literario, y Clonista espera y desea equivocarse, pero ya ha visto un par de resurrecciones del jugador que no le han apartado del desastre personal. En el vaivén bursátil habitual, ahora le vuelve a tocar el turno a la capa caída, a la espera de que alguna declaración de Greenspan, algún macroindicador, algún vientecillo de confianza en las posibilidades de algún gigante de la industria o de la comunicación o alguna encuesta que prometa el paraíso de los devengoshuríes relance la fiebre compradora y los índices se paseen por los cielos, los inversores leviten y todos coman las perdices..., perdón, los gánades de la felicidad.

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