martes, 29 de septiembre de 2015

30-7-02

     Clonista anduvo de viaje, familia, impedimenta y tortugas, y casi la única realidad contemplada fue la reducida banda de alquitrán de la autopista, primero, y después de la autovía, hasta llegar a Madrid. A mitad de camino, en la rápida sobremesa en un área de servicio, casi al modo cortazariano, Clonista abrió la realidad prensada para satisfacer su sed de amplios horizontes y espacios inconmensurables, así como de cualesquiera saberes que le pudieran llegar a través de la letra impresa. El titular del día constituía un viaje al pasado, a aquellas épocas del todo vale para alcanzar el poder que usó el PP, cuando coqueteaba con paragolpistas, estafadores y demás ralea que pudiera morder aquí y allá en el flanco apetitoso que la ceguera del PSOE ofreció paladinamente, con Roldán a la cabeza. A Clonista, y es malicia su ocurrencia, pasado el tiempo, el relevo del PSOE por el PP se le aparece con la normalidad de aquellos relevos de la Restauración. El gran capital necesitaba otros gestores más sensibles a su voracidad, se despidió a los timoratos socialistas de cierto buen tono intelectual y se convocó a los lacayos auténticos y chusqueros, los de librea, los que le iban a librar los fondos a fondo perdido, esto es, ganado, amén de intentar, si colaba, poner al proletariado en su sitio, es decir, en la tierra de nadie de la inseguridad y la precariedad laborales. A su modo, Conde tiene algo de chivo expiatorio, de escarmiento, de publicidad pagada de la imparcialidad de la Justicia. De esos 20 años de reclusión, ¿cuántos cumplirá? Se admiten apuestas. El otro chivo, a nivel internacional, es Irak. Tras el Ovalgate, ahora le toca el turno a remediar el descenso en picado en las encuestas de Bush, para lo que los asesores insisten en una buena dosis de guerra limpia –e insignificantes, casi despreciables, asesinatos colaterales- retransmitida por la CNN, siempre con el lírico cielo de Bagdad de fondo. Cuando la “salida del armario”, modismo bien extraño a nuestra lengua, se ha generalizado socialmente, un político conservador-tory (a distinguir de los conservadores-laboristas, tipo Blair) ha decidido dar el paso y ahí está con su flamante traje nuevo, dispuesto a obtener el reconocimiento y los réditos electorales pertinentes. El economista Josep Oliver lo dijo un buen día:  la izquierda en España debería estar contenta de que la derecha vaya, poco a poco, asumiendo sus valores y sus actitudes vitales, pues es un modo de seguir gobernando. Clonista cree que pecó algo de ingenuo, a la luz de las tinieblas hacia las que retrocede la política del caudillito, pero en términos generales la observación tiene fundamento. A la vista está, en Inglaterra, por ejemplo. Hecho el despliegue excesivo que requería la condena de Conde el engominado, oportunidad para el lucimiento del jefe de archivo, Gallardón sigue desplegando su glamour liberal, sobre todo desde El País, para cautivar a los damnificados de Manzano que aún no creen en la Santísima Trinidad. Poco más allá, el salaz Miguel Ángel Aguilar, se acerca a la teoría –que en el fondo implica siempre visión- del caudillito aquí repetidamente expuesta, con su artículo Cara al sol. En el Consejo de Seguridad Nuclear hay mala mar de fondo, por el autoritarismo de su presidenta. Lo de siempre. La prensa accede a documentos internos y comienza la siega de cabezas. Se ve que la luz y los taquígrafos, como sostenía Pujol, envilecen la vida política o institucional. Hablando del virrey, aún colea su alusión a Cuenca con retranca, tanto como para llevar al hijo de  un comandante republicano que preside la casa de Cuenca de Barcelona al protagonismo prensado. Clonista se pregunta si las pérdidas, ¡tantas pérdidas!, de tantísimas empresas son simplemente oportunidades desperdiciadas o ganancias, ¡siempre tantas ganancias!, de otros. Le caben dudas, muchas. Y admite más, como en las recetas.

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