30-7-02
Clonista
anduvo de viaje, familia, impedimenta y tortugas, y casi la única realidad
contemplada fue la reducida banda de alquitrán de la autopista, primero, y
después de la autovía, hasta llegar a Madrid. A mitad de camino, en la rápida
sobremesa en un área de servicio, casi al modo cortazariano, Clonista abrió la
realidad prensada para satisfacer su sed de amplios horizontes y espacios
inconmensurables, así como de cualesquiera saberes que le pudieran llegar a
través de la letra impresa. El titular del día constituía un viaje al pasado, a
aquellas épocas del todo vale para alcanzar el poder que usó el PP, cuando
coqueteaba con paragolpistas, estafadores y demás ralea que pudiera morder aquí
y allá en el flanco apetitoso que la ceguera del PSOE ofreció paladinamente,
con Roldán a la cabeza. A Clonista, y es malicia su ocurrencia, pasado el
tiempo, el relevo del PSOE por el PP se le aparece con la normalidad de
aquellos relevos de la Restauración. El gran capital necesitaba otros gestores
más sensibles a su voracidad, se despidió a los timoratos socialistas de cierto
buen tono intelectual y se convocó a los lacayos auténticos y chusqueros, los
de librea, los que le iban a librar los fondos a fondo perdido, esto es,
ganado, amén de intentar, si colaba, poner al proletariado en su sitio, es
decir, en la tierra de nadie de la inseguridad y la precariedad laborales. A su
modo, Conde tiene algo de chivo expiatorio, de escarmiento, de publicidad
pagada de la imparcialidad de la Justicia. De esos 20 años de reclusión,
¿cuántos cumplirá? Se admiten apuestas. El otro chivo, a nivel internacional,
es Irak. Tras el Ovalgate, ahora le toca el turno a remediar el descenso en
picado en las encuestas de Bush, para lo que los asesores insisten en una buena
dosis de guerra limpia –e insignificantes, casi despreciables, asesinatos
colaterales- retransmitida por la CNN, siempre con el lírico cielo de Bagdad de
fondo. Cuando la “salida del armario”, modismo bien extraño a nuestra lengua,
se ha generalizado socialmente, un político conservador-tory (a distinguir de
los conservadores-laboristas, tipo Blair) ha decidido dar el paso y ahí está
con su flamante traje nuevo, dispuesto a obtener el reconocimiento y los
réditos electorales pertinentes. El economista Josep Oliver lo dijo un buen día:
la izquierda en España debería estar
contenta de que la derecha vaya, poco a poco, asumiendo sus valores y sus
actitudes vitales, pues es un modo de seguir gobernando. Clonista cree que pecó
algo de ingenuo, a la luz de las tinieblas hacia las que retrocede la política
del caudillito, pero en términos generales la observación tiene fundamento. A
la vista está, en Inglaterra, por ejemplo. Hecho el despliegue excesivo que
requería la condena de Conde el engominado, oportunidad para el lucimiento del
jefe de archivo, Gallardón sigue desplegando su glamour liberal, sobre todo
desde El País, para cautivar a los
damnificados de Manzano que aún no creen en la Santísima Trinidad. Poco más
allá, el salaz Miguel Ángel Aguilar, se acerca a la teoría –que en el fondo
implica siempre visión- del caudillito aquí repetidamente expuesta, con su
artículo Cara al sol. En el Consejo
de Seguridad Nuclear hay mala mar de fondo, por el autoritarismo de su
presidenta. Lo de siempre. La prensa accede a documentos internos y comienza la
siega de cabezas. Se ve que la luz y los taquígrafos, como sostenía Pujol,
envilecen la vida política o institucional. Hablando del virrey, aún colea su
alusión a Cuenca con retranca, tanto como para llevar al hijo de un comandante republicano que preside la casa
de Cuenca de Barcelona al protagonismo prensado. Clonista se pregunta si las
pérdidas, ¡tantas pérdidas!, de tantísimas empresas son simplemente
oportunidades desperdiciadas o ganancias, ¡siempre tantas ganancias!, de otros.
Le caben dudas, muchas. Y admite más, como en las recetas.
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