domingo, 18 de octubre de 2015

16-8-02

     A la vista de la primera plana que, en cierta medida, ha de dar no tanto “el sentido de lo real” cuanto “sentido a lo real”, la realidad de la generosidad del gopnvierno vascongado con los dineros públicos, reforzando las ayudas estatales y permitiendo, por ende, que B consiga financiación es un claro ejemplo del rancho aparte –sin connotabushciones aznariegas– que rige para los dueños de buena parte de lo real. Que los políticos sean los dueños de buena parte de la realidad no debe ser una concepción muy rigurosa, pero sin duda tiene toda la verdad de que es capaz lo real. En la primera plana bazariega de este 16 de agosto que abre el lento declive del periodo vacacional –aunque cada día, afortunada y desafortunadamente, tiene más horas de ocio reglamentario de las que es capaz de soportar este Clonista laborioso– se agitan las aguas del Elba, a sirga seguida de las del Moldava, y Dresde, la laminada de la Segunda Guerra Mundial, anda recordando viejos tiempos bélicos con sacos terreros, traslado de heridos y movilización de parados, y no es para menos. Como suele ser habitual, el chavismo intenta someter la Justicia a sus intereses para evitarse sobresaltos de lo que se supone habría de ser una instancia independiente, pero que, cuando falla contra los intereses del poder, evidentemente falla, y ahí está el legislador y a menudo elector, para arreglar el sistema. La ingenuidad política del Clonista es tanta como su atrevimiento, de ahí que ni se ruborice al recordar que ya propuso un gobierno de la justicia elegido en las urnas. No viene a cuento, salvo si hoy diera la casualidad de que apareciera alguna realidad tan relativamente lejana como las próximas elecciones, lo cual tampoco le extrañaría nada a Clonista, pero, ya puestos en propuestas, aprofita l’avinentesa y se lanza: ¿por qué no se suprime el costosísimo rito umbilical de las antediluvianas campañas electorales? Bien visto –que es la manera discreta y universal de potenciar la autoestima–, el control ciudadano sobre el gobierno y la oposición debería tener un carácter diario y extenderse a lo largo de las legislaturas al modo como los accionistas siguen el engorde de su caballo. ¿Se ahorraría o no se ahorraría? ¿Se ganaría en participación social y en preocupación por la cosa pública, sacando al pueblo de su tradicional aversión a la clase política? Clonista detiene el sermón, porque percibe que se pone vallestupendo con la única borrachera que conoce, la verbal, y vuelve a su rutina. En recuadro reutersreducido se recuerda el golpe económico que sufrirán las compañías de seguros para afrontar las reclamaciones por los daños causados por las inundaciones. Tal y como está redactagenciada la noticia, el lector está a punto de suplicar a los gobiernos respectivos que les echen una mano a las pobres empresas para que no se hundan en ese río revuelto. Va de gestos: Fox se niega a visitar a Bush por la ejecución de un reo mejicano. Clonista, tan atento a lo suyo, lee de perfil el nombre del portavoz gubernamental mejicano, Elizondo, y le da un vuelco el corazón literario. Pero no, es Rodolfo, no Salvador, y se queda tranquilo. De Salvador Elizondo, en tiempos de malabarismos novelísticos, jamás podrá olvidar Farabeuf. Continúa el goteo de informaciones sobre los modos sucios de la guerra sucia israelí en Palestina. Ahora le toca el turno al uso de escudos humanos civiles palestinos por parte del ejército masacrador israelí. Al otro lado del muro, la administración palestina, que debe ser lo más parecido al caos, intenta adecentar el uso de los generosos fondos recibidos. Aunque Clonista es muy aficionado a la sección Cartas al Director, porque es el único portón por donde entra la realidad no prensada en el periódico –salvo censuras, modificaciones y anónimos firmados que Clonista no juzga (acaso ingenuamente) usos propios de su medio de referencia–, cree recordar que son pocas las ocasiones en que esas realidades han aparecido en su clónica. Jordi Gimeno Ollé denuncia la insuficiencia de medios de la policía tras haber vivido la desagradabilísima experiencia de haber sufrido un allanamiento de morada por parte de los cacos de agosto. A él le parece que los pequeños asuntos “que no son de telediario” no merecen el interés del goppierno. Amén de darle la bienvenida al club de los ingenuos y pardillos, Clonista coincide con él en la idea subyacente: lo que no existe para el telediario no existe en la realidad; si bien en la realidad de cada uno esas adversidades no sólo existen, sino que lo hacen, como en el caso denunciado, devastadoramente. Del ducogobierno de Suárez es probable que sólo quede una frase que no fue suya, además, sino de Ónega, cree recordar Clonista: “elevar a oficial lo que es real en la calle”, o algo parecido, que la cita tampoco exige tareas arqueológicas, la verdad. Esa distancia entre lo oficial y lo real, entre la españavabién y la que simplemente va, como la nave felliniana, ha vuelto a pproducirse, con una intensidad casi desconocida hasta nuestros días. A Clonista le sorprende la facilidad de lo real para aparecer como algo intrascendente, usual, rutinario, sin interés aparente, en la realidad prensada y, a la vuelta de un día, acabar siendo un suceso de primera magnitud. La ¿muerte accidental? de un atracador de 18 años en Sevilla, al que la Guardia Civil le alojó un tiro en la frente, ha movilizado los ánimos de colegas suyos menores de edad que han aprovechado para darse al desmán violento y casi irresponsable penalmente. Por su parte, las fuerzas policiales indican que su presencia en el barrio Los Pajaritos, represión mortal incluida, ha hecho descender los niveles de delincuencia en un 80%. No hay que preocuparse, son niveles tipo bursátil. En cuanto desaparezca la presencia policial, recuperarán la intranquilidad perdida. Más adelante, la versión moderna del patio de Monipodio, versión rumana, incluye la enseñanza de las artes de esquilmación ajena mediante vídeos instructivos, según incautaciones de los Mossos d’Esquadra. Aún colea, y lo que te rondaré moreno, el asunto de la posible xenofobia campista en Tarragona. Los perfiles del suceso irán afilándose con el paso de los días, aunque son tan humanos, por comineros, que Clonista aguarda la resolución del expediente abierto por la Generalidad. Un artículo propagandístico de Nadal, voz derecha de Maragall, en el que el Clonista renuncia a entrar, dada la premura de tiempo con que ha de acabar la clónica del día –de ayer– para meterse en la de hoy, le trae el recuerdo de la realidad del oasis turbio del terruño, y advierte que funciona el dicho proverbial: ojos que no ven... De hecho, para El País, Murcia ni siquiera merece un cuadernillo autonómico, a diferencia de la propia Cataluña, de Valencia –que seguía Clonista cuando veraneaba en Calpe, subida incluida al Peñón de Ifach– o del propio Madrid de reciente seguimiento. Ello debe hacer más por la evidencia de la primera y segunda división autonómicas que cualquier otra realidad, política o prensada, que pueda esgrimirse. Ahí está, si no, aquel Pujoljupiterino menosprecio de Cuenca para demostrarlo. La malaria ha viajado en avión para cebarse en una vecina de Torrejón de Ardoz: no hay otra explicación, aunque la investigación sigue abierta. ¡Esta realidad casi novelesca del viajero mosquito malarino sí que es selvática y apropiada a la estación! En la complacida y complaciente Revista de Agosto, diseñada para que ninguna arista pueda herir la sensibilidad de los lectores vacacionales, la obviedad se vuelve titular: “Más visitantes en los museos británicos. Las instituciones se benefician de la nueva política de gratuidad.”  Entre las virutas del aserradero prensado que es el cuadernillo estival, Clonista caza dos al vuelo de rapaz: la canción del verano se llama en Italia tormentone dell’estate, con exquisita propiedad, y El otro lado de la cama ha sido vista por más de un millón de espectadores, entre los que se cuenta el complacido Clonista, sobre todo del felpudo de la cama: el musical. Al fondo, y curiosamente casi desgajada de la realidad prensada, a punto de ser expulsada a las tinieblas exteriores de lo real individual, la realidad televisiva exhibe su mundo autosuficiente. Un guionista de éxito denuncia, como el corresponsal reseñado ut supra, la falta de inversiones que permitan hacer series que capten la atención general y supongan un pingüe negocio para las cadenas. ¿La alternativa? Concursos y programas de telerrealidad. Pero a su juicio las historias nunca encontrarán competidor desafiante en esos programas basura, pues es “lo que hace el hombre para divertirse desde que se constituye en sociedad, aprender cosas nuevas.” Sin embargo, el éxito de sus guiones se debe al hiperrealismo de los mismos, elaborados con la ayuda de decenas de personas especialistas en todos los campos de la realidad que intervienen en cada episodio. ¡Menuda lucha de realidades, la del otro lado de las 625 líneas! Comparada con ellas, la presente clónica representa el jueguecito pueril de un aventurero valetudinario, sin duda.

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