16-8-02
A la vista
de la primera plana que, en cierta medida, ha de dar no tanto “el sentido de lo
real” cuanto “sentido a lo real”, la realidad de la generosidad del gopnvierno
vascongado con los dineros públicos, reforzando las ayudas estatales y permitiendo,
por ende, que B consiga financiación es un claro ejemplo del rancho aparte –sin
connotabushciones aznariegas– que rige para los dueños de buena parte de lo
real. Que los políticos sean los dueños de buena parte de la realidad no debe
ser una concepción muy rigurosa, pero sin duda tiene toda la verdad de que es
capaz lo real. En la primera plana bazariega de este 16 de agosto que abre el
lento declive del periodo vacacional –aunque cada día, afortunada y
desafortunadamente, tiene más horas de ocio reglamentario de las que es capaz
de soportar este Clonista laborioso– se agitan las aguas del Elba, a sirga
seguida de las del Moldava, y Dresde, la laminada de la Segunda Guerra Mundial,
anda recordando viejos tiempos bélicos con sacos terreros, traslado de heridos
y movilización de parados, y no es para menos. Como suele ser habitual, el
chavismo intenta someter la Justicia a sus intereses para evitarse sobresaltos
de lo que se supone habría de ser una instancia independiente, pero que, cuando
falla contra los intereses del poder, evidentemente falla, y ahí está el
legislador y a menudo elector, para arreglar el sistema. La ingenuidad política
del Clonista es tanta como su atrevimiento, de ahí que ni se ruborice al
recordar que ya propuso un gobierno de la justicia elegido en las urnas. No
viene a cuento, salvo si hoy diera la casualidad de que apareciera alguna
realidad tan relativamente lejana como las próximas elecciones, lo cual tampoco
le extrañaría nada a Clonista, pero, ya puestos en propuestas, aprofita l’avinentesa y se lanza: ¿por
qué no se suprime el costosísimo rito umbilical de las antediluvianas campañas
electorales? Bien visto –que es la manera discreta y universal de potenciar la
autoestima–, el control ciudadano sobre el gobierno y la oposición debería
tener un carácter diario y extenderse a lo largo de las legislaturas al modo
como los accionistas siguen el engorde de su caballo. ¿Se ahorraría o no se
ahorraría? ¿Se ganaría en participación social y en preocupación por la cosa
pública, sacando al pueblo de su tradicional aversión a la clase política? Clonista
detiene el sermón, porque percibe que se pone vallestupendo con la única
borrachera que conoce, la verbal, y vuelve a su rutina. En recuadro
reutersreducido se recuerda el golpe económico que sufrirán las compañías de
seguros para afrontar las reclamaciones por los daños causados por las
inundaciones. Tal y como está redactagenciada la noticia, el lector está a punto
de suplicar a los gobiernos respectivos que les echen una mano a las pobres
empresas para que no se hundan en ese río revuelto. Va de gestos: Fox se niega
a visitar a Bush por la ejecución de un reo mejicano. Clonista, tan atento a lo
suyo, lee de perfil el nombre del portavoz gubernamental mejicano, Elizondo, y
le da un vuelco el corazón literario. Pero no, es Rodolfo, no Salvador, y se
queda tranquilo. De Salvador Elizondo, en tiempos de malabarismos novelísticos,
jamás podrá olvidar Farabeuf.
Continúa el goteo de informaciones sobre los modos sucios de la guerra sucia
israelí en Palestina. Ahora le toca el turno al uso de escudos humanos civiles
palestinos por parte del ejército masacrador israelí. Al otro lado del muro, la
administración palestina, que debe ser lo más parecido al caos, intenta
adecentar el uso de los generosos fondos recibidos. Aunque Clonista es muy
aficionado a la sección Cartas al
Director, porque es el único portón por donde entra la realidad no prensada
en el periódico –salvo censuras, modificaciones y anónimos firmados que Clonista
no juzga (acaso ingenuamente) usos propios de su medio de referencia–, cree
recordar que son pocas las ocasiones en que esas realidades han aparecido en su
clónica. Jordi Gimeno Ollé denuncia la insuficiencia de medios de la policía
tras haber vivido la desagradabilísima experiencia de haber sufrido un
allanamiento de morada por parte de los cacos de agosto. A él le parece que los
pequeños asuntos “que no son de telediario” no merecen el interés del
goppierno. Amén de darle la bienvenida al club de los ingenuos y pardillos, Clonista
coincide con él en la idea subyacente: lo que no existe para el telediario no
existe en la realidad; si bien en la realidad de cada uno esas adversidades no
sólo existen, sino que lo hacen, como en el caso denunciado, devastadoramente.
Del ducogobierno de Suárez es probable que sólo quede una frase que no fue
suya, además, sino de Ónega, cree recordar Clonista: “elevar a oficial lo que
es real en la calle”, o algo parecido, que la cita tampoco exige tareas
arqueológicas, la verdad. Esa distancia entre lo oficial y lo real, entre la
españavabién y la que simplemente va, como la nave felliniana, ha vuelto a
pproducirse, con una intensidad casi desconocida hasta nuestros días. A Clonista
le sorprende la facilidad de lo real para aparecer como algo intrascendente,
usual, rutinario, sin interés aparente, en la realidad prensada y, a la vuelta
de un día, acabar siendo un suceso de primera magnitud. La ¿muerte accidental?
de un atracador de 18 años en Sevilla, al que la Guardia Civil le alojó un tiro
en la frente, ha movilizado los ánimos de colegas suyos menores de edad que han
aprovechado para darse al desmán violento y casi irresponsable penalmente. Por
su parte, las fuerzas policiales indican que su presencia en el barrio Los
Pajaritos, represión mortal incluida, ha hecho descender los niveles de
delincuencia en un 80%. No hay que preocuparse, son niveles tipo bursátil. En
cuanto desaparezca la presencia policial, recuperarán la intranquilidad
perdida. Más adelante, la versión moderna del patio de Monipodio, versión
rumana, incluye la enseñanza de las artes de esquilmación ajena mediante vídeos
instructivos, según incautaciones de los Mossos
d’Esquadra. Aún colea, y lo que te rondaré moreno, el asunto de la posible
xenofobia campista en Tarragona. Los perfiles del suceso irán afilándose con el
paso de los días, aunque son tan humanos, por comineros, que Clonista aguarda
la resolución del expediente abierto por la Generalidad. Un artículo
propagandístico de Nadal, voz derecha de Maragall, en el que el Clonista
renuncia a entrar, dada la premura de tiempo con que ha de acabar la clónica
del día –de ayer– para meterse en la de hoy, le trae el recuerdo de la realidad
del oasis turbio del terruño, y advierte que funciona el dicho proverbial: ojos
que no ven... De hecho, para El País,
Murcia ni siquiera merece un cuadernillo autonómico, a diferencia de la propia
Cataluña, de Valencia –que seguía Clonista cuando veraneaba en Calpe, subida
incluida al Peñón de Ifach– o del propio Madrid de reciente seguimiento. Ello
debe hacer más por la evidencia de la primera y segunda división autonómicas
que cualquier otra realidad, política o prensada, que pueda esgrimirse. Ahí
está, si no, aquel Pujoljupiterino menosprecio de Cuenca para demostrarlo. La
malaria ha viajado en avión para cebarse en una vecina de Torrejón de Ardoz: no
hay otra explicación, aunque la investigación sigue abierta. ¡Esta realidad
casi novelesca del viajero mosquito malarino sí que es selvática y apropiada a
la estación! En la complacida y complaciente Revista de Agosto, diseñada para que ninguna arista pueda herir la
sensibilidad de los lectores vacacionales, la obviedad se vuelve titular: “Más
visitantes en los museos británicos. Las instituciones se benefician de la nueva
política de gratuidad.” Entre las
virutas del aserradero prensado que es el cuadernillo estival, Clonista caza
dos al vuelo de rapaz: la canción del verano se llama en Italia tormentone dell’estate, con exquisita
propiedad, y El otro lado de la cama
ha sido vista por más de un millón de espectadores, entre los que se cuenta el
complacido Clonista, sobre todo del felpudo de la cama: el musical. Al fondo, y
curiosamente casi desgajada de la realidad prensada, a punto de ser expulsada a
las tinieblas exteriores de lo real individual, la realidad televisiva exhibe
su mundo autosuficiente. Un guionista de éxito denuncia, como el corresponsal
reseñado ut supra, la falta de inversiones que permitan hacer series que capten
la atención general y supongan un pingüe negocio para las cadenas. ¿La
alternativa? Concursos y programas de telerrealidad. Pero a su juicio las
historias nunca encontrarán competidor desafiante en esos programas basura,
pues es “lo que hace el hombre para divertirse desde que se constituye en
sociedad, aprender cosas nuevas.” Sin embargo, el éxito de sus guiones se debe
al hiperrealismo de los mismos, elaborados con la ayuda de decenas de personas
especialistas en todos los campos de la realidad que intervienen en cada
episodio. ¡Menuda lucha de realidades, la del otro lado de las 625 líneas!
Comparada con ellas, la presente clónica representa el jueguecito pueril de un
aventurero valetudinario, sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario