martes, 20 de octubre de 2015

18-8-02

     La dinámica veraniega induce a encontrarse con los domingos como una sorpresa prensada y relativamente pesada, porque la festividad tampoco consigue engordar demasiado el ejemplar sin suplemento terruñero que se recibe en San Pedro del Pinatar. Lo que no engaña es la primera plana bazariega. Clonista casi se marea entre tantos titulares, colores, negritas, encuadres, rayas, rayitas y rayones y demás motivos supuestamente ordenadores, amén de las referencias a las revistas exentas, revistas inmersas y suplementos varios. Con esa exuberancia anonadante, la realidad queda demasiado ceñida a la exhibición, lo que provoca, al menos en Clonista, casi un rimero de inhibiciones, antes que la rimada inhibición. Sabe, no obstante, que ha de cumplir con su cometido, pero lo hará arrastrándose por pedregales llenos de cantos afilados que le van a destrozar la sensibilidad y la buena disposición. No hay aventura sin lucha, y mucho menos sin momentos difíciles. A su manera, Clonista se siente a veces, frente a la realidad prensada, como denuncia Manuel Vicent en su deontológica columna Guiñol que se siente el pobre desgraciado al que le ha tocado –muy a menudo porque se lo ha buscado– convertirse en muñeco de pim pam pum: “¿Por qué me había reído de un pobre ser, inculto e inofensivo, a quien el periodista había destrozado con armas tan desiguales, él con un millón de lectores y el otro a solas con su ignorancia? Me dije, a partir de ahora se acabó el guiñol. A estos graciosos que los lea su padre.” Pues eso. A veces casi toda la realidad prensada, sin el lado hiriente del viejo guiñol mamporrero, tiene demasiado de exceso de poder.  A Clonista no le pasa por alto la estructura de una noticia referente al ardor guerrero de Bush, quien, no contento con las hazañas bushbélicas en Afganistán, de aún inciertos resultados, se apresta a lanzar una nueva ofensiva contra Sadam Hussein, su demonio viceverso. Entre corchetes, al final, se da todo tipo de aclaraciones sobre las fructíferas relaciones de Rusia con Irak y el estrechamiento de lazos entre ambos estados. Y son corchetes descorchados, casi cohetes. Vicente Rangel, en la primera de las entrevistas dominicales, día dedicado a quienes no dejan de hablar para que puedan seguir haciéndolo, afirma taxativo que no habrá más golpes en Venezuela. Si considera que la oposición es “deplorable, pura chatarra”, y que Carlos Andrés Pérez es “un cadáver político”, Clonista empieza a sospechar que la nula viabilidad del golpe acabará debiéndose a la neutralización policial o militar de los opositores. Lo no dicho, en la entrevista, parece más importante que lo dicho con tanto menosprecio. La opinión repetidamente expuesta por Clonista respecto de la política guppernamental de lavarse las manos respecto de cuanto no sea estar al servicio de los poderosos, oligopolios, monopolios, expoliadores, banqueros, etc., la calca Albert Domènech en un asunto aparentemente intrascendente: los alevines de pescado, sobre cuya captura y comercialización el goppierno hace “la vista gorda”.  Entre cualesquiera realidades políticas, el diario escoge hoy destacar la violenta de las bandas colombianas que imponen unos usos de gatillo fácil no conocido por estos lares. ¡Cuantísima realidad declarativa! Es cierto que la institución democrática por excelencia es el Parlamento, pero una democracia meramente verbal acaba siendo un verdadero timo, máxime si además hay rudas restricciones, según se pone de manifiesto cada vez que se le recuerda a un perorador, desde la presidencia parlamentaria, que se le acaba su tiempo. Si en el Parlamento se pudiera hablar más, la realidad prensada sería más llevadera. La segunda entrevista tiene al ministro Zaplanaznaril como atracción de feria por la que Clonista pasa veloz; más aún tras ver la pose de casposo cantante melódico que quizás se le haya quedado tras sus tratos imaginarios con Julio Iglesias, a quien le regaló unas migajillas de su presupuesto valenciano, vale casi personal. Como ya apuntó Clonista sobre la sociabilidad de la realidad, a la desaparición de las dos niñas inglesas –misterio que será pronto resuelto, quizás, tras el hallazgo de dos cadáveres- no ha tardado en sumársele la de dos jóvenes españoles: Donovan y María Teresa. El primero lleva desaparecido seis meses y la segunda dos años. Es una nota menor que el subtítulo indique “hace meses”, refiriéndose a dos años, pero desconcierta. Los colorines del suplemento Domingo se abren con un extenso reportaje sobre B que a Clonista, por crítico que sea, le sigue pareciendo propaganda, por aquello que se dice de que hablen de ti, bien o mal, pero que hablen de ti en la prensa, porque de lo contrario es como el despertar sin dolores pasada la cuarentena: estás muerto. Una nueva entrevista, esta vez con el hijo de Jrushov. El punto final es un continuará, es decir, la publicación saldrá en breve, de lo que se deduce que debe ser entrepropaganda, o lo más parecido. ¡Qué cansancio! El estresagosto comienza a atacar, y sus efectos serán duraderos hasta la temida vuelta a las aulas. De repente son poquísimas las realidades prensadas que le parecen a Clonista que formen parte de ella, de la realidad que va siempre buscando, de esa Ítaca a la que no sabe si llegará. Hoy será otro día. ¡Es, ya, otro día! Y la perspectiva de volver de aquí a pocas horas a seguir su periplo le achica al clonista el tiempo y hasta el espacio. ¡Tomemos un roto!

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