viernes, 2 de octubre de 2015

2-8-02

     Las vacaciones de verano conllevan un plus de nocturnidad no alevosa que le impide a Clonista cumplir con su débito a su debido tiempo, de ahí que vaya instaurándose como costumbre el regresar en el tiempo a la realidad prensada del día anterior para concluir lo prescindible que acaba resultando lo que fue, en principio, el imán poderoso de una atención convertida casi en necesidad. En una vieja casa de pueblo de Villanueva de Bogas, villa que lo fue en el XIII de Jiménez de Rada, Clonista se siente como en casa, dada la calidad de su antecesor en el oficio, cuya Historia Gótica recuerda de lejanísimas clases de medieval con Lavandeira, amable silbido pidaliano. A la sombra de una habitación con muros de medio metro de espesor y mínimos ventanucos que protegen del despiadado sol de la Mancha, el mismo que le derritió los sesos al ingenioso caballero -¡Qué crueldad, la cervantina, de hacerlo salir en el tórrido verano manchego a la búsqueda de aventuras!-, Clonista se abre a una realidad prensada cuyo eje dramático sigue siendo la muerte. En esta ocasión la de trece inmigrantes a quienes los mafiosos que los transportaban en patera los arrojaron al mar a menos de 200 metros de la costa junto con los otros ocho que lograron salvarse. Fue, en salvaje realidad, arrojarlos al foso de los leones de la avaricia desalmada. Para evitar la detención y la única acusación posible, comercio de esclavos, los patrones de la embarcación los debieron obligar, Clonista ni se imagina con qué métodos, a saltar al agua, a pesar de las protestas de quienes, como se ha demostrado, no sabían nadar. En el interior, el editorial destaca la macabra estadística del último lustro tenebroso: 4000 inmigrantes muertos; la mayoría sin nombre, destaca el editorialista con la convicción primitiva de que la pérdida del nombre es la pérdida del alma. Después de la última matanza provocada por los terroristas palestinos, Bush, el defensor de los fuertes, insiste en la vieja teoría del derecho a la defensa de Israel, razonamiento que es de vía única, como la estrechez mental de quien la repite. Más vivo es su colega italiano, Mafiosconi, quien ha conseguido que se apruebe una ley en el Senado para que el Ducesconi pueda recusar a los jueces que, a su juicio –es decir, legítima sospecha-, resulten  sospechosos de parcialidad. En definitiva: justicia a la carta, sin venda y hasta sin balanza. No en vano el partido del ducito se llama Casa de las libertades, claro está. En el otro platillo de la balanza, el de la defenestración, le ha tocado el turno a aquella esperanza blanca del castrismo que parecía Roberto Robayna, el Roberto Alcázar caribeño, que ha acabado siendo expulsado “deshonrosamente”, después de haber congeniado, entre otros varios, con uno de los nuevos amos de Trasmediterránea, el excelente gestor de su patrimonio exterior, Abel Matutes. Entre los otros había incluso un acusado de pertenecer a la mafia de Juárez dedicada al narcotráfico. Más discretamente, aunque debería ocupar espacio de titulares, se descubre ahora lo que, en su momento, ocultó la propaganda de Mafiosconi, que la policía había fabricado las pruebas para justificar el asalto contra los manifestantes antiglobalización en Génova. La realidad también es amante de las coincidencias, es una de sus pasiones confesables. Y una bien notoria es el artículo de opinión escrito por Ignacio Sotelo y dedicado a la política cultural exterior de los gobiernos. Concretamente se centra en el caso italiano, pues Ducesconi, al acaparar también la cartera de Asuntos Exteriores, se ha convertido en la primera autoridad de quienes representan la cultura italiana en el extranjero. ¿Conclusión? Sustituir, al modo totalitario aznarista, tan colega suyo, la cultura por la propaganda. ¿Destituciones? Las de todos cuantos siguen pensando que la cultura ha de ser, sobre todas las cosas, pensamiento crítico. A Clonista le reconforta coincidir con Sotelo en el ejemplo de Unamuno relativo al periódico El pensamiento navarro. Las anécdotas, a veces, se acaban convirtiendo en síntomas. El capítulo de la perversión del razonamiento tiene en la estadística un paradigma insuperable. Atender a las preocupaciones sociales por el resultado de unas encuestas que solo confirman lo que los medios de comunicación a las masas han sembrado en las semanas anteriores a la recogida de datos resulta espectacularmente estúpido, amén de ser carísimo y, por ende, gratuito. Que se le pregunte al encuestado si hay “relación” entre inseguridad ciudadana e inmigración resulta tan aberrante que obvia cualquier arremetida crítica contra la desfachatez manipuladora del CIS, a quien el goppierno ha hecho ciscos desacreditantes con su afán faccioso y totalitario. Junto a esa noticia, la redacción pueril e ingenua de Josep Garriga, quien afirma que “la inmigración es citada espontáneamente en el sondeo como el segundo problema de Cataluña”, le resulta enternecedora a este Clonista resabiao y malicioso. ¿Quién recuerda hoy, por ejemplo, el asunto de las vacas locas sobre el que se creó una alarma social prensada, si bien no sin fundamento y que fue durante tantas semanas la principal preocupación de los españoles?  Las encuestas son el capricho autocomplaciente de los manipuladores. La particular guerra vótica entre los antiguos socios de legislatura, PNV y PP, continúa con excelentes resultados para ambas partes, de lo que se congratulan día sí y al otro también. Prometen, por ende, seguir apretando la pinza que estrangula al PSE, y en parte alícuota al PSOE. Por el flanco sur de su estrategia, las cosas se calientan y se azuza a las masas para que ocupen el coso patriótico donde sacrificarse por dos plazas fuertes que son las niñas de los ojos de los restos de una grandeza tan antigua como nuevo es el reino de Marruecos que las reivindica para que su soberano siga distrayendo a sus súbditos de la miseria, mientras él suma al patrimonio de sus almas los dólares paganos que se multiplicarán en cuentas suizas y en paraísos fiscales. Del oasis terruñero llega la noticia de un temporal que impresiona sobre el papel con sus siete millones y medio de litros de agua, una transcripción inusual. Aun así, los 200 litros por metro cuadrado causan sobresalto. Clonista ha vivido alguna gota fría que le ha dejado helado y recuerda vivamente una durante la que  su conjunta, con el primogénito de ambos de la mano, hubo de retroceder en su intento  de atravesar la Gran Vía, convertida en un Ebro cualquiera. Y junto al temporal, la Generalidad que le gana por la izquierda al Ayuntamiento carlesino y regula por decreto los prostíbulos ante la estupefacción de unos y unas y el reconocimiento de otros y otras: cosas de la mercadotecnia política ante el gonzalofernándezdelamoriano crepúsculo de las ideologías, lectura que debió serlo de cabecera del cachorro anticonstitucional Aznar. En el apartado de cine de la Revista de Agosto aparecen unas imágenes de la segunda parte del Quijote, rodada por Manuel Gutiérrez Aragón. A Clonista le parecía imposible, después de la interpretación de Fernando Rey como D.Quijote en la primera parte rodada para la televisión, hallar un actor que pudiera estar a la altura de quien falleció antes de poder interpretar la segunda parte. La imagen impactante es la del actor Juan Diego Botto caracterizado como Dulcinea. Sobre la de Juan Luis Galiardo como D.Quijote Clonista se reserva el juicio. D.Quijote es hombre de visajes, y hay que ver los del actor antes de decidir si se ha aproximado al modelo narrativo o al muy logrado de Fernando Rey, cuya actuación debería ver e incluso imitar en parte. Se promete mucho. La sin par atmósfera cervantina conseguida en la serie de televisión exige ir a ver esta segunda parte, ahora rodada para el cine, como si aquella hubiese sido una preparación para esta de ahora. Clonista tendrá la suerte narrativa de poderla ver dentro de los límites temporales de la presente clónica, por lo que se cita a sí mismo para salir de dudas hacia el mes de noviembre, camino ya de los estertores de su aventura. Trasplantado a la que fue rompeolas de las españas, Clonista se lleva otra sorpresa estadística menos polémica, eso sí, que las anteriores, pero más desoladora: “80.000 menores de la región hacen ‘botellón’ con frecuencia” y “el 32% de los que beben en la calle ‘no ve alternativa’ de ocio.”  Siendo un apasionado amante de la lectura y del cine, Clonista se pregunta qué sueño egoísta de la sociedad es el que crea monstruos tan de botella y media. Ahora mismo se da cuenta Clonista de que, al llegar al final de la realidad, allí donde la economía linda con la televisión, su cómitre fiel, esa realidad no es otra cosa que el efecto anticipado a la causa, sea cual sea la parcela de realidad prensada y la posteriormente seleccionada por Clonista o cualquier lector. Por eso las noticias relativas a la delincuencia de cuello blanco son tan estremecedoras. ¿Qué vale, frente al desmoronamiento de los resortes básicos del sistema capitalista, el empecinamiento del ministro Rato en sus buenos augurios macroeconómicos, después de haber ido fracasando indicador tras indicador –de nuevo la errata de pulsación, tras sindicador, tiene más miga que el mensaje original– hasta el batacazo de la huelga general y las movilizaciones que se avecinan? A veces las verdades tienen carácter revolucionario, y bien podría ser que los males de la patria recitados por Zapatero acabaran creando una conciencia de levantamiento popular contra la miseria temporal que fundamenta la acción de goppierno, esto es, de desgobierno, o de enriquecimiento de próximos, de prójimos. 

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