sábado, 14 de noviembre de 2015

10-9-02

     De la primera plana de la realidad prensada se queda hoy Clonista con la parte de realidad que coincide con su hipótesis, que Ibarretxe confirma con claridad meridiana para que se enteren todos, por si había alguna duda. La teoría de Clonista es que el PNV no estaba dispuesto a abrir y librar una guerra civil a causa de ETA en las vascongadas. “No estoy dispuesto, como lehendakari, a que el objetivo de los vascos sea rompernos la cara en las calles” ha dicho Ibarretxe para justificar la pasividad de la policía frente a una manifestación ilegal en defensa de los asesinos de ETA. Resulta tan abominable, humana y políticamente, ese planteamiento como la petición de Esquerra Republicana a ETA, a través de B, de que deje de matar en Cataluña, ignorando deliberadamente el resto de España, sin duda porque su destino y la suerte de sus ciudadanos les son tan ajenos que, una niña más o una niña menos en Santa Pola, ¿qué más les puede dar, si en su rinconación, gracias a su intercesión servil, lamecular y babosa, no puede ocurrir? Francesc de Carreras ya escribió hace tiempo una reflexión sobre la política catalana en la que planteaba, con argumentos, no con el exabrupto de Clonista, qué coño hacían los socialistas catalanes buscando la compañía política de Esquerra Republicana, algo incomprensible para sus votantes. Clonista subscribe a distancia aquel análisis al que la realidad se ha encargado de avalar. Al lado de la realidad cercana, la allendepirenaica de la perla chiraquiana: “atacar Irak puede tener consecuencias trágicas.” La Montero podría haberla incluido en su columnita, donde recoge expresiones parecidas de Bush, como la famosa: “si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar.” El congreso de antropólogos pedía a sus miembros que se aplicaran a la labor de descubrir las estrategias de poder político y social que obran en nuestros días; que volvieran su vista analítica hacia el presente. Realmente no es un trabajo difícil. Bastaría con que se sumergieran en una clónica del estilo de la presente para llegar a conclusiones sustanciales. Clonista, dado su diletantismo, merodea más por los barrios de la anécdota, pero no deja de advertir esa lucha altisonante que se dirime en la realidad prensada: desde la propaganda casablanquista, con su “creciente movimiento internacional de apoyo” a un presidente que cada vez se queda más blairsolo; hasta la guerra de expertos que ora afirman que Irak no es un peligro, ora que está a punto de fabricar la bomba nuclear. No tiene desperdicio. Aunque es notorio sacrificio seguirla con la atención que deberían exigir las consecuencias trágicas que tendrá. Clonista sospecha que la sección 11-S, UN AÑO DESPUÉS se ha convertido en un desván donde cabe de todo. Bien poco ha sucedido en el mundo que, directa o indirectamente, no pueda relacionarse con el 11-S, se quiere decir. La afirmación de Arafat sobre su renuncia sin fecha al poder en Palestina es, para los creadores de la realidad prensada, consecuencia de aquellos hechos. La hermosa crónica de  Rosa Townsend sobre la campaña electoral, a la vieja usanza, de Janet Reno, una liberal americana que se enfrenta en primarias a un ricachón demócrata, parece un eco de películas clásicas como The Last Hurrah, por ejemplo, pero en versión demócrata. La sorpresa del atuendo de la político, una cazadora con los colores de la bandera usamericana, engaña a Clonista, pero no así la honda raíz liberal de la antigua ministra de justicia de Clinton, quien devolvió a Cuba con su padre al pequeño Elián, después vampirizado políticamente por el Gran Castrador de las libertades en Cuba. La democracia siempre plantea situaciones que no la dejan envejecer y acomodarse, con esa triste resignación que es señal de identidad de las dictaduras. El fascista Haider, todopoderoso señor de Carintia, rompe la coalición de gobierno y provoca un anticipo de las elecciones. Sus socios de coalición lo acusan de “querer gobernar y hacer oposición.” A Clonista le llama la atención que lo que en Austria provoca una crisis de gobierno, en España es el pan nuestro de cada día, y nadie parece espantarse, antes bien todo lo contrario. De hecho, la posición defensivopositora del PP y del goppierno pueden llevar a muchos a la conclusión de que Zapatero lleva seis años gobernando. El debate sobre la ilegaliZación de Batasuna se abre a otros puntos de vista. La realidad del día incluye el extenso punto de vista de Gómez-Benitez, quien escribe su artículo para oponerse directa y personalmente a Javier Pérez Royo, tanto a sus tesis como a su persona, pues no de otro modo puede entenderse que Benítez haga un evidente juicio de intenciones –recurso de escasa base jurídica- al juzgar que la posición de Royo “solo puede entenderse como fruto de su enemistad con el magistrado.” Antes, no obstante, el catedrático carlostercerino hace una afirmación que no puede dejar de sorprender: “Javier Pérez Royo está basando toda su estrategia de descalificación pública del magistrado Baltasar Garzón y de su actuación en la más elemental ignorancia de estos y otros nuchos datos contenidos en su auto.” ¿Querrá decir que Pérez Royo se ha lanzado a la diatriba sin siquiera haberse leído el auto? ¿Querrá decir que Pérez Royo no entiende el auto? Clonista ni quita ni pone rey, y al final alguien habrá de sustanciar la causa (¿o no se dice así?) y acertar o equivocarse en la sentencia correspondiente, pero los argumentos de Benítez tienen endebleces que chirrían, la verdad del lego sea dicha. La realidad de la violencia es, muchas veces, equiparable a la violencia de la realidad, pero no es el momento de entrar en disquisiciones de esa naturaleza. El periodista se ha agarrado al hombre que muerde al perro y el titular desfigura dos historias que coinciden, para su desgracia, en el absurdo del mismo: “un hombre mata a su hermano en Mazagón de un disparo tras discutir por el mando de la televisión.” Si a sus 39 y 33 años “se llevaban mal y las discusiones a gritos eran frecuentes entre ellos”, como han testimoniado sus vecinos, ¿a qué lo del mando? Así se prensa la realidad, también. Como se prensa, anónimamente, en la redacción de la noticia sobre el manifiesto de apoyo a Josefina Albert, quien fue represaliada profesionalmente por el rector Arolas a causa de haber permitido ejercer el derecho que, a juicio de Albert, tenían los estudiantes de la selectividad a recibir los exámenes en castellano, derecho que la universidad presidida por el rector Arolas impedía ejercer. El manifiesto se le presenta al lector como un escrito avalado por Savater, Rosa Díez, Nicolás Redondo, Carlos Totorika, Vidal-Quadras, etc. “en contra del nacionalismo catalán y en solidaridad con Josefina Albert.” La cursiva la pone Clonista para escarmiento absurdo de quien fue tan burdo redactor y para que se vea más claramente, aunque sea una redundancia, la capacidad de manipulación a que está sujeta la realidad. ¡Qué capacidad tan inmensa la de la modernidad para integrar la heterodoxia! Se les da una sala de actos, se les organiza un Congresito, se les pone un rotulín, Artes de calle, en este caso, y ¡hala!, ya tienen el pasaporte en regla, carta de naturaleza, libro de familia, carnet de identidad y, según, cómo y dónde, abono para el Liceo y asiento en el palco del Barça. Lo más parecido, en resumidas cuentas, a esa contraditio in adjecto carrozante que es un “Carnaval municipal”. Les pasará desapercibido a muchos amantes de descubrir la realidad, como Clonista, sea prensada o no, la noticia sobre los cambios que sufrirá la contabilidad de las empresas, cambios que se han vuelto imprescindibles tras los escándalos contables –pero nada literarios– ocurridos en las empresas usamericanas. Los objetivos, ¡atención!, son “dar una imagen más real de las empresas.” Una imagen, en todo caso; en ninguno algo sustancial. Al fin y al cabo es el valor de las empresas lo que se ha de dar a conocer, y el vulgarísimo precio de mercado que ahora se exigirá siempre luchará contra el pedigrí del valor histórico que regía hasta ahora. British Energy, por ejemplo, se ha salvado de la quiebra porque papáblair ha acudido con 650 millones de euros a rescatarla de las garras del mercado y sus caprichos, renacionalizándola. ¿La UE no tiene nada que decir? Los sindicatos sí. Para ellos, empresas de sectores básicos para la buena marcha del país no pueden estar al albur de la ruleta de la Bolsa. La privatización implica, casi forzosamente, deterioro del servicio, porque el mantenimiento no genera beneficio, como ahora ocurre en Inglaterra con Railtrack, y como ya ocurre en España con el suministro eléctrico y los famosos apagones, sobre todo en tiempos de nevadas, que dan más “calor de hogar”.

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