domingo, 15 de noviembre de 2015

11-9-02

     ¡Que alguien le coja confesado, a Clonista! Tras más de una semana de cuenta atrás morbosa, llega el gran día del gran temor y el gran duelo, y la realidad prensada se viste de gala para darlo todo. La opción de El País es publicar un especial del The New York Times y continuar con el acaparamiento de la sección de Internacional, hasta tal punto que las pobres víctimas de las inundaciones en Francia apenas si han asomado la cabeza de sus cadáveres en el mapa mediático, cuando, cualquier otro día de hace quince hubieran sido primera noticia de portada. Las desigualdades de la realidad prensada son quizás más hirientes que las propias de la realidad. La noticia estelar, de consumo interno, es el anuncio de la subordinación cuartelera del goppierno a los dictados del jefe del Rancho global, y ahí se ha cuadrado el caudillito, con todo el bigote, “oiga usted”, para que nadie se llame a engaño de quién manda en Exteriores, que Palacio, contra la frase hecha, ha ido muy ligera dándole cancha a la diplomacia. Hoy, cosas del azar, la noticia de que las milicias de Arafat, Al Fatah, se comprometen a no atentar contra civiles ya no cae dentro del paraguas amplísimo de las consecuencias del 11-S. La noticia lleva la ilustracion de la razón por la que el israelí Barenboim, junto con Edward Said, ha recibido el premio Príncipe de Asturias de la Concordia: toca un concierto en un colegio de Ramala para un público exclusivamente palestino. El mandamás, que ya no mandatario, Uribe sigue su lucha particular dentro del poético-patético “estado de conmoción” en que ha sumido a su país, Colombia. La detención sin orden judicial y la creación de zonas militarizadas puede que no acaben con la guerrilla, pero, sumadas a otras medidas anteriores, van a darles el golpe de gracia a las libertades. Las relaciones entre la justicia y el poder político siempre son complicadas, porque los legisladores quieren escapar de las leyes que crean, como si fueran un colectivo de excepción. Ahí están las artimañas del PNV para que no desaparezca del Parlamento vascongado el grupo de B, que asegura su mayoría parlamentaria en caso de necesidad patriótica. La renuencia a cumplir las órdenes judiciales no tiene otro temor que el de quedarse con el culo parlamentario al aire y que ahí se las den todas, por supuesto, dada la minoría tridentina con que gobiernan. Clonista está dispuesto a aceptar que el PP haya querido hacer sangre electoral de la demencia política de Esquerra Republicana de Catalunya, tras conocerse la petición hecha a ETA para que deje de matar en la rinconación catalana; pero que el PSC salga en su defensa con tanto brío le parece una incongruencia de un calibre, también electoral, del que probablemente no serán conscientes hasta que no se expliquen qué ha salido mal en sus estrategias, incluso en el supuesto del triunfo, porque la abstención en Cataluña es el primer partido, y a bastante distancia del segundo, por cierto. La reacción de Esquerra, “una campaña contra Cataluña” –por cierto, y aunque sea rizar un rizo cominero, si el entrecomillado es transcripción literal, ¿no habrá dicho, Carod, campanya y envers y Catalunya?-, reflejo del pujolismo de antaño, en cuyo cortijo les hubiera encantado ser abnegados braceros de la patria, es un razonamiento político-mesiánico que va más allá de la demagogia para caer de lleno en la paranoia. Ante ejemplos tan desmesurados de la desviación política de la realidad, Zapatero acaba adquiriendo un valor encomiable con sus propuestas a ras de tierra. Garantizar por ley los debates electorales entre políticos cuya aspiración es entrar en un Parlamento parece de una lógica aplastante. Lo real, bien se sabe, es que un Parlamento sea un lugar donde se quiera tener la mayoría para acallar la voz del adversario, si no enemigo. Ese camino ha seguido Zaplana, al desestimar un proyecto de ley sobre los malos tratos contra las mujeres que apoyaba el resto de la Cámara pero que tenía un defecto insalvable: había sido presentado por el “principal partido de la oposicion.” El antropólogo Manuel Delgado halla su tribuna para despotricar del Folclórum 2004. Clonista, encantado de coincidir con el científico, suscribe sus palabras: “Demasiadas instituciones, demasiadas multinacionales y demasiado dinero para creer que el Fòrum pueda ser, como mucho, otra cosa que un gran parque temático al que se invitará a todo tipo de capitostes y gurús, y en que la diversidad humana será exhibida como un grandioso y amable show de luz y de color. Un circo.”  Pero con arroz. Habrá toneladas de arroz. Habrá que esperar a conocer los precios. En carta al Director, un lector se queja del olvido de otro 11-S, el derrocaciamiento de Allende. La comparación entre el valor de unos muertos y de otros está fuera de lugar, o mejor, de tiempo. En tanto que profesional del ramo que preside la consellera que subvenciona las escuelas de los ricos, los anuncios de reformas del calendario escolar hacen temblar a este Clonista desvalido y desvalorizado profesionalmente. La única aspiración popular es que las criaturas estén bajo responsabilidad pública el mayor número de días y de horas posibles. Se va camino de la escuela farmacéutica: 24 horas todos los días todo el año. Y suma y sigue. Permitásele una malicia inocente, a Clonista: “La enseñanza del español como segunda lengua avanza en Europa” y retrocede en España. Por fin encuentra Clonista una referencia a la realidad cultural que va más allá de la mercadotecnia que suele presidir ese espacio de lo real donde el camelo y lo chungo se llevan de muerte. Carles Santos, el inclasificable, estrena la ópera “Sama samaruck suck suck”. Clonista aún no sabe cómo llegó a formar parte de la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos del 92, ni si lo hizo, como ya se dice vulgarmente, un clon en su nombre. Siempre al final del día se encuentra uno con la realidad de la billetera menguante y las amenazas contantes y sonantes. Ahora Zaplana suelta de nuevo en el ruedo airadobérico el bicho imposible y descomunal de la gestión privada en los servicios sociales, sobre todo el desempleo y las pensiones. Demasiado atrevimiento por parte de quien ha de gestionar el Decretazo, le parece a Clonista, y más aún a un paso del otoño que se anuncia inusualmente caliente. Si las relaciones entre políticos y jueces van como van, entre empresarios y auditores no es difícil de imaginar. Y la carne del oidor es débil, y amplio el bolsillo, parece. La de hoy es una realidad extraña, o la parte de ella que le toca al día de hoy, pues aún no sé cuál es el marco: si el tiempo de la realidad o la realidad del tiempo. Sea como sea, Clonista apura la clónica del día a las tantas de la noche, presa de un insomnio absoluto, violento, como hacía mucho tiempo que no lo conocía. Pues no acaba con muchos ánimos Clonista un 11-S que ya hace horas que pasó. Pero el retorno a la esclavitud laboral tiene esas cosas, y algunas más. Prohibido lloriquear.

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