miércoles, 18 de noviembre de 2015

15-9-02

     Último día antes de la vuelta a la degradante rutina profesional. Un domingo temible, y no sólo por el malestar de la víspera de naderías, sino por el hábito contumaz de la realidad prensada de aparecerse a ojos de Clonista, y de cualesquiera lectores, como un día-resumen, un día de historias, un día de la nada pasante y de actos suspendidos. Se trata, fundamentalmente, de no estropear excesivamente el desayuno a los lectores, ni de arruinarles el día con tales o cuales crudezas. El desafío de ayer a GarZón por parte de los miembros y simpatizantes de B tuvo un desenlace ambiguo: se impidió la manifestación y se autorizó un breve mitin tras del cual los aguerridos simBatizantes se disolvieron. Clonista ha leído ciertas anécdotas que tienen un valor superior a su condición, como la de la mujer mayor, de serena expresión y dulce mirada, que se acerca a un policía vascongado y le espeta: “Da igual que vayas con la cara tapada, sé quién eres y dónde vives. Da por seguro que tu mujer será muy pronto viuda.”  Leer entre líneas supuestos mensajes subliminales es un hábito que adquirió Clonista en tiempos del franquismo, y esa deformación se le debe haber impuesto al tratar de entender el sentido de la ubicación de la noticia sobre la reclamación marroquí respecto de Ceuta y Melilla, en una esquinita del desplegable dedicado al Barullo vascongado. Igual ha sido cosa del azar, sin más, pues claro.  En Italia, sin embargo, otra manifestación, de muy distinto signo, levantó la moral alicaída de los progresistas de aquel país, que aun no siendo pocos, tienen el vicio de presentarse divididos. Casi camuflada aparece, en la realidad prensada, la esperanza de la diplomacia española en que Obiang I “El carismático” sea “generoso” con sus opositores. No justo, qué va, sino caritativo, que es el pepemodo de entender las relaciones diplomáticas. La verdadera noticia es que se ha acabado la conmemoración del 11-S y con ella se ha desmantelado el paraguas que cubría, como se vio, casi cualquier información internacional. Continúa la oposición prensada y política al plan represor del goppierno contra la pequeña delincuencia, como se han encargado de remarcar, para que nadie se llame a engaño sobre su indiferencia hacia la grande. El sindicato policial mayoritario, que se supone sabe de lo que habla, señala una de esas paradojas que se dan siempre en el trecho que va del anuncio político a su realidad consolidada: “cuando el PP termine su plan, aún habrá menos efectivos en la calle que hace seis años.” Debe ser algo parecido a la insultante Ley de Calidad, cuya plan económico logrará que las ratios sean más altas, que sigan careciendo los centros de los profesores de apoyo necesarios y que se disponga de menos presupuesto para gastos en infraestructuras informáticas, audiovisuales y de todo tipo. Tiempo al tiempo. Antoni Puigverd, un fino estilista de la argumentación, y una persona sensata –que no es elogio pequeño-, escribe sobre el caso Carod con mesura y ecuanimidad, y aunque dibuja nítidamente el contexto de la execrable posición política de Carod –la campaña vitriólica y antinacionalista de los medios de comunicación próximos al PP-, así como la imagen especular de la misma en lo que define, certeramente, como “humor del régimen” catalán, Clonista echa de menos la posición nítida de Puigverd sobre los excesos intelectoemocionales del nacionalismo, tan próximos a la barbarie, al irracionalismo típico de las vanguardias reaccionarias. Ahí está Hobsbawn, en la gran entrevista dominical, para nadar contra corriente llevando la antorcha de la razón y mantener algo que, siendo meridianamente claro para Clonista, no parece serlo para quienes han llegado a hablar de la tercera guerra mundial, que ya es hablar: “El historiador Eric Hobsbawn no da gran relevancia en sí a los trágicos atentados del 11-S y cree irreal la noción de que Estadios(sic) Unidos esté en peligro por ese motivo. Las amenazas que percibe provienen de la gente que provocó las grandes tragedias del siglo XX: “la ultraderecha nacionalista o fundamentalista.” Clarito. Vicente Verdú escribe un reportaje-ensayo sobre la pornografía  y en él menciona el magnífico libro de Sallie Tisdale, Talk Dirty to me, que él traduce como Háblame obsceno y que apareció con el título de Dime guarradas, que a Clonista le parece más  ajustado al espíritu del original: Talk dirty to me. Colocar la economía al final de la realidad prensada  parece una reafirmación de la fidelidad a lo real: dejémonos de tonterías, al final siempre se regresa a lo mismo: el dinero, la explotación, el beneficio, la estafa. Francia echa por tierra la legislación socialista y anula la ley de las 35 horas. Se acabó lo que se daba, y los sueños del ocio ilustrado, o descansado: a trabajar toca, y sin rechistar.

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