18-9-02
Día de
rutina absoluta. Vuelta a la normalidad, que suele significar, para muchos,
vuelta al tedio. Redactar esta clónica después de haber leído la realidad
prensada unas horas antes constituye un ejercicio memorístico que acaba
deprimiendo a Clonista. La realidad cotidiana erosiona de tal manera que ni
siquiera esa realidad que habría de imponerse con la evidencia de su
importancia o de su trascendencia logra impresionar al ajetreado Clonista más
allá de las tres realidades de rigor que se arrastran día tras día y que acaban
convirtiéndose en el monótono motivo recurrente que hastía hasta la saciedad.
Ni siquiera la rebelión institucional del gobierno vascongado va más allá de un
juego retórico que, a pesar del carácter casi de punto de no retorno que le adjudica
Rosa Díez, únicamente servirá para añadir más vacío al panorama sin ideas del
secesionismo militante. El reto, no obstante, tomado a la tremenda, puede
acabar disparando hasta el absurdo las reacciones: desde la destitución del
gobierno vascongado y la disolución del Parlamento hasta lo que se quiera
imaginar dentro de la política ficción que tiene allí su asiento. Presentar una
querella criminal -¡criminal!- por prevaricación contra GarZón cae, después de
todo, dentro del terreno de la legalidad vigente. Desobedecer sus autos, se
piense de ellos lo que se piense, sí que puede volverse, legalmente, contra los
desobedientes. ¿Se volverá? ¿De qué manera se harán cumplir dichos autos? El
juego de faroles va perdiendo la caballerosidad que se les supone a las
partidas clandestinas y se entra en el terreno de la especulación sucia. ¿Se
llegará también al de las represalias sucias? Ya están las cosas allí donde el
Caudillito se ha empeñado en llevarlas a fuerza de electoralismo pendenciero y
demagogia sin escrúpulos. Ese talante lo comparte con Bush, quien lo manifiesta
frente a Irak no dándose por enterado de la jugada diplomática iraquí –quizás
también otro farol meramente dilatorio, sin duda. A Clonista le llama la
atención que la ministra Palacio se ciña tanto a la posición de la opsoesición
y casi casi desautorice a su jefe, al Jefe. Misterios diplomáticos, capítulo
uno. Parece, afortunadamente, que la xenofobia de la CDU en Alemania se ha
vuelto contra los conservadores y el tropezón en las encuestas puede
convertirse en batacazo. Que la demagogia no tiene límites ni fronteras ni
falta de personal que la asista, la cuide y le dé lustre para estar presentable
en todo momento se advierte enseguida en las declaraciones sedemadrileñas de
Carod Rovira, quien, de repente, echa mano de sus orígenes y saca pecho ajeno
para “probar”, como quien dice, que él es españolista de pura cepa, un español
de tomo y lomo por parte de padre, algo indiscutible y, por lo que se ha de
entender obligatoriamente, apodíctico a más no poder, además de ser garantía de
exculpación de perversiones ideonacionales pasadas. La campaña de solidaridad
prensada con él sigue adelante, aunque el lavado de cara tiene más de cosmética
que de otra cosa. Desde que la sección real de la inmigración tiene página fija
en la realidad prensada, Clonista no recuerda ninguna noticia como la de hoy,
la detención de 241 personas “sin papeles” por parte de las autoridades
marroquíes. A la realidad hay que acercarse como quien lo hace a un síntoma, de
ahí que la razón deductiva encienda todas las alarmas para esclarecer de qué es
o deja de ser un síntoma esa noticia. Curiosa coincidencia, después de haber
estado buscando información en internet sobre las cruzadas medievales para la
exposición escolar que ha de hacer el hijo de Clonista, que El Roto recuerde el
imposible progreso de la Historia: “¡Los santos lugares del petróleo están en
manos de infieles!” Pues eso. La fundación Pablo Iglesias convierte
auténticamente en Historia –sección intrahistórica- la realidad dolorosa del
exilio español provocado por la victoria de los rebeldes encabezados por
Franco. Clonista no recuerda si ayer o anteayer tuvo a bien recoger la aventura
judicial de Michel Houellebecq tras haber menospreciado el islam, pues fue denunciado,
entre otros, por el rector de la mezquita de París, pero hoy se amplía esa
realidad que se asemeja, en parte, a aquella amenaza que hasta hace bien poco
ha pesado, o que incluso a lo mejor pesa aún, sobre la cabeza del autor de Los versos satánicos. La solidaridad de
Clonista con el escritor francés es absoluta, sobre todo por esa necedad
intelectual de considerar que la crítica a las religiones es un menosprecio a
sus practicantes. Almodóvar se destapa con un rasgo de conciencia política que
habrá hecho las delicias del PP y que sería intachable, desde la izquierda, si
no fuera porque el calificado como
“festejo de corte” en modo alguno debe ser
muy distinto del de la “meca” del cine. La imagen de “sus pobres y sus
cadáveres naufragando en nuestras costas” no debe ser muy distinta, sin duda de
otras pobrezas no menos hirientes que se dan en el imperio todopoderoso. En
fin, la Carodovarmanía se extiende que es un contento. ¿Se deberá a las
incertidumbres terrobélicas el declive de las inversiones internacionales? En
tiempos de crisis, el dinero busca refugios seguros. Y la publicitada
iniciativa empresarial busca cuarteles de invierno donde replantearse
estrategias. Debe de ser eso.
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