domingo, 22 de noviembre de 2015

18-9-02

     Día de rutina absoluta. Vuelta a la normalidad, que suele significar, para muchos, vuelta al tedio. Redactar esta clónica después de haber leído la realidad prensada unas horas antes constituye un ejercicio memorístico que acaba deprimiendo a Clonista. La realidad cotidiana erosiona de tal manera que ni siquiera esa realidad que habría de imponerse con la evidencia de su importancia o de su trascendencia logra impresionar al ajetreado Clonista más allá de las tres realidades de rigor que se arrastran día tras día y que acaban convirtiéndose en el monótono motivo recurrente que hastía hasta la saciedad. Ni siquiera la rebelión institucional del gobierno vascongado va más allá de un juego retórico que, a pesar del carácter casi de punto de no retorno que le adjudica Rosa Díez, únicamente servirá para añadir más vacío al panorama sin ideas del secesionismo militante. El reto, no obstante, tomado a la tremenda, puede acabar disparando hasta el absurdo las reacciones: desde la destitución del gobierno vascongado y la disolución del Parlamento hasta lo que se quiera imaginar dentro de la política ficción que tiene allí su asiento. Presentar una querella criminal -¡criminal!- por prevaricación contra GarZón cae, después de todo, dentro del terreno de la legalidad vigente. Desobedecer sus autos, se piense de ellos lo que se piense, sí que puede volverse, legalmente, contra los desobedientes. ¿Se volverá? ¿De qué manera se harán cumplir dichos autos? El juego de faroles va perdiendo la caballerosidad que se les supone a las partidas clandestinas y se entra en el terreno de la especulación sucia. ¿Se llegará también al de las represalias sucias? Ya están las cosas allí donde el Caudillito se ha empeñado en llevarlas a fuerza de electoralismo pendenciero y demagogia sin escrúpulos. Ese talante lo comparte con Bush, quien lo manifiesta frente a Irak no dándose por enterado de la jugada diplomática iraquí –quizás también otro farol meramente dilatorio, sin duda. A Clonista le llama la atención que la ministra Palacio se ciña tanto a la posición de la opsoesición y casi casi desautorice a su jefe, al Jefe. Misterios diplomáticos, capítulo uno. Parece, afortunadamente, que la xenofobia de la CDU en Alemania se ha vuelto contra los conservadores y el tropezón en las encuestas puede convertirse en batacazo. Que la demagogia no tiene límites ni fronteras ni falta de personal que la asista, la cuide y le dé lustre para estar presentable en todo momento se advierte enseguida en las declaraciones sedemadrileñas de Carod Rovira, quien, de repente, echa mano de sus orígenes y saca pecho ajeno para “probar”, como quien dice, que él es españolista de pura cepa, un español de tomo y lomo por parte de padre, algo indiscutible y, por lo que se ha de entender obligatoriamente, apodíctico a más no poder, además de ser garantía de exculpación de perversiones ideonacionales pasadas. La campaña de solidaridad prensada con él sigue adelante, aunque el lavado de cara tiene más de cosmética que de otra cosa. Desde que la sección real de la inmigración tiene página fija en la realidad prensada, Clonista no recuerda ninguna noticia como la de hoy, la detención de 241 personas “sin papeles” por parte de las autoridades marroquíes. A la realidad hay que acercarse como quien lo hace a un síntoma, de ahí que la razón deductiva encienda todas las alarmas para esclarecer de qué es o deja de ser un síntoma esa noticia. Curiosa coincidencia, después de haber estado buscando información en internet sobre las cruzadas medievales para la exposición escolar que ha de hacer el hijo de Clonista, que El Roto recuerde el imposible progreso de la Historia: “¡Los santos lugares del petróleo están en manos de infieles!” Pues eso. La fundación Pablo Iglesias convierte auténticamente en Historia –sección intrahistórica- la realidad dolorosa del exilio español provocado por la victoria de los rebeldes encabezados por Franco. Clonista no recuerda si ayer o anteayer tuvo a bien recoger la aventura judicial de Michel Houellebecq tras haber menospreciado el islam, pues fue denunciado, entre otros, por el rector de la mezquita de París, pero hoy se amplía esa realidad que se asemeja, en parte, a aquella amenaza que hasta hace bien poco ha pesado, o que incluso a lo mejor pesa aún, sobre la cabeza del autor de Los versos satánicos. La solidaridad de Clonista con el escritor francés es absoluta, sobre todo por esa necedad intelectual de considerar que la crítica a las religiones es un menosprecio a sus practicantes. Almodóvar se destapa con un rasgo de conciencia política que habrá hecho las delicias del PP y que sería intachable, desde la izquierda, si no fuera porque el  calificado como “festejo de corte” en modo alguno debe ser  muy distinto del de la “meca” del cine. La imagen de “sus pobres y sus cadáveres naufragando en nuestras costas” no debe ser muy distinta, sin duda de otras pobrezas no menos hirientes que se dan en el imperio todopoderoso. En fin, la Carodovarmanía se extiende que es un contento. ¿Se deberá a las incertidumbres terrobélicas el declive de las inversiones internacionales? En tiempos de crisis, el dinero busca refugios seguros. Y la publicitada iniciativa empresarial busca cuarteles de invierno donde replantearse estrategias. Debe de ser eso.

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